Y antropocéntricos como somos, siempre se ha reconstruido la anatomía de Homo erectus con una caja torácica tipo Homo sapiens, estrecha y en forma de barril. Sin embargo, un estudio reciente cambia por completo el cómo vemos esto. Pues por primera vez, un equipo de investigadores se ha dado a la tarea de reconstruir el aspecto de la caja torácica de este antiguo viajero.
Para ello, se emplearon los fósiles del ejemplar: KNM-WT 15000, mejor conocido como el niño de Nariokotome o niño de Turkana. En este trabajo, se exploró la forma de las costillas, el ángulo y la forma en la que éstas se articulaban entre las vértebras y la presencia de potenciales deformaciones en los fósiles. Además, este estudio consideró también la variación existente entre adultos y jóvenes, con lo que se logró obtener de forma bastante acertada la forma de la caja torácica de Homo erectus.
Los resultados sugieren que en realidad, esta especie no tenía una morfología tipo barril como nosotros, sino que poseía, como Homo neanderthalensis, una caja torácica en forma de campana: estrecha cerca del esternón y amplia hacia la parte baja. Pero, a diferencia del Neandertal, los H. erectus poseían una caja aún más primitiva y pequeña, casi como la de los Australopithecus.
Estos resultados sugieren que Homo erectus, aunque primitivo, tenía una mayor capacidad respiratoria y que nuestra caja torácica reducida evolucionó recientemente, en el linaje que condujo a nuestra especie. Además, estudios como estos dan cuenta de lo mucho que damos por sentado en cuanto a nuestros parientes extintos y que aún nos queda muchísimo por descubrir.
Fuente:
Bastir, M., García-Martínez, D., Torres-Tamayo, N., Palancar, C. A., Beyer, B., Barash, A., ... & Torres-Sánchez, I. (2020). Rib cage anatomy in Homo erectus suggests a recent evolutionary origin of modern human body shape. Nature Ecology & Evolution, 1-10.