El petróleo barato: ¿hay implicaciones más allá del medio ambiente?

Por Everde @BlogEverde

Plataforma de extracción de petróleo. Foto: elestímulo.com La caída del precio mundial del petróleo está pasando de ser un tema que sólo concierne a los expertos a motivo de conversación de barra de bar. Pocos recursos nos afectan tanto como este combustible de origen fósil hasta el punto de tener que reconocer que el mundo occidental -en sentido económico y no geográfico- es un mundo ‘petroalcohólico’. Efectivamente el petróleo, el barril Brent de referencia en Europa, ha perdido en apenas cuatro meses una cuarta parte de su valor hasta marcar mínimos en los últimos cuatro años. La macroeconomía y la geopolítica pueden explicar esta fuerte bajada. La demanda de crudo ya no crece al ritmo esperado por el temor a una tercera recesión en Europa y el enfriamiento de la economía china; a esto se le une un escenario de sobreoferta por el aumento de la producción de petróleo no convencional en EEUU y por la constatación de que la inestabilidad tanto en Oriente Medio como en el Norte de África no ha afectado a la extracción de petróleo. Hay otra explicación de carácter geopolítico para la bajada del precio. Sobre esto volveremos.
Hay tres consecuencias de esta bajada del precio del crudo; una medioambiental, otra económica y una última, geopolítica. Cada lector puede poner el orden de prioridad que desee pero todas ellas están directa, pero también difusamente, relacionadas. La primera consecuencia de la caída del precio del crudo es de índole medioambiental. Hoy nadie discute que el sector energético tiene un papel protagonista en las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de origen antropogénico. De ahí el interés que ha despertado el reciente acuerdo entre China y EEUU, si bien se trata de un acuerdo sobre aspectos cuyas debilidades hemos tenido oportunidad de señalar en un artículo que publicará en breve la revista Environmental Sciences and Policy. Se trata de una investigación conjunta con el profesor José Manuel Rueda y la profesora Rocío Román de la Cátedra de Economía de la Energía y del Medio Ambiente que patrocina la Fundació Roger Torné. La pregunta sería: ¿en cuánto puede aumentar la demanda de petróleo en respuesta a su abaratamiento y en cuanto aumentarían las emisiones de GEI? Si ponemos el foco en la parte de la energía eléctrica que se genera a partir de derivados del petróleo, los datos en España nos dicen que, en el caso de abaratarse la factura eléctrica, la reacción de la demanda será muy limitada. Por cada euro que disminuya el recibo de la luz, la demanda de los hogares repuntaría en no más de 26 céntimos. Son los cálculos que acaban de publicarse en la revista Electrical Power and Energy System de un trabajo liderado por el profesor Desiderio Romero. Algo parecido ocurriría si la bajada del precio del petróleo se trasladase a los precios de los combustibles a pie de gasolinera, aunque esto aún no se ha producido y, a tenor de los precedentes, tampoco se auguran bajadas significativas. Sin embargo, la demanda de energía sí es mucho más sensible a cambios en la renta disponible y ello porque la demanda de equipos electrónicos de los hogares responde mucho a cambios en la renta. Por cada euro adicional de renta disponible, la demanda de electricidad de los hogares españoles aumenta en 30 céntimos a corto plazo y en 43 céntimos a largo plazo. Por tanto, si el menor precio del petróleo se trasladase a los precios finales de la electricidad,el repunte de las emisiones de GEI vendría no por un aumento directo de la demanda de electricidad sino por un aumento indirecto vía mayor equipamiento electrónico de los hogares. La lección es clara: hay que poner el foco en conseguir equipamientos energéticamente eficientes. También hay que seguir transitando hacia una economía baja en carbono mediante la sustitución de energías ‘sucias’ por otras más ‘limpias’. La revistaUtilities Policy acaba de publicar un artículo sobre el reemplazamiento de plantas de ciclo combinado por centrales de biomasa para generación eléctrica, en la que he tenido la oportunidad de colaborar junto con otros investigadores de la Cátedra de Economía de la Energía y del Medio Ambiente que patrocina la Fundació Roger Torné en la Universidad de Sevilla. La segunda consecuencia que se expone es la económica. Hay dos efectos económicos directos: el primero es el de un abaratamiento en los costes de producción de las economías importadoras siempre que el menor precio del petróleo se traslade a los precios de la energía final (básicamente electricidad o combustibles derivados del petróleo). Según un cálculo delFinancial Times, la bajada del precio del petróleo equivaldría a una inyección  en la economía global de 660.000 millones de dólares.
El precio del petróleo ha bajado hasta los 80 dólares el barril. Foto: expansion.com El segundo efecto económico permite enlazar con la deriva geopolítica del abaratamiento del petróleo. Con un precio por debajo de los 80 dólares el barril alcanzado en las pasadas semanas, es posible que dejen de ser rentables los yacimientos de petróleo no convencional (‘shale oil’) y los situados en aguas ultraprofundas. Los primeros se explotan mediante la técnica de fracturación hidráulica (fracking), que supone inyectar en la tierra agua con una mezcla química a alta presión para romper la roca y liberar petróleo o gas atrapado en ella. La técnica requiere que la perforación sea continua. Aunque no son pocos los países con este tipo de yacimientos, EEUU es el que mayor uso ha hecho de ellos hasta el punto de cambiar su rol de importador a exportador de petróleo. Los yacimientos en aguas ultraprofundas más importantes hasta ahora están en Brasil. ¿Es rentable explotar estos yacimientos a precios por debajo de los 80 dólares? La extracción de un barril de petróleo convencional en Arabia Saudí (el mayor productor mundial de crudo) tiene un coste de entre apenas cuatro y seis dólares, mientras que utilizando la fracturación hidráulica en Estados Unidos cuesta de media entre 50 y 70 dólares. Hay analistas que sostienen que, al precio actual, el 50% del petróleo no convencional estará fuera del mercado. Esto explicaría que Arabia Saudí estuviese dispuesta a mantener el precio del petróleo incluso por debajo de los 70 dólares durante los próximos dos años. Su posición dentro de la OPEP es radicalmente contraria a la de Venezuela, partidaria de reducir la producción de crudo para subir los precios. No obstante, el interés de los sauditas trasciende lo económico. Y es que un petróleo barato es un mal escenario para países como Irán, Irak y Siria, lo que es tanto como decir que es malo para los chiítas, un resultado muy valorado por el principal productor mundial de crudo. Pero un petróleo barato también es un mal negocio para Rusia, aliado clave del régimen sirio de Bashar Al-Assad. En definitiva: hay implicaciones de alcance que justifican que la bajada del precio del petróleo se haya colado en las conversaciones cotidianas. Por José Manuel Cansino: doctor en Economía y director de la Cátedra de Economía de la Energía y Medio Ambiente de la Universidad de Sevilla-Fundació Roger Torné. Publicado en fundrogertorne.org