Una pequeña obra que no llega a cien páginas y que condesa en ellas temas y sentimientos de los que podríamos estar hablando durante horas y horas.
Así empieza una obra de arte titulada El Paseo de Robert Walser:
“Declaro que una hermosa mañana, ya no sé exactamente a qué hora, como ve vino en gana dar un paseo, me planté el sombrero en la cabeza, abandoné el cuarto de los escritos o de los espíritus, y bajé la escalera para salir a buen paso a la calle”.
Título original: Der Spaziergang
Autor: Robert Walser.
Traductor: Carlos Fortea.
Editorial: Siruela.
Género: Cásicos, novela.
Páginas: 80 páginas.
ISBN: 9788478443246.
Precio: 12,95 euros.
Sinopsis:
La vida de Robert Walser es una de las más apasionantes tragedias de la literatura centroeuropea de este siglo. Autodidacta, errante, finísimo estilista de la lengua alemana y provisto de una mirada capaz de destripar la realidad con la más suave ironía, Walser empleó los pocos años en que pudo escribir, entre 1904 y 1925, antes de sucumbir a una enfermedad mental de origen hereditario, en tallar exquisitas miniaturas acerca de una vida cotidiana poblada de personajes e impresiones que vienen de la noche cuando ésta es más oscura. El paseo es una de esas miniaturas. Un poeta sale a pasear y ante su mirada se alternan la belleza de la vida y el absurdo de las convenciones de la sociedad, el sonido de una voz que canta y el espectáculo del gran teatro del mundo. Entre el sabor más crítico y la más pura de las reflexiones, El paseo es una espléndida muestra del arte de este autor tan admirado por escritores como Kafka, Thomas Mann, Musil, Canetti, Walter Benjamin o Claudio Magris, entre otros.
(sinopsis facilitada por la editorial)
Impresiones:
Esta es la historia de como un simple paseo da para escribir un libro lleno de matices a medida que discurre el caminar de nuestro protagonista. Un camino lleno de lecciones, que de una forma original y cargada de poesía en muchos momentos va dejando ante nosotros unas enseñanzas de vida, de máximas universales que se convierten en una forma de llamar la atención, de protesta, de recriminación a ciertos aspectos de la sociedad en forma de literatura pura.
Han pasado cien años pero hay cosas que no cambian y recordando los acontecimientos de aquellos años he creído ver crítica a la banca, a la administración, a la realidad social tanto de derechas como de izquierdas representados en el pueblo y sus costumbres. La guerra no se libra de ser comentada en este paseo que de forma literaria y escrita con una prosa envidiable va quemando pasos de forma imparable, sin capítulos que corten o ralenticen nuestro acompañamiento al protagonista. Casi todo cabe en unas pocas páginas y en el acto de pasear, inocencia, tranquilidad, madurez, reflexión, porque será un paseo que nos lleve de forma casi vertiginosa por un camaleónico cambio de estados.
Con una forma de escribir muy peculiar, merece la pena leer esta obra solo por el puro placer de conocer la pluma del autor, el paseo se construye a medida que caminamos usando el autor lo que va encontrando por el camino para componer el relato lleno de ironía en muchos casos y de pequeños placeres de la vida que son los que nos proporcionan grandes sentimientos.
Tenía un amigo que siempre decía que con cada paseo aunque fuera por los mismos lugares uno debía de hacerlo siempre con ojos vírgenes porque muchas veces nos perdemos auténticas maravillas por no querer mirar a la par que paseamos.
“Sin pasear estaría muerto, y mi profesión, a la que amo apasionadamente, estaría aniquilada”.
Llega la hora de cerrar el libro y uno le da cierta tristeza no poder continuar pero las ganas de pasear y pasear han calado y uno no puede sino reflexionar largo y tendido sobre un libro desconocido hasta entonces y pensar “qué bueno que viniste” porque El paseo a pesar de los años no habla del pasado ni del futuro si nos detenemos bien a recapacitar, esta historia es presente.
Robert Wasler ( Biel, Suiza.1878-1956). Su vida es una de las más apasionantes tragedias de la literatura centroeuropea del siglo pasado. Autodidacta, errante, finísimo estilista de la lengua alemana y provisto de una mirada capaz de destripar la realidad con la más suave ironía, Wasler empleó los pocos años en que pudo escribir entre 1904 y 1925, antes de sucumbir a una enfermedad mental de origen hereditario, en tallar exquisitas miniaturas acerca de una vida cotidiana poblada de personajes e impresiones que viene de la noche cuando ésta es más oscura. Un autor admirado por Kafka, Thomas Mann, Musil, Canetti, Walter Benjamin o Cladio Magris entre otros.