El peso de una sombra

Publicado el 12 marzo 2012 por Duermevela
-Padre, soy homosexual, por eso no me confieso. -¿Y qué tiene que ver una cosa con la otra? -dijo sin mostrar rechazo alguno ante la confesión de Clarice. -Se supone que, según mandan los cánones, tendría que confesar como pecado algo que para mí no lo es, que soy homosexual. -¿Y quién dice que ser homosexual es pecado? -Padre, por Dios... -En efecto, por Dios bendito, ¿quién lo dice? -Ustedes. -Vamos a ver, doctora Serrano. ¿De veras cree que Dios va a valorar a quién amas? ¿No crees que tiene mucho más sentido pensar que lo que juzgará será el modo en que has amado? Si has sido leal a tu pareja, honesta con ella, si le has procurado todo el bien que podrías... -Eso es lo que pienso, padre, pero reconózcame que, por desgracia, no todos los curas son como usted. -Afortunadamente. Soy un neurótico.

El peso de una sombra de Esther Peñas