Diego Marín Aguilera fue un inventor y uno de los precursores de la ciencia aeronáutica en España.
Era hijo de Narciso y Catalina, que eran agricultores y ganaderos de Coruña del Conde, Burgos. Al morir su padre, se hizo cargo de sus siete hermanos menores. Era muy ingenioso y dio muestras de una gran inteligencia.
Diego fue inventando pequeños artilugios con los que hacer mas fácil el trabajo de sus vecinos:
Un artilugio para mejorar el funcionamiento del molino que aún se conserva sobre el Arandilla, otro para los batanes o molinos de agua y otro para aserrar los mármoles de las canteras de Espejón.
El investigar el funcionamiento del viento para fabricar estos aparatos hizo que pensara en la posibilidad de poder llegar a volar como las aves. Se fijó en el vuelo de las águilas que pasaban por encima de la torre del castillo.
Pensó que tenía que construir un aparato más pesado que el aire para poder transportar a una persona. Cazó águilas y buitres, estudió sus alas y plumas, con las que construyó un aparato para volar.
Con ayuda del herrero del pueblo fabricó el armazón y unas articulaciones de hierro de forja para las alas que les daban un movimiento de abanico, y unos casquillos o estribos donde debían de ir metidos los pies.
Tardó seis años en construir la máquina.
El planeador tenía una envergadura de unos ocho metros y cuerpo con más de cuatro metros. Su superficie estaba recubierta de plumas y, sus alas, contaban con una especie de alerones controlados por medio de manivelas.
La cola, podía orientarse por medio de dos estribos. Un “avión” tan grande no puede ser manejado por una sola persona, así que Diego pidió ayuda a algunos amigos, como Juan Barbero y su hermana.
El 15 de mayo de 1793 por la noche, Diego, su amigo Joaquín Barbero y una hermana de éste, subieron el gran avión de plumas a la peña más alta del castillo de Coruña del Conde.
Se lanzó al vacío diciendo:
“Voy a Burgo de Osma, de allí a Soria y volveré pasados unos días”.
Alcanzó de “cinco a seis varas” de altura sobre el punto de partida rumbo de Burgo de Osma, hasta que llegó a descender al otro lado del río después de haber hecho un recorrido de “431 varas castellanas” (unos 360 metros).
El motivo fue que se rompió uno de los pernos que movían las alas. A la mañana siguiente los vecinos de Coruña al enterarse , se burlaron de Diego, creían que estaba loco y quemaron el invento. La inquisición, dijo que la quema fue buena, al librarle de accidentarse por insistir
Seis años más tarde murió en su pueblo natal a la edad de 44 años.
El Aeropuerto de Burgos tiene, desde mayo de 2009, una placa en homenaje a Diego Marín y su hazaña.
En su pueblo natal existe un avión, monumento del Ejército del Aire de España.
El Programa de televisión Al filo de lo imposible, realizó un programa en conmemoración de Diego Marín Aguilera.
Hay una película sobre este personaje y su hazaña titulada “La fabulosa historia de Diego Marín“, de 90 minutos, filmada en 1996 en los escenarios naturales de su vida.
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