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La última sesión plenaria celebrada en el Parlamento Europeo en Estrasburgo contó con uno de esos ambientes políticos de antaño. De lucha por las libertades y la justicia. La Eurocámara, empeñada en convertirse en la representación real de los ciudadanos y no en un mero observador de acontecimientos, alzó la voz y abrió debates que salpicaron a Brasil, Bielorrusia y Hungría. Estrasburgo ha empezado el año con la denuncia pública por bandera, cada vez más clara y explícita. Cada vez más directa.Continúo en La Vanguardia