Seis meses después de acabar la Guerra Civil en España estalla la guerra en Europa: Hitler ha invadido Polonia. El dictador español, Francisco Franco, había recibido ayuda de Alemania e Italia para acabar con la II República Española. España podía ser neutral como en la Gran Guerra o apoyar a sus benefactores.
Al igual que en la Primera Guerra Mundial, Franco decidió que España se mantuviera neutral ya que el país se encontraba destruido y sin capacidad para entrar en la guerra. Esta postura duró hasta que el dictador italiano, Benito Mussolini, decidió entrar en la guerra en junio de 1940.
España pasó de la neutralidad a la no beligerancia. La afinidad con el régimen nazi hizo que los miles de españoles republicanos exiliados y confinados en
campos de concentración nazis fueran abandonados por Franco al perder la nacionalidad española y convertirse en apátridas: más de 5.500 murieron en esos campos. Durante toda la dictadura los campos de concentración y exterminio, por la censura, permanecieron ocultos para los españoles.
A pesar del estatus de no beligerante, Franco realmente quería entrar en la guerra (aunque durante décadas el régimen sostuvo lo contrario) y esto llevó a la reunión con el líder nazi Adolf Hitler en la estación de ferrocarril de Hendaya el 23 de octubre de 1940, pero la entrevista no tuvo un buen final aunque se firmó un protocolo secreto en el que se indicaba que España acabaría entrando en la guerra, aunque dejaba en suspenso cuando se haría efectivo.
La guerra iba avanzando y el gobierno español iba cambiando de postura ante el conflicto, pero en una posición ambigua, siempre que fuera beneficiosa. Cuando parecía que el III Reich sería el vencedor de la guerra, Franco envió la División Azul para luchar en la Unión Soviética y dio cobijo a los submarinos alemanes en puertos españoles. Dejó prácticamente todo el control de la prensa a los alemanes con lo que
se censuró cualquier noticia que informara de las derrotas alemanas y permitió que la Gestapo el Abwehr se movieran libremente por todo el territorio español. La capital se convirtió en un pequeño Berlín lleno de espías de ambos bandos.
Tras el comienzo de la Operación Barbarroja, cuando parecía clara la victoria germana, Franco se adhirió al Pacto Anti-Komintern. Pero cuando la guerra cambió para los alemanes en el Norte de África y Stalingrado, Franco decidió volver a cambiar su postura y política exterior cambiando, otra vez, a la neutralidad. Mientras que la primera neutralidad fue germanófila esta ultima se decantaba por los Aliados, que iban ganando. Mientras iba cambiando su posición seguía manteniendo negocios con ambos bandos comerciando con el Wolframio (Tungsteno) vital para endurecer el acero.
Con la definitiva derrota de Alemania, en el verano de 1945, Franco
volvió a cambiar su política y para tratar de crear blanquear su imagen ante la opinión pública internacional cambió el gobierno quitando a todos los ministros pertenecientes a Falange Española, de inspiración fascista, y puso en su lugar a miembros de la CEDA algo más apartados del fascismo pero más católico y conservador, aunque con destacados miembros germanófilos con lo que el régimen de Franco no se apartó del todo de sus amigos alemanes dando cobijo a varios criminales nazis como Otto Skorzeny o León Degrelle y colaborando en sus rutas de escape.
Para saber más:
España y la Segunda Guerra Mundial Varios autores
National Geographic
Wikipedia
El Confidencial
UCM
Revista Ayer