El paseíllo de “El Duque”

Publicado el 25 febrero 2012 por Rgalmazan @RGAlmazan

Elegante, vestido con chaqueta azul burlesco, pantalón gris pena, corbata a rayas gris plata, camisa blanca candor, El Duque ha hecho el paseíllo.

Parece que el diestro ha adelgazado, que ha envejecido dicen, y que tiene la piel más enjuta, sobre todo la cara. Como si la tuviera más dura. Y antes de saltar a la plaza, en el burladero, ha manifestado su decencia y su honestidad.

Y es que El Duque es mucho duque. Y su prestancia, galanura y donosura no le permiten decir otra cosa. Su honor ha de estar siempre a salvo. Un duque nunca es culpable, en todo caso siempre será cuestión de sus vasallos. Así parece por lo que comenta. Las culpas según cuenta el diestro, son de su mozo de espadas, Diego Torres, él simplemente pasaba por allí.

Antes de empezar la corrida, ha concedido una entrevista que le ha realizado el bueno de José Castro, en la que ha reconocido con esa esencia y abnegación de padre que le caracteriza, que hizo a sus hijos socios (cuando contaban tres y cuatro años) accionistas de su ganadería, sólo para que sus pobres herederos tuvieran un futuro lejos de los avatares de esta crisis maligna. Un buen padre.

También ha reconocido que planeó una de las corridas en el Castillo de Marivent junto al afamado empresario Jaume Matas. Y que su apoderado y dueño de la plaza, un tal Juancar, le dijo que se retirara, que para matar toros hace falta valor y no nombre, pero él, no le hizo ni puñetero caso. Desde entonces sus relaciones se han enfriado, y ha terminado toreando en el extranjero.

Hoy vuelve a su plaza más querida, para decir que a pesar de que su esposa (hija de su apoderado) ha compartido sus mejores momentos, no conocía los pormenores de la fiesta y que por eso no merece que la pille el toro.

Después de estos prolegómenos, El Duque se ha encomendado a la Virgen de la Zarzuela y trás santiguarse ha entrado en el ruedo para empezar la faena. El morlaco le estaba esperando. En el fondo se escuchaba la voz de su apoderado que decía: ¡que Diós reparta suerte, porque lo que es yo…!

Salud y República