El peor de los escenarios

Publicado el 30 noviembre 2011 por Carmentxu

En el peor de los escenarios posibles. Por ahí zigzagueamos. Siempre miré cauta las presentaciones en que, intentando dar un zarpazo a lo que depara el futuro, se establecían tres escenarios posibles y, en función de cada uno, se hacían las previsiones y se establecían prioridades de actuación. Titular después algo así me sumía en la perplejidad y optaba por tirar del peor. A partir de ahí, todo iba a ser mejora, así que… Además, las malas noticias venden más y mejor. Ahora, ya instalados en el peor de los escenarios posibles, con el que ni siquiera se habían atrevido los más cenizos, nos movemos en turismo por la superficie de Plutón.

¿Y qué hacemos? Recortar. Si con todos los recortes de cara a la galería y a los mercados para que los ciudadanos lo noten bien, por si quedaba alguna duda, sólo se ha menguado el déficit unas décimas, eso quiere decir dos cosas: que esos servicios a los que ahora todos estos políticos-marioneta están apuntando con el dedo no son el gran montante del gasto de lo público y que los recortes, por tanto, se están haciendo donde duele y no donde se ataja la enfermedad, es decir, y por poner un ejemplo conocido, en los indecentes emolumentos, dietas, complementos y pluses de jefes, subjefes, directores, subdirectores, responsables de departamento, encargados de división, secretarios, subsecretarios y demás personajes elegidos a dedo que pueblan despachos y antesalas. Ellos, mientras siguen los recortes y ya no caben en los titulares de tan grandes que son, saben que van a vivir a cuerpo de rey sin apenas complejos y sin tomar decisiones ni quemarse durante cuatro años. Una vez acabe el mandato de los dueños de los dedos que les han colocado allí, también saben que permanecerán en barbecho en algun otro cargo subsidiario para volver de nuevo a la vida pública otros cuatro años. Y así sucesivamente… Podrán hasta costearse un seguro sanitario privado, aunque cuando tengan algo verdaderamente grave (que no les deseo en absoluto, faltaría), deban correr a esos servicios públicos que ahora denostan y que siguen siendo de los mejores del mundo, pese a sus ataques de guerrilla.
Por cierto, no nos va a hacer falta empacharnos estas navidades comiéndonos a los ricos, como propone Occupy Wall Street: se devoran entre ellos.