La semana pasada tuve que ir a Tenerife a una reunión de trabajo y el viernes aprovechamos para hacer una visita al Parque Nacional del Teide. Hace unos meses había estado en Tenerife y en la Gomera de vacaciones pero no pudimos visitarlo porque tuvimos la mala suerte de dar con uno de los escasos días del año en los que las nubes, en vez de quedarse atrapadas en cotas bajas, ascendieron hasta el pico y tuvimos que dar la vuelta sin ver nada.
En la primera parada nos detuvimos en el centro de visitantes de El Portillo y tuvimos la suerte de encontrarnos con una de las especies que mas ganas tenía de ver, el Pinzón Azul (Fringilla teydea teydea). Esta especie es endémica de las Islas Canarias y sólo se puede ver en los pinares más altos de Gran Canaria y Tenerife. En cada una de las dos islas habita una subespecie distinta, y aunque la de Tenerife no esta amenazada, la subespecie de Gran Canaria (F.t. polatzeki) con tan solo 250 ejemplares, se encuentra en peligro de extinción. El pinzón azul se suele encontrar en las zonas de pinares que forman la corona forestal, por lo que fue una suerte encontrar un macho en una pequeña charca artificial en el jardín botánico del centro, a más altitud de la que se suele ver.
Al tratarse de una visita corta no pudimos estar todo el tiempo que me hubiera apetecido, porque el imponente paisaje volcánico se merecía una visita mas larga, incluso de varios días. Aun así pudimos disfrutar de las vistas de los roques cercanos al parador y de la cañada blanca.
Una de las formaciones mas conocidas, incluso por los que nunca hayan estado en el Teide, es el Roque Cinchado, que aparecía en el reverso de los billetes de 1000 pesetas. Este roque ha sufrido una erosión diferencial lo que le ha dado su aspecto característico.
A pesar de tratarse de un lugar muy árido, tanto por las escasas precipitaciones como por su naturaleza volcánica, su flora es muy interesante, con una gran cantidad de endemismos botánicos, aunque muchos de ellos, como el Tajinaste rojo (Echium wildpretii) y el Tajinaste picante (Echium auberianum) que tienen unas inflorescencias rojas y azules muy características no estuvieran floridos (habrá que volver en primavera).
Otra especie que me apetecía ver era el Lagarto Tizón de Canarias occidental (Gallotia galloti). Este lagarto es endémico de la islas de Tenerife y La Palma, y es muy parecido al Lagarto tizón de la Gomera y el Hierro (Gallota caesaris), que ya había podido ver en diciembre del año pasado. La noche anterior había sido muy fría y no estaban muy activos, por lo que a pesar de ser una especie muy abundante no quisieron aparecer hasta que las temperaturas empezaron a subir. Primero vimos unos cuantos juveniles pero los grandes machos seguían resistiéndose.
Al final, cuando ya no contaba con verlos, encontramos unos cuantos tomando el sol en el muro que rodeaba el restaurante donde comimos. Eran muy confiados y no se asustaban de la gente, todo lo contrario, ya que se suelen acercar a los visitantes porque estos les suelen dar comida, aunque no sea lo mas recomendable.
La visita ya no dio para mas porque teníamos que marcharnos al aeropuerto, aun así pudimos disfrutar por unas horas de un paisaje, una flora y fauna única y especial, completamente distinta a lo que estoy acostumbrado en el Cantábrico. Sin duda un lugar que merece visitarse en más de una ocasión.
NOTA: como siempre pinchad en las fotos para ampliar