Escribimos este artículo por San Valentín, pero es válido para cualquier momento del año. ¿Qué quieren los pequeños comercios? Que los clientes regresen. Fidelidad. ¿Y cómo conseguir que estos clientes asocien la satisfacción con comprar en la tienda? Regalando felicidad. Breve, inesperada, pero que se fija en la memoria.
Digamos que es una técnica de venta que va de la mano de las emociones, que crea un momento de ocio, de distensión y de genuina sorpresa.
La idea es la siguiente:
1. Podemos situar un cuenco con papelitos sobre el mostrador de la tienda. Los papelitos estarán doblados y contendrán haikus, poemas cortos.
2. Cuando un cliente pase por caja, le diremos que escoja un papelito, que se trata de un juego, que le vas a regalar un haiku con la compra. Algunos preguntarán ¿qué es un haiku? “Es un poema japonés, zen y muy breve. Muchas veces tiene más sentido del que parece a primera vista”.
3. Pide siempre permiso para leerlo. Si el cliente lo concede, lo leerás con la entonación y la pausa que requiera la letra.
Poco importa,
si sale el sol o la noche,
seguimos vivos.
Cerezo en flor
y recuerdo de seres queridos,
tan lejos de aquí.
"Ven, ven", le dije
pero la luciérnaga
se fue volando.
Claro de luna, ¿hasta dónde llega el olor del almendro?
Noche cerrada,
incierta, llegas tú...
Se hace la luz.
Eres mi vida,
tortilla de patata,
como te amo.
Las luciérnagas
temen su reflejo
en el agua.
Despierta con rocío
el musgo que anoche
pisaron los jabalíes.
Canta, canta, canta,
junto a su tomate,
el grillo en su jaula.
(Antonio Machado)
Un mundo que sufre
bajo un bello manto
de flores.
Es primavera en mi cabaña,
absolutamente nada,
absolutamente todo.
Cuando se derrite la nieve,
vuelven a nacer
las rosas.
Las noches son breves,
¿cuántos días más,
aún por vivir?
Todo va fluyendo,
los sueños de las libélulas
en las burbujas de agua.
Suben las hormigas
una hoja de hierba
y en solo un instante la bajan.
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