Leía en el blog de Antonio Muñoz Molina esa costumbre instaurada de no llamar a las cosas por su nombre, no decir "privatizar" sino "externalizar la gestión", al igual que se empezó a utilizar la expresión "daños colaterales" para las víctimas inocentes de los conflictos bélicos, y ahora todos la utilizamos y la vemos como algo con sentido, con contenido, no como una expresión vacía y criminal. Como no se podía decir "crisis" en la campaña electoral del 2008 sino desaceleración económica; o como ahora, que no se dice que nuestro presidente desprecia al Congreso y por extensión a toda la opinión pública, sino que son "cuestiones de agenda" sus escasas comparecencias ante las Cámaras. La falta de respeto ya no llega solo en el contenido de las no explicaciones que dan a todos y cada uno de los escándalos que se filtran, ahora también está en la forma. Presentarse ante la prensa de tu país como lo hizo Rajoy hace una semana es sin lugar a dudas la falta de respeto más escandalosa que he vivido como ciudadana adulta y con derecho a voto. Es que no sabe él lo importante que es en una sociedad democrática el derecho a la información, o es que está tan seguro de esa base social acérrima a su partido que no necesita razones y que siempre le darán su apoyo. Parece que sólo a ellos se dirige el presidente, que sólo para ellos gobierna. La frustración de tantos al ver como en este país nadie da explicaciones, nadie siente que tiene que darlas, debe recordarles a muchos a aquélla que sentían en años muy recientes de nuestra historia en los que las explicaciones a los poderosos ni siquiera se les pedían. Que en este país la gente mienta libremente, engañe y actúe de forma nada ética sin que ninguna dimisión se produzca, que sigan inventado expresiones sin sentido, creando conjunciones que nada dicen. Cómo se puede permitir que en este país la ministra de trabajo, perdón, de Empleo y Seguridad Social, diga que está "muy moderadamente satisfecha" con las cifras del paro; que lo diga además en sede parlamentaria sin que nadie ponga el grito en el cielo. ¿Es que tan tontos les parecemos?, la rabia que muchos sentimos al escuchar estas palabras es sólo la guinda de este pastel de desprecio y falsa oratoria que sufrimos desde hace muchos años. Lo que ocurre es que el daño mayor que se nos puede hacer está perpetrado: no es que no nos demos cuentas de que como tontos nos tratan, es algo peor, estamos convencidos de que no hay alternativa ni esperanza, comulgamos con ruedas de molinos ante este crimen porque han conseguido que todos creamos que es lo que los políticos hacen, que no hay que esperar otra cosa, que no van a dar explicaciones, ni abrir un debate real sobre nada porque es lo propio de todo el que gobierna. Este es el más triste de los resultados posibles de estas operaciones de eufemismo y palabras, palabras y palabras que no dicen nada.
http://antoniomuñozmolina.es/2013/01/al-pan-pan/