El paseo, de Robert Walser

Por Gfg
Hay autores a los que tienes un especial cariño. A veces es algo irracional. Otras, no. Suele ocurrir por una suma de circunstancias: interés por su visión del mundo, admiración por su estilo narrativo, curiosidad por su vida de escritor...
Robert Walser es uno de ellos. Y El Paseo puede constituir un buen ejemplo, porque su aparente sencillez y su delicado análisis de la vida, tanto civil como literaria, te atrapan. Por esa razón, Walser se ha convertido en uno de esos escritores a los que hay que volver cada cierto tiempo, más en una época de ruido y de miserias cotidianas.
Porque el autor narra un paseo por su ciudad y, mientras pasea, desliza de forma suave, melancólica, repleta de ironía, descripciones y opiniones sobre lo que ve, sobre las personas con las que se topa. Y lo hace desde una premisa esencial: "amo el ahorro y la moderación y soy contrario en el nombre de Dios en lo más hondo de mi ser a toda prisa y atosigamiento".[¡Cómo me gusta!].
Pero, lo que es más atractivo para mí es la descripción de su vida de poeta. Así, afirma que "como pobre escritor y plumífero u homme de lettres disfruto de unos muy cuestionados ingresos". [¡Genial!]. Para seguir en otra parte: "no poseo ni posición ni prestigio social; esto es claro como el sol". [Te entiendo, amigo]. Su perspicacia avanza hasta niveles insuperables cuando comenta: "el vivo interés por las bellas letras se da de manera en extremo escasa, y la crítica implacable que todo el mundo cree poder ejercer y cultivar sobre nuestra obra constituye otra fuerte causa de daño y frena como una zapata la realización de cualquier modesto bienestar".
Esa sabiduría tiene su punto culminante en la carta que escribe a "un muy respetable señor". Toda una bendición. La reproducimos. [Seguro que muchos nos identificamos con el autor].
"Muy señor mío:
Este peculiar tratamiento podrá darle la certeza de que el remitente le muestra absoluta frialdad. Sé que no es de esperar respeto de mí de usted y de los que son como usted; porque usted, y los que son como usted, tienen una desmedida opinión de sí mismos, que les impide comportarse con inteligencia y consideración. Sé con certeza que usted forma parte de esas gentes que se creen grandes por ser irrespetuosas y descorteses, que se creen poderosas porque disfrutan de protección, y que se creen sabias porque se les ocurre la palabrita "sabio". La gente como usted se atreve a ser dura, descarada y grosera y violenta frente a la pobreza y frente a la desprotección. La gente como usted posee la extraordinaria sabiduría de creer que es necesario estar en lo más alto de todo, poseer un gran peso en todas las partes y triunfar a todas las horas del día. La gente como usted no se da cuenta de que es necio, de que ni entra dentro de lo posible ni puede ser deseable. La gente como usted es jactanciosa y está dispuesta en todo momento a servir celosamente a la brutalidad. La gente como usted es muy valiente para evitar con cuidado todo verdadero valor; porque sabe que todo verdadero valor promete perjuicios, y es muy valiente para presentarse siempre como buena y hermosa, testimoniando enorme placer y enorme celo. La gente como usted no respeta ni la edad ni el merito, ni sin duda el trabajo. La gente como usted respeta el dinero, y el respeto al dinero le impide respetar cualquier cosa. Quien trabaja honradamente y se esfuerza afanoso es, a los ojos de gente como usted, un completo asno. No me equivoco; porque mi dedo meñique me dice que tengo razón. Me atrevo a decirle a la cara que abusa de su cargo, porque sabe muy bien qué complicaciones e incomodidades traería darle un correctivo; pero con todo el favor y benevolencia de que goza, y los favorables presupuestos de que se rodea, aun así se sabe atacado; porque siente sin duda cuánto vacila. Traiciona la confianza, no mantiene su palabra, daña sin pensar el valor y el prestigio de aquellos que con usted tratan, los explota sin compasión cuando dicen hacerles bien, traiciona al servicio y calumnia al amable servidor; es extremadamente voluble e inseguro y muestra cualidades que se pueden disculpar en una muchacha, pero no en un hombre. Disculpe que me permita tenerlo por muy débil, y permítame, junto con la sincera afirmación de que considero aconsejable mantenerme en el futuro profesionalmente a distancia de usted, la aun así necesaria medida y el absolutamente dado grado de respeto por parte de un hombre que tuvo la distinción y el desde luego moderado placer de conocerle". 
Nota: un gran libro necesario y recomendable para entender muchos aspectos de la vida literaria y extraliteraria...de nuestro país.
El paseo
Robert Walser
Editorial Siruela
Págs. 79