El Pasado (Le Passé), Francia 2013

Publicado el 22 mayo 2013 por Cineinvisible @cineinvisib

Harold Pinter decía que el pasado es lo que recuerdas, lo que imaginas recordar, lo que te convences en recordar, o lo que pretendes recordar. Pensaba en esta frase al ver por segunda vez (mínimo sindical de visiones para poder apreciar a este cineasta iraní) lo que el talentoso Asghar Farhadi nos presentaba en su último trabajo. Uno de entre la media docena de directores actuales que hacen cada día avanzar la historia del cine.Separaciones y divorcios ha habido en toda la cinematografía del director desde su primera película en 2003: Dancing in the Dust (excepto en Beautiful City, 2004, una variación espectacular de Romeo y Julieta). Ya sea por la presión social (el descubrimiento de que la madre de su esposa ejerce la prostitución en su primera película), la única salida a una situación de sospecha de infidelidad (Fireworks Wednesday, 2006), incidentalmente como una posibilidad de un nuevo comienzo que no consolidará dada la desaparición de la protagonista (A propósito de Elly, 2009), escapatoria para salvaguardar la libertad de la descendencia (Nader y Simin) o aquí, para formalizar una antigua situación de hecho.El cineasta utiliza las separaciones, consideradas como una erupción emocional y un tsunami sentimental, como elementos de la narración que logran estabilizar o avanzar la acción y, si es necesario, hacerla regresar al pasado. Tal situación, de extrema tensión, pesados silencios y miradas culpables pega al espectador a la butaca y le hace sentirse testigo (a veces, de cargo) presencial, con frecuencia, no invitado (actores que se dirigen frente a la cámara rompiendo la ilusión de la cuarta pared).El mejor receptor de esta situación son siempre los niños. Admirablemente dirigidos, concentran el querer y no poder manifestar odio, amor, rencor, compasión u otro sentimiento de los protagonistas frente a las personas a la están dejando. Nadie querría hacer soportar tal situación a sus hijos, por mucha inconsciencia que se sufra o dolor que se padezca. Por eso tantas situaciones en el cine de Farhadi están al límite de lo soportable, la mirada de la inocencia nos devuelve nuestra crueldad.El otro elemento de la fórmula magistral de este inspirado cineasta es la permeable frontera del territorio de la verdad. Nadie miente, todos se equivocan y algunos recuerdan mal o parcialmente. Y todo lo contrario. Farhadi sabe que la verdad no existe y que conviven tantas certezas como protagonistas. Esta la inestimable riqueza del cineasta, procedente de un régimen autoritario y dictatorial, el director sólo puede defender la libertad de decidir cuál es la verdad de cada uno, aunque se equivoquen.Y por fin, una técnica de ensayos del guión sin cámara durante dos meses, al menos, hacen que la historia suene tan verdadera y roce el documental.  Es un hombre que proviene del teatro y se nota. Este método, junto a una temática que jamás pasarán de moda -la verdad- instalada en medio de una situación nuclear, una separación, y teniendo como testigo, la inocencia de un niño, han conseguido que un cineasta iraní se coloque, con sólo 6 películas, en el centro del universo cinematográfico mundial. Si bien El Pasado no es mi preferida (a mi gusto, un pelín demasiado “construida”, se perciben un poco los hilitos), la película no deja de ser una de las mejores propuestas del año y un lujazo de interpretación (¿caerá alguna Palma en Cannes?).