El Periodismo avanza en paralelo a los medios de comunicación

Publicado el 02 noviembre 2012 por Rubenbaston

Año 2020: Tras 25 años de tensión permanente entre Google y los medios de comunicación, estos han logrado escapar a su yugo.

Al principio, los medios habían aceptado de forma natural su presencia en el buscador. En ese y en otros. Los veían como una forma de llegar a más gente, de darse a conocer en Internet.

A medida que la importancia de Internet crecía, a medida que los dueños de los medios empezaban a saber qué era eso de La Red, empezaron las tensiones por monetizar su presencia online. Descubrieron que no era tan fácil, de hecho, era imposible, lograr el mismo volumen de ingresos en Internet que en su modelo tradicional. Y pusieron su punto de mira en el mensajero.

- Ese, sí, el Google ese. Él consigue ingresos por traernos tráfico y a nosotros… nada. Google no genera contenidos, no aporta valor. Somos nosotros, el cuarto poder, el Cid Campeador de la sociedad moderna, los que generamos la información. Es de justicia que nos pague.

Los medios tenían mucho poder. En algunos países, como Alemania o Francia, se plantearon legislar para obligar a Google a pagar a los canales, si enseñaba anuncios en búsquedas que se “beneficiaban” de sus contenidos. En otros, como Brasil, la industria periodística se organizó para boicotear a Google y, ante su negativa a pagar, se dieron de baja de Google News.

¿Qué sucedió?

Google se negó de plano a pagar por los contenidos. Insistió en que él era un generador de tráfico. Que el problema era, en todo caso, de cada medio si no lograba ser rentable con el tráfico que recibía.

Los medios asumieron orgullosos al inicio la bajada en sus visitas. Ojo, es muy diferente darse de baja de Google News, que de Google, en general. Dijeron que no les interesaba ese tipo de público infiel y generalista. Se plantearon modelos cerrados, de pago, por suscripción, que igual que sucedía antes, no llegaban a pagar sus estructuras de altos costes fijos.

Y recortaron costes fijos: menos periodistas, más texto para cada uno, más baratos, más necesitados.

Mientras tanto, siguió creciendo una segunda capa de creadores de contenidos, vilipendiada por las marcas tradicionales del periodismo, que con mucho menores costes fijos y mayor flexibilidad, entendían a Google (y a Bing y a Twitter y a Facebook) como un socio y no como un ladrón.

Al principio, la gente no los conocía y temía por su credibilidad. Pero a medida que la calidad de los medios tradicionales fue empeorando y que incluso figuras reconocidas del antiguo régimen periodístico se fueron pasando al nuevo sistema, el problema de la fiabilidad se rebajó hasta dejar de existir. Es más, la gente empezó a generar vínculos mucho más directos y estrechos con los creadores de contenidos, olvidada la fría intermediación puramente televisiva o empapelada.

Estos creadores empezaron replicando el modelo anterior. Primero, colocaron publicidad. Pero fueron completando esto con iniciativas más creativas. Su alta especialización los hizo ser muy atractivos para marcas afines que les ofrecieron acuerdos transparentes de colaboración o de generación de campañas conjuntas o patrocinio de secciones o de contenidos. Y más tarde, como en su momento rompió el mercado iTunes o sorprendió la Wikipedia, se extendió el micropago. Difícilmente imaginable que una comunidad se sienta tan vinculada a una empresa periodística como para sostenerla con micropagos. En cambio, esto sí fue posible con periodistas y creadores de contenidos individuales.

Fue en ese momento, cuando los pocos los periodistas que aún trabajaban en los medios de comunicación tradicionales se despertaron y se dieron cuenta de que habían estado luchando en el bando equivocado, que los medios buscaban su propia continuidad y no la de sus profesionales de la comunicación, que la democracia no dependía de sus medios sino que el pueblo tenía que saltárselos para buscar una veracidadmás ligera de intereses; que el dinosaurio eran los medios tradicionales.

PostPost: Dedicado a Juan Luis Cebrián y sus 13 millones de desvergüenzas. Con todo el impulso para los periodistas de El País, de Galicia Hoxe, de A Nosa Terra, de CRTVG… y para tantos tantos profesionales a los que animo a que descubran que ellos son la democracia y no sus medios.

Imagen | Almusaiti

Publicado originalmente en el blog de Elogia.

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