El Papa que no quiso serlo

Publicado el 10 agosto 2010 por Cosechadel66

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- Va, venga, estás de coña…. Imagino que eso exactamente es lo que pasa por vuestras cabezas. Acostumbrados como estamos a contemplar en decenas de películas y series de Tv (la última, Los Tudor) como el cónclave que elige al Vicario de Roma es lo más parecido a una jornada de expulsión en Gran Hermano, el hecho de que alguien no quisiera ser Papa es al menos objeto de nuestro asombro. Y sin embargo, al menos uno de ellos (lo mismo hubo más) no tenía ninguna intención de acceder al puesto de trabajo que inaugurara un pescador llamado Pedro hace unos cuantos años.

Pongámonos en situación. Estamos en el año 1521 y ha muerto el Papa León X, perteneciente a la familia de los Médici, hijo de Lorenzo, un tipo al que llamaban “El Magnífico”, entre otras cosas porque, como todos por aquella época, fue el que más magníficamente elimino a sus adversarios, aunque también, hay que reconocerlo, impulsó a más de un artista de la época, como Botticelli, Da Vinci o Miguel Angel. En estos años, lo de ser Papa, italiano y de los Médici era como hacer la carrera para sentarse en el trono de San Pedro, lo cual no quiere decir que al final aprobaran con nota. León X, entre otras, tiene el dudoso mérito (aunque no todos los historiadores lo confirman) de haber creado un mecanismo para que los ricos pudieran pagar -incluso por adelantado- para librarse de los pecados cometidos o por cometer. Eso, a la postre, fue una de las gotas que colmaron el vaso que condujo a la Reforma Protestante de la Iglesia promovida por Lutero.

En fin, se había muerto León X, y había que elegir un nuevo jefe para continuar con el negocio. El siguiente parecía que iba a ser Juliano Médici, otro que había hecho la “Carrera”. Sin embargo, había hasta 18 pretendientes al puesto. Como en aquella época no se estilaban los test psicológicos para descartar candidatos, las intrigas, pactos y conversaciones secretas para despejar el patio debieron ser más tremendas que las iniciadas para buscarle un central al Real Madrid. Juliano, que como buen Médici era avispadito, se invento la treta de apoyar al que menos pinta tenía de ser elegido, para así aburrir al personal y terminar convenciéndoles de que él era el idóneo.

Y para el amigo Juliano, el que menos posibilidades (e intenciones) tenía era Adriano, que por no tener, no tenía ni sitio en el cónclave, ya que no había ido, ocupado como estaba en España, y sin ningún interés por la votación que se desarrollaba en Roma. Adriano era de Utrecht, había sido preceptor de Carlos I y este le consideraba un fiel sirviente al que incluso nombró Regente de Castilla mientras se iba por esas Alemanias de Dios a comprar un titulillo de Emperador del Sacro Imperio a costa del dinerito de nuestros antepasados. El caso es que Adriano no tenía ninguna intención ni interés por ocupar su tiempo en dirigir al rebaño. Tal era así, que no sólo Juliano pensó en él como alguien a quien votar para despistar. También lo hicieron sus principales oponentes, con lo cual me hubiera gustado ver la cara de aquellos taimados cardenales cuando el resultado final de la votación fuera que Adriano había sido elegido Papa. Asi se lo comunicaron en la Casa del Cordón de Vitoria, donde estaba por aquellas fechas.

No debió ser muy popular entre la curia romana. Al llegar a la Ciudad Eterna, lo primero que hizo fue declarar que no se sentía obligado a dar las gracias a los que le habían elegido, puesto que consideraba el puesto un suplicio y a ellos sus verdugos. Parece que el amigo sabía bastante bien de que iba el tema que se cocía en los pasillos de la Santa Sede. A pesar de que sus intenciones eran las mejores, la muerte le llegó cuando ni siquiera hacia dos años que había sido elegido. Por no tener tiempo, no tuvo tiempo ni para hacer santo nada más que a San Antonino de Florencia.

No quiero pensar que Juliano Médici, que naturalmente seguía por la zona, se alegrase del fallecimiento del Papa, pero el caso es que en el siguiente cónclave era un par de años más listo, y en esta ocasión no se anduvo por las ramas. Fue elegido como Papa, y reinó sobre Roma y los católicos con el nombre de Clemente VII.

El Papa que interpreta Peter O’Toole en la escena del video perteneciente a Los Tudor no es ni Adriano ni Clemente, sino Pablo III, su sucesor. Pero para el caso es lo mismo. Era Italiano y Farnesio. Ningún Papá volvió a ser de otro sitio que italiano hasta 400 años después, en 1978, cuando fue elegido Juan Pablo II.

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