Puntual, estructurada, dinámica, con el foco muy claro, participativa, constructiva... Vamos, que lo tiene todo.Llega el momento clave en que se asignan tareas o acciones. Perfecto. Vamos bien.Pero justo en ese instante, al sonriente y efectivo brujuleador de la reunión, de manera inconsciente e imprudente, le da por hacer comentarios evaluativos sobre la dificultad de la tarea. Peligro.Corre el riesgo de cargarse el efecto positivo que había conseguido con su efectividad.Todos hemos oído comentarios del estilo:
- Esto como es complicado, mejor lo haces tú (¿qué pasa con el resto? ¿que no damos para más?)
- Esto es sencillo, lo haces tú (¡imagina si se suelta justo después de la frase anterior!!!)
- Tampoco es tan difícil…(¿no os entran unas ganas incontrolables de contestar "pues hazlo tú?")
- Esto para ti es fácil (¿osea que no tiene mérito alguno?)
- Esto se hace rápido (¿alguien tiene un cuchilloooo?)