En los tórridos días romanos se agradece la abundancia de fuentes públicas con agua fresca. Parece como si la actual Roma emulara a la ciudad imperial de dos milenios atrás.
Muchos lugares de Roma ofrecen restos de sus acueductos históricos pero el lugar más privilegiado quizá sea el Parque de los Acueductos paralelo a la Via Appia, en el sureste de la ciudad. Se puede acceder en Metro desde las estaciones de Giulio Agrícola a Cinecittà.
Hasta siete acueductos y un canal se localizan en el parque suburbano de los once que llegó a tener la ciudad. Los acueductos son Anio Vetus y Novus, Aqua Marcia, Tepula, Iulia, Aqua Claudia, de la antigua Roma y el Acueducto Felice, renacentista, que sigue funcionando y que se levantó usando las sólidas arcadas del Marcio como apoyo.
Roma no se caracterizó por su finura teórica. La enseñanza de la matemática se seguía haciendo en griego y por maestros griegos, pero los conocimientos de geometría que requieren los acueductos no son triviales: topografía, pendientes o perforación de túneles necesitaban medidas y cálculos precisos.
El pequeño arroyo que cruzamos es el medieval Canale del Acqua Mariana.
Roma no produjo un Euclides, un Arquímedes, un Apolonio o un Ptolomeo pero si un Vitruvio que supo adaptar el saber matemático a la construcción. La arquitectura y la ingeniería se hicieron matemáticas.