Una nueva derrota engorda la estadística negativa de los Lakers. No cuenta que Howard o Gasol estén fuera de combate, en este momento sólo vale ganar. No hay excusas. El crédito de D´Antoni ha menguado de forma proporcional a las derrotas. Con un balance más propio de un equipo con el objetivo máximo de ser octavo en su Conferencia, las voces críticas van haciendo mella en el entorno de un vestuario con más ganas de salir corriendo que de salir en la foto. Incluso Magic Johnson se ha postulado como el mayor enemigo del gestor actual del banquillo, casi arengando a una campaña contra el entrenador. En este momento el playoff está lejos pero todavía es alcanzable. Denver marca el corte con una dinámica irregular. Por delante no tiene pinta de que se falle en exceso, y las opciones del conjunto angelino pasan por encadenar una serie de victorias dulcificadoras y que Portland o Houston (o los dos) entren en un bajón de resultados. Mientras tanto la herida, antes rasguño, se sigue abriendo y no hay apósito que impida que la sangre brote. El paso de las jornadas no hace sino certificar lo que los detractores de D´Antoni ya aventuraban: no es el entrenador ni el estilo de juego idóneo para esta plantilla. Se ha filtrado agua en el aceite y los egos cada vez aparecen más definidos. La confirmación de la nula relación entre Howard y Bryant no ayuda demasiado ni al presente ni al futuro, ya que el pívot será libre al término de la temporada y en Brooklyn andan ya juntando dólares para convencerle. Esto se suma al bajón anímico de Pau, obligado por su entrenador a deambular por el exterior de la zona. Curioso es verle lanzar en sus últimos partidos una media de dos triples, cuando era una distancia inexplorada por Gasol en su tiempo NBA. No sabe qué hacer para aportar, y la velocidad del ataque le hace perder frescura e ideas en ataque. Ni siquiera la rebeldía ocasional de Nash para darle cobertura en el desenfreno ofensivo le beneficia. Significativo que en paralelo haya crecido la aportación del "outsider" Jordan Hill y que la ayuda de Jamison sea circunstancial. El pasillo de entrada a la cancha se oscurece por momentos y el frío se va apoderando de la instancia. Complicado atravesar ahora ese camino hacia la gloria...o el fracaso. El aficionado parece dispuesto a dictar sentencia sin esperar a que el curso termine. El asunto empieza a oler a queso pasado que se guarda en la nevera.
Una nueva derrota engorda la estadística negativa de los Lakers. No cuenta que Howard o Gasol estén fuera de combate, en este momento sólo vale ganar. No hay excusas. El crédito de D´Antoni ha menguado de forma proporcional a las derrotas. Con un balance más propio de un equipo con el objetivo máximo de ser octavo en su Conferencia, las voces críticas van haciendo mella en el entorno de un vestuario con más ganas de salir corriendo que de salir en la foto. Incluso Magic Johnson se ha postulado como el mayor enemigo del gestor actual del banquillo, casi arengando a una campaña contra el entrenador. En este momento el playoff está lejos pero todavía es alcanzable. Denver marca el corte con una dinámica irregular. Por delante no tiene pinta de que se falle en exceso, y las opciones del conjunto angelino pasan por encadenar una serie de victorias dulcificadoras y que Portland o Houston (o los dos) entren en un bajón de resultados. Mientras tanto la herida, antes rasguño, se sigue abriendo y no hay apósito que impida que la sangre brote. El paso de las jornadas no hace sino certificar lo que los detractores de D´Antoni ya aventuraban: no es el entrenador ni el estilo de juego idóneo para esta plantilla. Se ha filtrado agua en el aceite y los egos cada vez aparecen más definidos. La confirmación de la nula relación entre Howard y Bryant no ayuda demasiado ni al presente ni al futuro, ya que el pívot será libre al término de la temporada y en Brooklyn andan ya juntando dólares para convencerle. Esto se suma al bajón anímico de Pau, obligado por su entrenador a deambular por el exterior de la zona. Curioso es verle lanzar en sus últimos partidos una media de dos triples, cuando era una distancia inexplorada por Gasol en su tiempo NBA. No sabe qué hacer para aportar, y la velocidad del ataque le hace perder frescura e ideas en ataque. Ni siquiera la rebeldía ocasional de Nash para darle cobertura en el desenfreno ofensivo le beneficia. Significativo que en paralelo haya crecido la aportación del "outsider" Jordan Hill y que la ayuda de Jamison sea circunstancial. El pasillo de entrada a la cancha se oscurece por momentos y el frío se va apoderando de la instancia. Complicado atravesar ahora ese camino hacia la gloria...o el fracaso. El aficionado parece dispuesto a dictar sentencia sin esperar a que el curso termine. El asunto empieza a oler a queso pasado que se guarda en la nevera.