La fortuna no te hace demonio
Alisa Zinóvievna Rosenbaum, aka Ayn Rand, puso de manifiesto en 1957 el poder del empresario frente al regulador, el gobierno, aunque con ciertas connotaciones poéticas y casi eróticas sobre el poder de la patronal que no puedo compartir, pero a grandes rasgos venía a confirmar en su libro «La rebelión de Atlas» lo que ya otra gran personalidad estudió años antes, en 1916 en la obra «Imperialismo, fase superior del capitalismo».
El Lockout es una maniobra agresiva de la patronal para coaccionar a un gobierno intervencionista, que, prácticamente está prohibida en todos los países del mundo capitalista, que ven un riesgo para el sistema la oficialidad de su derrota frente al capital. Pero Ayn Rand describe perfectamente esta situación, desde el punto de vista muy particular de ella misma, con una enorme admiración, digo adoración por el empresario.
No se puede negar que el objetivismo ha sido un exceso de manifestación del poder de la patronal, de la erótica del poder, y de la capacidad de crear ejércitos de fanáticos de cualquier cosa. Y eso lo vemos claramente en Apple inc.
Y la peor consecuencia de un extremo, es la reacción. Cuando nada se extremiza, todo sigue discurriendo sin cambios. Cuando algo se extremiza (sé que esa palabra es inventada) es evidente que surgirá una reacción, que infunde un periodo de alta entropía hasta que todo vuelve a discrurrir por el centro, en ausencia de extremos.
Y el objetivismo ha generado una suerte de odio al empresario que se ha llegado a convertir en estigma, dificil de lavar.
No es así en España, donde la conjunción del objetivismo con la herencia fascista que desprecia al trabajador y lo convierte en una alimaña sin derecho ni a la vida, es perfectamente justificado el estigma del patrón malnacido.
Pero a lo que voy en mi disertación, sólo hace falta que un empresario anuncie una buena acción, una buena y no como la de Amancio Ortega, que ya le estamos buscando las cosquillas para acabar demonizándola.
Y tal es el caso de Jeff Bezos, que anunció la creación de Bezos Earth Fund, con una donación de 10.000 millones de dólares (eso sí que es una donación y no lo de Amancio Ortega) para la lucha contra el cambio climático, y ya se le ha buscado tres patas al gato.
A pesar de asegurar que esta fundación no financiará empresas privadas ni gobiernos, sólo acciones propuestas por ONG’s y a las propias ONG’s de caracter ecologísta, ya es un nuevo demonio Jeff Bezos.
Automáticamente las sospechas estuvieron servidas, y poco después, los trabajadores de Amazon se quejaron de esto, a la vez que se enorgullecían mediante un comunicado oficial de «Amazon Employees for Climate Justice Statement on Bezos Earth Fund» de estar detrás de los motivos por los que Bezos tomó esta decisión. Y a la vez que lo criticaban, se enorgullecían de haberlo provocado «El anuncio de Bezos muestra cuán efectivo es cuando los empleados hablan sobre el cambio climático»
Las enormes donaciones de Gates y Bezzos tienen mas de filantropía de aquel que ya ha consegido plantarse en el 1 de Forbes y empieza a buscar reconocimiento a su persona por las buenas acciones y no por el poder. Así vemos por ejemplo a Bill Gates donando 100 millones de doláres para la búsqueda de una vacuna contra el coronavirus de Wuhan, o antes haber donado hasta 30.000 millones de dolares en acciones benéficas como crear escuelas en África, la búsqueda de tratamientos contra el cáncer, entre otras.
Pero la filantropía no está bien vista en un empresario poderoso, por la herencia del camino recorrido, de sus malas artes y competencia desleal para llegar a lo mas alto.