El pelo afro y la protección frente a abusos sexuales en los niños

Por Negraflor @NegraFlor_Blog



En la entrada anterior de la sección Afro Psicología os hablaba sobre la importancia de no tratar de obligar ni convencer a los niños a que acepten que otras personas les toquen el pelo en contra de su voluntad.

Casualmente, la semana pasada he participado en una reunión sobre prevención de abusos sexuales en la infancia.

En esta charla, uno de los consejos para potenciar la protección ante abusos es no obligar a los niños a dar besos a otras personas (conocidas o no) si no quieren.
Asimismo, recomendábamos no tratar de obligarlos a saludar a desconocidos que se acercan espontáneamente por la calle o a aceptar caramelos u otras chucherías de personas que inician una interacción con ellos si conocerse previamente.

El motivo de todo esto es que, cuando recomendamos a un niño a que dé un beso en contra de su voluntad o salude a un desconocido, le estamos transmitiendo que debe complacer siempre al otro, por encima de sus deseos o gustos.

ón, por querer pertenecer a ungrupo (algo muy social e injuzgable). Pero ese no es el problema, el real conflictoexiste cuando creemos que podemos o debemos, de alguna forma, hacer que el otroesté de nuestro lado, pensando lo mismo que yo, creyendo que somos iguales ydesconociendo esa individualidad que nos hace humanos. En ese momento nos sentimoscon el derecho de mal tratar para conseguir ese fin tan esquivo, justo ahí cometemosel error de olvidarnos que el otro también piensa.No daré soluciones posibles al problema, creo que eso se nos enseña en pre-básico, yel que logró aprender lo olvida con el ego de la “madurez”. Solamente diréque mientras más intolerantes somos, menos nos comunicamos y mientras menos nos comunicamos, menos comunidad somos. Mientras esté endisputa si una asesora del hogar debe o no debe vestir uniforme, nos olvidamosque trabajan más que el horario legal en Chile. Mientras puteamos a una mamáporque se expresó de una u otra forma (no digo que estoy de acuerdo o no con lodicho en su entrevista), nos olvidamos del libre albedrío (que tanto nos gusta a algunos). Y, mientras secrucifica a un joven por el hecho de discriminar, lo discriminamos a éltambién... de vuelta.