Abhisit heredó un país dividido y que pasaba por un mal momento económico. Además era perfectamente consciente de la manera tan “peculiar” en que había llegado al gobierno. Del gobierno de Abhisit me quedo con que fue generoso con el gasto público y con las políticas sociales en un intento de capturar la base electoral de Thaksin. Sin embargo, para entonces ya se había acumulado mucho resentimiento. Dos veces los thaksinistas ocuparon las calles de Bangkok, en abril de 2009 y marzo-mayo de 2010. Las primeras protestas pudieron ser resultas de forma razonablemente pacífica. Las segundas, no. Abhisit acabó recurriendo al Ejército para aplastarlas que hizo un uso excesivo de la fuerza. El resultado fueron más de ochenta muertos entre los manifestantes .
Aunque su mandato no terminaba hasta finales de 2011, Abhisit decidió convocar elecciones en mayo de 2011 para el 3 de julio. Con una economía floreciente y una ley electoral recientemente enmendada en favor de los demócratas, Abhisit pensó que tenía el viento a su favor. En las elecciones de 2007 los demócratas casi habían empatado con los thaksinistas en diputados elegidos por la lista proporcional a nivel nacional, mientras que los thaksinistas les habían sacado seis puntos de ventaja en los diputados de las circunscripciones. Con la nueva ley, que aumentaba el número de diputados por la lista proporcional y los sondeos que le decían a finales de 2010 que era el Primer Ministro más popular y más guapo que el país hubiera tenido nunca, Abhisit se tiró a la piscina.
Tanto Abhisit como los demás líderes demócratas se vieron afectados por el síndrome del bebedor pijo en el pub, que asume que todos los parroquianos se mueren por un gin tonic de diseño por la simple razón de que a él le sucede. Ni Abhisit ni los suyos fueron capaces de ver que la política thailandesa había cambiado irrevocablemente, que los ricos y las clases medias de Bangkok no eran los únicos que votaban y que había muchos electores desfavorecidos que no iban a cambiar el sentido de su voto porque les viniera un pijo de la élite de Bangkok a darle unas migajas. Para su sorpresa, el Phuea Thai, la nueva encarnación del thaksinismo, arrasó, conquistando 265 de los 500 escaños en juego y sacándole trece puntos de ventaja. Al final la reforma electoral resultó sin consecuencias: el Phuea Thai ganó por goleada tanto en las listas por circunscripciones como en la lista proporcional. Fue significativo que después de dos años y medio de gobierno demócrata, los thaksinistas hubieran logrado una victoria mayor que la de 2007. Al final resultó que a los votantes les importaban otras cosas que unos buenos resultados económicos. Abhisit asumió su responsabilidad en la derrota y dimitió del liderazgo del partido. Sin embargo, unos días después Abhisit fue reelegido al frente del Partido sin competencia con el 96% de los votos de los 330 electores del Partido que acudieron al congreso. El gran mensaje que envió el Partido Demócrata a la sociedad fue que no había aprendido nada de su derrota y que no tenía ganas de reformarse.Los siguientes dos años resultaron deprimentes para el Partido Demócrata, condenado a ejercer una oposición ineficiente y bronca. Sus ataques, a menudo implacables, a la Primera Ministra Yingluck Shinawatra (hermana del denostado Thaksin) sólo eran aplaudidos por sus palmeros habituales: las clases medias y las élites de Bangkok. Y en esto, en noviembre de 2013, Yingluck, tal vez sobreestimando sus fuerzas, tomó dos decisiones polémicas: enmendar la Constitución para que el Senado fuera electivo y no compuesto en un 50% por senadores designados y elaborar un proyecto de ley de amnistía que hubiera permitido a Thaksin volver a Thailandia. Fue la señal que los más ultras estaban esperando para salir a las calles. Suthep Thaugsuban (sí, ese Ministro cuya corrupción ocasionó la caída del Gobierno de Chuan Leekpai en 1995) y ocho parlamentarios demócratas organizaron el Comité Popular de Reforma Democrática (nombre engañoso donde los haya, porque había más miembros de la élite que del pueblo y la reforma que pedían era que hubiera menos democracia, no más) y se echaron a la calle. La PrimeraMinistra, insegura del apoyo de las FFAA, se mostró incapaz de reaccionar con firmeza y dejó que la situación se fuese pudriendo.Suthep y sus amiguetes acabaron renunciando a sus posiciones en el Partido Demócrata, un apaño que le resultó muy conveniente a Abhisit que en lo sucesivo podría desmarcarse cuando le conviniese de las acciones del Comité. No obstante, pronto se vio que el Partido Demócrata y el Comité Popular de Reforma Democrática eran el mismo animal con distinto nombre. Cuando la Primera Ministratrató de superar el impasse disolviendo las Cámaras y convocando elecciones para el dos de febrero de 2014, tanto uno como otro optaron por el boicot a las elecciones. Según Abhisit, “la gente ha perdido su fe en el sistema democrático”, lo que hay que traducir cómo: “no creemos en unas elecciones que nunca conseguimos ganar por las buenas.” Suthep fue más terminante y atacó “la tiranía de la mayoría parlamentaria”, tiranía que no le molestó tanto cuando en 1992 su partido llegó al poder y él pudo ser Ministro. El boicot del Partido Demócrata hizo que las elecciones del 2 de febrero no sirvieran para nada. En esto vino el Poder Judicial a dar la puntilla a la pobre Yingluck. Primero el Tribunal Constitucional anuló las elecciones del 2 de febrero y a continuación en un caso un poco churrigueresco que llevaba coleando desde septiembre de 2011 acusó a la Primera Ministray a nueve de sus Ministros de abuso de poder y nepotismo y forzó su cese el 6 de mayo. El Viceprimer Ministro y Ministro de Comercio Niwatthamrong Boonsongpaisan se hizo cargo interinamente del Gobierno y comenzaron negociaciones desesperadas entre los políticos para encontrar una salida a la crisis, mientras la sombra de los militares se iba haciendo más y más alargada. Abhisit dejó ver entonces sus verdaderos colores y propuso un plan que era básicamente el del Comité Popular de Reforma Democrática: constitución de un gobierno “neutral” (visto lo visto a saber lo que entenderá por “neutral”) con un Primer Ministro designado por el Presidente del Senado y por el Rey y constitución de una comisión de reforma que introduciría los cambios necesarios en el sistema. Me imagino que uno de los cambios en los que estaba pensando Abhisit es que las elecciones no las gane el partido equivocado.Finalmente el 22 de mayo el Ejército se cansó de negociaciones, dio un puñetazo en la mesa y se puso a negociar consigo mismo. Vamos, que dio un golpe de estado. Tal vez finalmente el Partido Demócrata haya encontrado un sistema a su medida, es decir, un sistema sin elecciones que pueda perder.