El perro, el gato y la gallina ( Carlos González )

Por Juntoatudoula

Picoteaba un día una gallinaentre unos desperdicios de cocinacuando le sobrevino un deseo urgentede alzar la vista al frentey caminar con paso vacilante(el cuello para atrás y para adelante)hacia un montón de paja allí dispuesto.Cacarea, se sienta, se menea,pica, repica, suplica, tuerce el gesto,se levanta, se vuelve, cacarea,puja, empuja, apretuja y pone un huevo.Un gato, que de todo fue testigo(aunque el suceso no era nada nuevo)reflexiona, lamiéndose el ombligo:“A las puertas del siglo XXI,y que aún pongan los huevos de uno en uno!”No alcanza a comprender su alma felinaque una simple gallina,no sabiendo de ciencia, ni de oficio,sin el auxilio de gente preparada,ni acceso al beneficiode la moderna técnica avanzadaesté a poner un huevo autorizada.Se acerca el gato a un perro que dormitaal sol junto al corraly al oído unas frases le musitaen tono coloquial:“¿Se ha fijado, colegaen cómo pone la gallina,ciega al peligro,sin método ni nada?Hemos de poner fin a un sufrimientoque hace de las gallinas instrumentode la naturaleza desatada.”“Tiene razón”, responde el aludido,“que es la puesta una empresa complicadapara hacerla en un nido.Hay que abrir un centro veterinario,a modo de huevario,en el que sea la puesta controladay el huevo por expertos atendido.”Buscar deciden, pues, a la gallinaque a la puesta parezca más cercana,y resulta ser tal la Serafina.El gato le pregunta:“Dime, hermana,¿no notas de algún huevo la venida?”“Nada noto” — “¡Es puesta retenida!”“Hemos de proceder sin dilación.Estírate para la exploración.”“¿Me siento así?” —“¡No, tonta, boca arriba!”Procede a desplumar el perineo(¡qué vergüenza!).“Colega, ya lo veo.Con una lavativa y una infusión de hormonas adecuadahabremos de inducir ahora la puesta;y una vez dilatada,hacer palanca con una cucharay recoger el huevo en una cesta.”(Hubo de dar el gato una tajada,porque, si no, no entraba la cuchara.)Ya se extiende la voz:¡Por fin la ciencia da respuestaa este problema diario!Las gallinas, con suma diligenciaacuden al huevario.Y es fama que de ciento que allí ponenson las cien boca arriba desplumadaslas noventa tajadas,las cincuenta inducidas,cuarenta instrumentadas,y algo más de treinta salen con un buen corte en la barriga.Tan sólo una recela:nuestra amiga que iniciaba esta historia.Porque es gallina vieja,que ya ha puesto mucho huevo en la vida,y todo esto le huele más a esclavitud que a gloria.¿No ha de tener mi cuento moraleja?Hela aquí:Mujer, no seas gallina,y si lo eres, sé gallina vieja.Pregunta al que entusiasta te aconsejamétodos tan científicos y nuevos.“¿Ayudas tú en verdad a la gallina,o sólo vienes a tocar los huevos?”
Dr. Carlos González