Si bien los transportes públicos son el escenario perfecto para observarlos, la calle tiene sus privilegios. Ayer por ejemplo, desde la ventana de la casa de Damian en Notting Hill, pude ver a una mujer cruzar la calle trotando. Lo raro fue que al cruzar, la mujer se paró y comenzó a llamar como quien llama a su pichicho al único ser vivo que estaba del otro lado de la calle, un gato roñoso que casualmente -pensé- estaba mirándola.
Esperando estar equivocado y ver aparecer algún: Dalmata, Ovejero, Labrador, o cualquier raza de perro que amerite ir a correr con su amo, para mi sorpresa cruzóse el gato y en trote entrenado siguió a su dueña hacia lo que presumo era el parque para comenzar su tarde de Fitness. (un gato cualunque, pero se las traía)
Cuantas veces en tu vida viste correr a una mujer con su gato al lado y éste siguiéndola cuál Lassie?. No estoy acusando de loca a la mujer, pero fue una escena por lo menos extraña.
Ver cosas extrañas en la gente es moneda corriente. Este es un mundo donde la vida introspectiva, a punto de olvidarse del entorno y ponerte a hablar con tu amigo invisible no molesta y hasta en algunos casos me arriesgaría decir que se agradece.
En una era donde en cualquier momento salen supositorios para que te fotografíes el colon, lo imprimas y se lo lleves a tu medico, no es extraño que siguiendo la tendencia de gente rara, estén los otros, de aparente normalidad inmortalizando gente con teléfonos celulares casi imperceptibles.
El mejor lugar: el transporte público.
El tube de Londres es rápido sin mucho traqueteo y con la dulce voz femenina de fondo indicando el nombre de las próximas estaciones y combinaciones. Una atmósfera donde el que no está leyendo o charlando, se convierte en la "chusma del tubo". Me pasa, te pones a mirar a la gente, el que esta fuerte, la que se salió con el pijama -y no es un eufemismo- o el grupo de mujeres que salen de una despedida de soltera pero se olvidaron de sacarse los pendientes en forma de pene (xxl). No es extraño que te sientas tentado en sacar fotos, pero ya algunos se avivaron e institucionalizaron el vouyerismo para llevarlo a la web.
Un sitio británico oficializó la tendencia: fotografiar gente rara, interesante o atractiva en el metro londinense. El sitio tubecrush.net tiene sus políticas -tampoco van a andar sponsoreando a cualquier mamerto sacando fotos por que si-. No solo son los responsables de haber desparramado al mundo esta tendencia sino que cuando piden fotos, solo lo hacen de hombres o mujeres que sacan a otros hombres. Debe ser que las tomas del macho hetero promedio sacando tetas o culos no tiene mucho rating -yo los banco igual, ojito eh-
A veces no solo el de dinero es el que te deja fuera del sistema, para hablar de casos mas extremos. Uno no puede dejar de pensar en las interminables historias que hay detrás de esas personas que, como la mujer que observé anoche en el bus, hablaba enojada consigo misma, se levantaba de su asiento, se volvía a sentar y lloriqueaba mirando un celular que posiblemente no funcionaba. Estos no son los que uno quiere fotografiar, mas bien tendemos a evitarlos por esa rara proyección que inevitablemente hacemos de nosotros mismos. Son hombres y mujeres que se les nota, en muchos casos, un pasado sano y con restos de una vida que se ve mas allá de sus miradas perdidas.
En el anonimato de la polis, la locura y lo extraño es parte del atractivo y del color. Londres cuenta con edificios y lugares fabulosos, pero su gente y los que no somos de este lugar, tenemos el permiso que se le da a los locos: Caminar sin ser vistos, llorar sin ser escuchados y disfrutar del derecho de ser diferentes sin ser señalados.
Escrito por Sergio Feldmann