La entrada El pescado, ¿alimento tóxico o esencial para la salud?, escrita por Joseph de la Paz apareció por primera vez en Vitamina Vegana.
En los últimos años mucha gente se pregunta si es malo comer pescado. La preocupación por los alarmantes niveles de toxicidad del pescado se ha generalizado. El mercurio encabeza la lista de sustancias nocivas, pero no es la única. Por otro lado, toda la vida nos han vendido que el pescado es uno de los alimentos más saludables que existen, entre otras cosas, por contener Omega 3.
¿Qué hay de cierto en estos temores? ¿Cómo se ha convertido el pescado en un alimento tan tóxico? ¿Hay diferencia entre la toxicidad del pescado capturado en el mar y el que se cría en piscifactorías? ¿Qué podemos hacer al respecto y qué alternativas tenemos para obtener el Omega 3?
La pesca de captura y la acuicultura
A medida que la pesca comercial ha ido diezmando las poblaciones de animales marinos en los océanos, en las últimas 3 décadas, la producción de pescado en cautividad, o acuicultura, ha explotado. Hoy en día, esta industria representa aproximadamente la mitad del pescado que se consume en el mundo.
La acuicultura consiste en criar peces y alimentarlos en cautividad, sea en grandes jaulas marinas cerca de las costas o en piscifactorías construidas en tierra firme. El siguiente gráfico muestra la evolución histórica de la producción mundial de pescado, por captura y por acuicultura:
La industria sostiene que la cría en cautividad es la solución a los problemas causados por la pesca. Sin embargo, como veremos a continuación, la acuicultura no resuelve ni siquiera el problema de la toxicidad del pescado. Más bien al contrario, lo empeora.
Bioacumulación y biomagnificación
Para entender por qué el pescado tiene niveles tóxicos tan altos hay que entender varios factores. El principal es la biomagnificación.
La bioacumulación es el proceso por el cual los organismos acumulan cada vez mayores cantidades de sustancias tóxicas en sus cuerpos. Al ser sustancias extrañas que han invadido los ecosistemas marinos, los peces son incapaces de deshacerse de ellas, y las toxinas se acumulan en su cuerpo, principalmente en el hígado, los tejidos musculares y las grasas.
La biomagnificación es el proceso por el cual las sustancias acumulados en el cuerpo de un animal se propagan a lo largo de la cadena trófica en una concentración cada vez mayor.
En el caso de la vida marina, ocurre de la siguiente manera: un pez pequeñito ingiere una cierta cantidad de toxinas que queda atrapada en su cuerpo. Luego, es devorado por un pez más grande, que a su vez es devorado por uno mayor y así sucesivamente. De esta manera, los peces grandes y medianos, acumulan un porcentaje mucho mayor de sustancias tóxicas que los peces más pequeñitos. Obviamente, estas toxinas terminan dentro del cuerpo de quien se come ese pescado.
El mercurio en el pescado
La actividad humana en la era moderna ha tenido consecuencias nefastas para el medio ambiente. Una de ellas es la gran cantidad de mercurio en los océanos a causa de la minería y determinadas industrias. Normalmente, las pequeñas algas marinas absorben ese mercurio. Pero los peces herbívoros, al consumir las algas, se intoxican con el mercurio.
El mercurio es un metal pesado que puede tener graves consecuencias para la salud. No todos los tipos de pescado contienen los mismos niveles de mercurio, y parece haber un cierto nivel de toxicidad que el cuerpo humano puede aguantar. Por este motivo, la mayoría de países recomiendan algún tipo de cálculo para controlar la cantidad de mercurio que la gente ingiere a través del pescado.
Además del mercurio, preocupa cada vez más la presencia de microplásticos en los océanos. Estas diminutas partículas de plástico, que se desprenden de las toneladas de basura que la humanidad vierte al mar, entran a los cuerpos de los peces y forman parte de cualquier bocado de pescado que come la gente.
Los policlorobifenilos (PCB) o bifenilos policlorados
El mercurio y el plástico no son las únicas sustancias tóxicas con las que hemos contaminado los océanos. Quizás la más peligrosa de todas sean los policlorobifenilos (PCB) o bifenilos policlorados. Se trata de sustancias químicas sintéticas usadas intensivamente durante el siglo XX para la construcción de sistemas eléctricos e hidráulicos.
Aunque en los EEUU se prohibieron ya en el año 1979, los PCB no desaparecen por arte de magia. Se encuentran en los océanos y en los cuerpos de casi todos los animales marinos.
Para los humanos, su ingesta puede causar varias enfermedades como cáncer, infertilidad y disfunción sexual, así como pérdida de facultades cognitivas. Un estudio de la Universidad de Illinois concluyó que los consumidores de pescado con un alto nivel de PCB tienen dificultad en recordar cosas que han aprendido 30 minutos antes. Pero el mayor peligro de los PCB amenaza a los humanos que aún no han nacido. En estudios realizados en EEUU y Canadá, se ha estimado que bebés nacidos de madres con altos niveles de PCB tenían una capacidad cognitiva de 5 a 7% menor que la media.
Pescado tóxico en la acuicultura
Los peces criados en piscifactorías y en jaulas marinas no son inmunes a toda esta cadena de intoxicación. A estos peces carnívoros, los alimentan principalmente con aceites y harina de pescado proveniente de los océanos, además de cereales transgénicos y ocasionalmente proteína de animales terrestres. La quinta parte de los peces capturados en alta mar son destinados para alimentar a los peces en cautividad.
Además, estos peces son criados en condiciones de hacinamiento extremo. Esto les causa unos niveles de estrés altísimos a los animales y provoca la aparición y el desarrollo de muchas enfermedades. Por ejemplo, entre un 10% y un 40% de los salmones criados en la industria de la acuicultura mueren antes de llegar al mercado.
Por este motivo, la industria utiliza enormes cantidades de hormonas (para acelerar el proceso de crecimiento) y de antibióticos (para reducir las muertes prematuras). Estas sustancias se agregan al mercurio, los microplásticos y los PCB que estos peces acumulan al alimentarse de peces más pequeños provenientes del océano.
Fuentes vegetales de Omega 3
Los ácidos grasos Omega 3 son un nutriente esencial para la salud humana. Cumplen varias funciones en nuestro organismo, como fortalecer las neuronas. Tradicionalmente, se ha relacionado la obtención de Omega 3 a la ingesta de pescado. Sin embargo, estos ácidos grasos provienen de las plantas (marinas y algunas terrestres). Si consideramos que el consumo de pescado implica ingerir una importante dosis de sustancias tóxicas, nos conviene averiguar cuáles son las formas de conseguir Omega 3 directamente del reino vegetal, sin pasar por los intermediarios que son los peces.
Las principales fuentes vegetales de Omega 3 son:
- Semillas de linaza molida
- Nueces
- Aceite de lino
- Aceite de canola
- Aceite de soja
- Tofu y otros derivados de la soja
- Semillas de chía
- Semillas de cáñamo
- Germen de trigo
- Espirulina
También existen suplementos de Omega 3 elaborados a partir de plantas y que cumplen perfectamente su función nutricional.
En definitiva, hoy sabemos que, por lo general, el consumo de pescado supone un riesgo para la salud debido a su elevado porcentaje de toxicidad. Los beneficios nutricionales que la gente suele buscar al comer pescado (proteína, omega 3) se pueden conseguir fácilmente con alimentos de origen vegetal.
Para los amantes del “sabor marino”, cada vez existen más productos hechos con algas que satisfacen el paladar de los sibaritas más exigentes, como los que puedes encontrar aquí, aquí o aquí .
Si a todo esto le sumamos el sufrimiento de millones de animales sintientes y las terribles consecuencias medioambientales de la destrucción de la vida marina (¿ya viste el documental Seaspiracy?), la decisión de no consumir pescado es inevitable.
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