Hoy toca una típica escapada veraniega a uno de los múltiples pueblos marineros de la fantástica costa asturiana, en esta ocasión al Imperial puerto de Tazones, a 11 kilómetros de Villaviciosa, entre esta y Gijón. Hay por facebook, una nueva moda de crear grupos que dicen algo así como, “No eres de… si no has hecho tal cosa…” bueno pues esto bien podría aplicar a nuestra visita. No eres de Gijón si no has ido a Tazones a comer un arrocito marinero. En tazones hay bastantes restaurantes, pero nosotros en esta ocasión nos acercamos al restaurante el Pescador, justo frente al acceso peatonal de la pequeña playa local. No es un local especialmente grande, pero su terraza sí que lo es, y las vistas son fantásticas, junto al mar.
En nuestra visita pedimos de entrantes unos fritos de pixín y unos calamares. En ambos casos muy buenos. De principal teníamos un arroz marinero para cinco, con andaricas, gambas y almejas. Estaba realmente bueno, de sabor intenso y en su punto, ni muy suelto ni muy meloso, y los bichos que decimos por aquí, también muy buenos. A mi personal mente me gustaron las almejas, por las que no suelo apostar mucho cuando como fuera.
De postre tome un flan de chocolate blanco, muy rico, pensado para los amantes del dulce más dulce que puedas imaginar.
Todo esto regado con una botella de rueda, agua, cafés (invitados) y pan por un precio aproximado de 32 € por cabeza, incluida propina.
En principio puede parecer caro, pero creo que teniendo en cuenta el sitio y el producto no está muy desencaminado. Lo que más subió el precio fueron los fritos, sin los cuales estaríamos hablando de 27 € por cabeza. Las raciones son bastante curiosas y el servicio bueno, si bien tardaron más de lo normal en tomarnos nota de los postres y cafés.
Creo que el pueblo, por lo pintoresco y lo histórico, bien merece una visita para luego dar un paseo por el puerto como si fuéramos Carlos V, el primer día que piso territorio peninsular en este puerto allá por 1517, o algún dinosaurio jurasico de los que dejaron sus huellas en la playa, y de paso bajar el arroz…
Un cuatro lametones