“Lo que podemos considerar un gran triunfo de la humanidad por el aumento de la esperanza de vida, en su lucha contra las enfermedades y la búsqueda del bienestar, puede llegar a convertirse en una amenaza para ese mismo bienestar, si las personas mayores son sentidas como una carga para el resto de la sociedad, parásitos sin utilidad económica, que absorben recursos generados por una cada vez más menguante población activa. El papel de nuestros mayores ha sido, tradicionalmente, el de salvaguardar y transmitir la cultura, el bien hacer y las costumbres de los pueblos. Los “viejos de la tribu” eran los que aconsejaban y decidían, tomando su experiencia acumulada, sobre los aspectos fundamentales de la comunidad. La mayor edad ha sido tradicionalmente asociada a mayor seguridad y estabilidad en las costumbres; y ello ha sido siempre altamente valorado en todas las civilizaciones. Preguntémonos qué sociedad inteligente puede permitirse el lujo de “amortizar” tanto talento y experiencia acumulados, tantos años de enfrentar la difícil tarea de manejar una empresa y de aprender, con errores y aciertos, el camino hacia la creación de riqueza, de puestos de trabajo sostenibles. Desde luego, la nuestra, con un 20% de paro y un tímido espíritu emprendedor no debería.
“Lo que podemos considerar un gran triunfo de la humanidad por el aumento de la esperanza de vida, en su lucha contra las enfermedades y la búsqueda del bienestar, puede llegar a convertirse en una amenaza para ese mismo bienestar, si las personas mayores son sentidas como una carga para el resto de la sociedad, parásitos sin utilidad económica, que absorben recursos generados por una cada vez más menguante población activa. El papel de nuestros mayores ha sido, tradicionalmente, el de salvaguardar y transmitir la cultura, el bien hacer y las costumbres de los pueblos. Los “viejos de la tribu” eran los que aconsejaban y decidían, tomando su experiencia acumulada, sobre los aspectos fundamentales de la comunidad. La mayor edad ha sido tradicionalmente asociada a mayor seguridad y estabilidad en las costumbres; y ello ha sido siempre altamente valorado en todas las civilizaciones. Preguntémonos qué sociedad inteligente puede permitirse el lujo de “amortizar” tanto talento y experiencia acumulados, tantos años de enfrentar la difícil tarea de manejar una empresa y de aprender, con errores y aciertos, el camino hacia la creación de riqueza, de puestos de trabajo sostenibles. Desde luego, la nuestra, con un 20% de paro y un tímido espíritu emprendedor no debería.