El verdadero problema es que usamos demasiado petróleo. Es así de simple y así de complicado. Si de verdad queremos reducir nuestra vulnerabilidad a los altos precios, la mejor manera de hacerlo es reducir el consumo - Richard Heinberg, autor de Peak Everything
la oferta de petróleo ya no puede atender a la demanda de un mundo que lo necesita para crecer de manera rápida
Hoy os traigo una muy interesante entrevista con Antonio Turiel Martínez. Es científico, licenciado en Licenciado en Físicas, Matemáticas y Doctor en Física Teórica por la Universidad Autónoma de Madrid (donde estudié yo también por cierto) y actualmente trabaja como Científico titular en el Institut de Ciències del Mar del CSIC. Desde hace algún tiempo, vengo leyendo algunos artículos sobre un fenómeno que seguro que muchos de vosotros, como yo, puede que no conociérais, el Peak Oil. Si queréis saber un poco más os recomiendo que echéis un vistazo a estos vídeos que os dejé hace un tiempo. Pero lo mejor es que el propio Antonio nos cuente qué es el Peak Oil, y por qué deberíamos estar informados sobre ello.
Aviso, como muchos de mis post, la entrevista es larga pero merece la pena, por vuestra comodidad podéis usar Readability o Printliminator y leerla cómodamente en papel más tarde.
Lo primero de todo Antonio, es darte las gracias por ofrecerte a hacer esta entrevista. Te paso las preguntas.
Eres físico de carrera, investigador en el CSIC en temas marinos y en un momento dado te da por abrir un blog llamado CrashOil, que trata sobre un fenómeno el Peak Oil o Pico del Petróleo, quizá poco conocido para la mayoría de nosotros, ¿por qué te lanzas a ello?
Hace casi trece años, cuando era post-doc en École Normale de París, supe del problema del Peak Oil un poco por casualidad. Hacía poco se había publicado el artículo de Colin Campbell y Jean Laherrère en Scientific American, “El final del petróleo barato” que con el tiempo se tomaría por la revitalización moderna del problema del Peak Oil, y al hilo de él se abrieron muchas webs. Un amigo me envió un enlace a una de esas webs, die-off.org y ahí comencé a informarme. La verdad es que die-off (“extinción”, en inglés) no es el mejor sitio para comenzar, pero de ahí pasé a “Life after the oil crash” de Matt Savinar, que tenía un planteamiento muy sintético y riguroso, y comencé a ver claras las aristas del problema. Por cierto que años después Matt Savinar se pasó a la astrología y la futurología: se ve que es difícil conservar la cordura cuando abordas estos temas.
El caso es que desde 1999 yo he sido consciente de que habría un problema con el petróleo, y desde entonces fui siguiendo el curso del precio del petróleo y las informaciones en los diarios generalistas, y ahí me di cuenta de que hay una fuerte disonancia entre lo que cuentan los diarios y lo que va pasando; hubo un período especialmente crítico, hacia el año 2005, en el que continuamente se hacían previsiones (de que el precio del petróleo bajaría, de que la producción aumentaría) que sistemáticamente se iban incumpliendo. Es entonces cuando empiezo a frecuentar ciertos foros especializados, como Crisis Energética (www.crisisenergetica.org) y algunos otros en inglés. Aquí comencé a alarmarme, y mi alarma llegó al máximo en 2008, cuando sucedió lo que cualquiera medianamente informado identificaría como un oil spike o pico de precios fruto de una oferta insuficiente. En ese momento, espoleado por un compañero de mi laboratorio, Jordi Solé, decido dar un paso adelante y comienzo a documentarme a fondo para poder explicar el problema en mi instituto… y fue en ese momento que vi clara la dificultad de hacer frente a un reto semejante. Entonces comprendí por qué se le da un perfil tan bajo a este problema, y es que no hay ninguna solución a este problema, ninguna que pase por mantener lo que tenemos ahora: ni renovables ni nuclear ni gas ni carbón ni una combinación de todo junto. Nada. La única salida es pilotar un inevitable descenso energético, pero nuestros líderes políticos no están preparados para difundir un mensaje así.
Yo tengo hijos, muchas veces lo comento en las charlas, y es precisamente por ellos por los que me he metido en este berenjenal, porque no tengo claro qué futuro les vamos a dejar y porque parece que, dejando las cosas a su libre albedrío, las condiciones de vida de la mayoría se van a ir degradando cada vez más, como ya está pasando. Mis hijos son la más importante de mis motivaciones para dar la cara y poner mi conocimiento al servicio de la sociedad en esta tarea de concienciación del grave problema global al que tenemos que hacer frente.
Y así comencé a dar charlas, y al poco otro investigador, Quim Ballabrera, me animó (por no decir “engañó”) a que abriera el blog, cosa que a mi no me apetecía en absoluto. Con el tiempo vi que el blog era una buena manera de mantener la información junta, con los enlaces relacionados agrupados en los posts, y poder recibir aportaciones interesantes de los lectores. Pero un blog es algo muy dinámico y va cambiando con el tiempo. En la actualidad el mantenimiento del blog me implica un esfuerzo considerable ya que intento sacar dos artículos por semana, aunque cada vez cuento con más aportaciones de los lectores, no todas de la misma calidad pero sí que todas son nacidas de la mejor intención y siempre aportan puntos de vista interesantes en este proyecto común que es buscar una transición en nuestras vidas hacia un sistema lo más justo y sostenible posible.
¿Nos puedes explicar en qué consiste el Peak Oil y por qué debería preocuparnos?
El Peak Oil es la llegada al punto de máxima producción anual de petróleo. Tras el Peak Oil el petróleo no se agota de golpe, sino que, simplemente, cada año que pasa se va produciendo gradualmente en menor cantidad. Pasarán muchas décadas, siglos quizá, antes de que el petróleo se pudiera agotar por completo, pero ése no es el problema.
El problema es que al ya no crecer la producción y encima tender a decrecer (porque todo indica que ya hemos rebasado prácticamente esa marca de máxima producción anual) la oferta de petróleo ya no puede atender a la demanda de un mundo que lo necesita para crecer de manera rápida, con importantes variaciones porcentuales del PIB cada año.
El petróleo es fundamental para nuestro modo de vida: se usa el petróleo en el transporte privado y en el de mercancías, en barcos y aviones, en la maquinaria que crea y mantiene nuestras infraestructuras (incluyendo los parques de energías renovables), en tractores y cosechadoras, sirve para hacer plásticos, reactivos químicos, pesticidas… Es una sustancia de una gran versatilidad y fundamental en la vida moderna, y difícil de sustituir, sobre todo a buen precio.
Es conocido (la Agencia Internacional de la Energía, que depende de la OCDE, lo recalca cada año) que hay una correlación muy estrecha entre aumento del PIB y aumento del consumo de energía, lo cual no debe sorprendernos porque energía es la capacidad de realizar un trabajo, y el petróleo es la principal fuente de energía del mundo (el 34%) y la más versátil. Al ir faltando el petróleo nuestra actividad económica tiende a decaer y, lo que es peor, afecta a nuestra capacidad de recuperar otras materias primas, porque nos fallan compresores, grupos electrógenos, camiones, excavadoras, etc.
Muchos argumentan, que en realidad no hay tal pico, que siempre se ha dicho que se iba a acabar el petróleo, y mira hasta dónde hemos llegado, ¿por qué ahora es diferente?
Una manida frase de quienes desacreditan la realidad, que no teoría, del pico del petróleo es la siguiente: “Hace 40 años decían que quedaba petróleo para 40 años; ahora han pasado 40 años y sigue quedando petróleo para 40 años: siempre se va encontrando más petróleo”. Quien hace esta afirmación o es muy ignorante o es muy malicioso. Petróleo no queda para 40 años, seguramente queda para siglos incluso, pero el problema nunca ha sido ése. El problema ha sido, siempre, desde que Marion King Hubbert enunció su entonces teoría en 1956, a qué ritmo se extraería ese petróleo.
Quienes dicen “queda petróleo para 40 años” hacen un simple cálculo: tomo las reservas de petróleo que conozco hoy en día y las divido entre el consumo anual actual, y ya está, ya sé cuántos años me quedan. El problema de tal cálculo es doble. Por un lado, no tiene en cuenta que el consumo anual crece año a año y típicamente se duplica cada 30 años o así. Por otro lado, lo verdaderamente grave es que no podemos extraer petróleo a un ritmo constante, y la producción de petróleo está, de hecho, está empezando ya a ser insuficiente para cubrir la demanda.
Si se mira la serie de informes mensuales de la AIE (Oil Market Report) verá que desde Enero de 2010 el mundo consume más petróleo del que produce (¡dos años ya!), y el faltante se está sacando de los stocks de la industria, pero tal situación no se puede mantener indefinidamente. Esta es la primera de las diferencias fundamentales respecto a otros momentos del pasado. Otra diferencia importante es la inelasticidad de la producción, es decir, que la producción de petróleo de la Tierra es bastante constante, independientemente de cuál sea el precio, contradiciendo los postulados del equilibrio del mercado entre oferta y demanda. El equilibrio del mercado debería ser capaz de, a precios suficientemente altos, encontrar alternativas o conseguir que se explotasen nuevos recursos. Nada de eso está pasando a escala significativa, porque el petróleo no es un bien más: es energía, y al final lo que importa para su producción es que se gane energía en el proceso de extracción.
Algunas técnicas de extracción muy agresivas nos permitirían acelerar el ritmo al que sale el petróleo, pero resultaría que gastaríamos más energía que la que luego nos devuelve el material extraído, y entonces, ¿qué sentido tendría? Aquí radica la gran dificultad para los economistas para entender el problema, y es que ellos lo reducen todo a factores monetarios sin tener en cuenta de que, en realidad, el dinero es un comodín del trabajo ergo energía necesaria para la producción de un bien, y que no se puede explotar una fuente de energía por encima de su potencial termodinámicos, es decir, de manera tal que no se gane energía y encima en cantidad suficientemente holgada.
Es por esa necesidad de ganar energía que la producción de nuestros pozos declina irremisiblemente. Y ésta es, por tanto, la última gran diferencia de la situación actual: estamos ganando cada vez menos energía con nuestros sistemas de producción, porque el petróleo que producimos o extraemos es cada vez más costoso energéticamente de producir y encima es de peor calidad, como los petróleos de aguas profundas, los petróleos de las arenas bituminosas del Canadá o de los esquistos norteamericanos, etc.
El concepto clave aquí, y que conviene repetir, es el de TRE: Tasa de Retorno Energético. Es la ratio entre la energía producida por una fuente y la energía consumida para producirla, durante su vida útil. Con una TRE por debajo de 1 ya no tenemos una fuente de energía, sino un sumidero (perdemos energía en el proceso) y sólo tiene sentido usar tal proceso para generar vectores de transmisión de energía; éste es el caso, por ejemplo, del hidrógeno o la electricidad. Con una TRE de 1 ya no interesa explotar una fuente de energía, puesto que se produce tanto como consume. Pero mucho antes de que la TRE llegue al valor crítico 1 la fuente no es utilizable para mantener una estructura social como la nuestra, con diversificación del trabajo y cierta complejidad: los estudios antropológicos de sociedades antiguas revelan que la TRE media de todas las fuentes de una sociedad debería ser por lo menos de 5, y posiblemente hasta de 10, para que se puedan mantener; esto es así porque la producción de energía es sólo una de las tareas de una sociedad; la energía obtenida ha de ser capaz de subsidiar otras actividades, como el cuidado de niños y grandes, la sanidad, la educación, la construcción de infraestructuras y su mantenimiento, etc. En la actualidad la TRE media del petróleo es de 18, pero hace un siglo era de 100, y los pozos nuevos tienen TREs por debajo de 10. ¿Hasta cuándo podremos mantener esta situación?
La gasolina está muy cara, el barril de petróleo también, ¿se debe esto al peak oil o puede ser más por el efecto de los especuladores de materias primas en los mercados? ¿pueden estar relacionados los dos factores?
Se tiene que entender que el mercado es, per se, especulativo y que por tanto la especulación, per se, no es mala. Alguien que compra unas acciones de una empresa o las vende es porque espera su precio suba o baje; especula con el curso futuro del valor y así acepta un riesgo, hace una apuesta. La especulación, la rumorología, el casino financiero per se no cambian la tendencia del mercado de valores, sólo amplifican sus variaciones. Otra cosa diferente es la manipulación del precio de las cosas, lo cual es por cierto un delito en todo Occidente. Cuando se habla de especulación generalmente la gente quiere decir acaparamiento, es decir, que alguien retenga parte de la materia para hacer subir los precios artificialmente. Nada de eso está pasando actualmente, como tampoco pasó en 2008; al contrario, el petróleo circula a toda velocidad y la reserva flotante (el petróleo almacenado en petroleros) está en mínimos, como lo estuvo en 2008. Sucede que, efectivamente, el mercado detecta la escasez actual y apuesta sobre ella, y eso hace que las variaciones sean más amplias, pero no hay ninguna manipulación a escala perceptible.
En cuanto a los combustibles, la situación es aún más compleja: por diversas cuestiones operativas las refinerías operan con unos márgenes de beneficio muy ajustados si el precio del petróleo es elevado, como lo es ahora, y en algunos momentos se vuelven negativos. Esto ha llevado a la quiebra a algunas refinerías importantes, como PetroPlus (que cuando quebró en Enero pasado producía el 4,4% de todos los combustibles consumidos en Europa) y al próximo cierre de hasta 60 refinerías por toda Europa, y algunas decenas más en EE.UU. Si no se revierte la situación la carestía de combustibles amenaza con ser aún más grave de lo que la del barril de petróleo podría indicar.
Hablando de materias primas, en tu blog, no solo avisas contra el pico del petróleo, sino que además, muchas otras materias primas también parecen estar cerca de ese pico, ¿qué impacto puede tener esto?
El impacto, obviamente, puede ser demoledor. Sólamente algunas indicaciones. Ya hemos comentado que el pico del petróleo parece pasado, o prácticamente lo está: el petróleo crudo (el que realmente se extrae del subsuelo) llegó a su máximo productivo en 2006, como ya reconoce oficialmente la AIE, y en cuanto a los sintéticos no parece que puedan aumentar mucho más su producción.
Pero es que el gas natural, incluyendo las aportaciones del tan cacareado gas de esquisto (shale gas) y de otras fuentes no convencionales (de piedras compactas, de lecho de metano,…), tendrá su pico productivo hacia el 2020.
En cuanto al carbón, se espera su pico de energía antes del 2020 (en volumen el pico será hacia 2040, ya que la mayoría del carbón por explotar es el de menor contenido energético).
Por último, el pico del uranio tendrá lugar entre 2015 y 2035, siendo la parte inferior de esta horquilla la más probable si nos fiamos de un artículo reciente del Dr. Michael Dittmar.
En suma, que las fuentes de energía que proporcionan casi el 90% de la energía primaria del mundo están condenadas a declinar en su producción en la próxima década, y algunas lo harán muy rápidamente, como es el caso del uranio. Añádase a eso los pasados o cercanos picos de algunas materias primas fundamentales: el plomo y mercurio en declinación desde 1980, el oro desde 2000, el cobre a partir de 2015… y comenzaremos a entender la gravedad radical de nuestra situación. Ciertamente en el caso de los metales el reciclaje puede amortiguar el problema, pero tampoco lo hará de manera indefinida, y además el descenso productivo tira al traste los planes de crecimiento económico y expansión que llenan las cancillerías del mundo.
En este artículo, afirmas que la crisis actual no acabará nunca, ¿por qué?
Lo he indicado un poco en las respuestas previas: para poder crecer económicamente se necesita crecer en consumo de energía y de materias primas. Se ha hablado mucho de la desmaterialización de la economía desde hace un par de décadas, pero la realidad, tozuda, es que los gráficos nos siguen mostrando que el crecimiento del PIB va paralelo al crecimiento del consumo de energía, y que en muchos casos la pretendida mejora de la intensidad energética de las economías occidentales sólo esconde la deslocalización vía globalización y un mayor consumo energético, porque las mercancías finales viajan mayores distancias. Así pues, si nuestro consumo de energía no puede crecer y tiende a decrecer, ¿qué puede hacer nuestra economía? Exacto, sólo decrecer. No quiere decir que descienda en todo momento, y que lo haga por igual en todos los sitios, pero la tendencia general a lo largo de los años es a decrecer. Y con nuestro sistema de deuda decrecer supone duros ajustes iniciales y finalmente la suspensión de pagos generalizada, incluso de los estados.
No hay posibilidad de revertir esta situación en tanto que no abandonemos el actual paradigama de nuestro sistema económico y productivo, y no hay la más mínima intención de hacer tal cosa, como podemos comprobar cada día en los telediarios, en los que sólo se habla de recuperar la senda del crecimiento. Eso hará el desarrollo de la crisis más dolorosa y la exclusión social más importante.
¿Son las renovables una alternativa a las fuentes de energía actuales? ¿Cuál crees que tiene mayor potencial?
Las renovables nunca podrán cubrir ni de lejos el hueco que dejan los combustibles fósiles y el uranio, no digamos ya mantener un crecimiento indefinido, que es lo que necesita nuestro sistema económico y productivo. Las energías de mayor potencial son la biomasa, la hidroeléctica, la eólica y las solares; todas las otras (geotérmica, undimotriz, mareomotriz, etc) tienen un potencial limitado, sólo explotables para usos industriales en entornos muy concretos y de escaso potencia a escala global.
La biomasa es, de todas las energías renovables, la que representa el mayor porcentaje en todo el planeta (alrededor de un 6% de la energía primaria). Implica una gestión muy cuidadosa para no arrasar los bosques y terrenos de cultivo, y para garantizar el retorno de nutrientes al suelo para que su gestión sea sostenible. Es difícil sacar mucho más de ella, y su rendimiento, medido como TRE, baja a medida que se industrializa su explotación.
La hidroeléctrica es una buena fuente, pero está muy explotada en el mundo occidental, donde su crecimiento potencial es muy limitado. Sólo produce electricidad (un vector energético especializado muy útil, pero inadecuado para ese 79% de usos no eléctricos de la energía final en España, datos del INE de 2008) y encima los pantanos deben ser dragados cada cierto tiempo para eliminar los sedimentos, lo cual baja su TRE.
La eólica tiene una buena TRE, alrededor de 20, aunque depende que los combustibles fósiles para su fabricación, instalación y mantenimiento, y sin ellos su TRE bajaría. Su gran talón de Aquiles, como ha mostrado un estudio reciente de la Universidad de Valladolid (Carlos de Castro et al) es que su potencial de generación energética equivale a una potencia media de 1 Tw a escala global, cuando en el mundo actual, donde el consumo de energía está injustamente distribuido, la energía consumida cada año equivale a una potencia media de unos 14 Tw.
La solar fotovoltaica tiene una muy mala TRE, del orden de 2, según un trabajo reciente de Charles Hall y Pedro Prieto. No se puede mantener una sociedad basándose sólo en la fotovoltaica, y por más que los nuevos materiales prometan mejorar sensiblemente el rendimiento de las placas la realidad es que tales placas consumen materiales escasos y energéticamente costosos, lo cual va en detrimento de su TRE. Su potencial a escala global, además, según otro estudio de De Castro et al por aparecer, es de sólo entre 1,5 y 4,5 Tw.
La solar de concentración tiene una TRE mejor, posiblemente de alrededor de 20, aunque falta un despliegue de esta tecnología a gran escala para certificar este valor. Usa materiales sencillos y es más fácil de operar, con lo que parece una tecnología más conveniente. Sin embargo, para optimizar el aprovechamiento de la misma, como mostramos en un artículo que publicamos recientemente en Energy Policy, se deben explotar los desiertos del mundo, donde las condiciones de trabajo son muy duras y el rendimiento de éstas u otras instalaciones será sin duda mucho menor.
En suma, teniendo en cuento los limitados potenciaes, TREs, disponibilidad de materiales, disponibilidad de capital y escala no parece verosímil que ningún mix de renovables pueda aportar más que una fracción, seguramente de un orden de magnitud inferior, de lo que se consume hoy en día, y eso con suerte.
Hace poco, en mi blog, dejé unos vídeos que trataban este problema, pero desde dos puntos de vista muy diferentes. En uno Peter Diamantidis (co-fundador de la Singularity University junto con Ray Kurzweil) afirmaba que, en contra de lo que cree todo el mundo, nos acercamos a la era de la abundancia eterna, ¿es esto posible?
Rotundamente, no, como ahora explicaremos.
Por ejemplo, afirma que tenemos acceso a infinita energía solar y que solo aprovechamos muy poco, que en cuanto mejore la tecnología, haciendo un paralelismo con la ley de Moore para la informática, se irán mejorando rendimientos y será cada vez más barata y más ubicua, ¿cómo lo ves? ¿puede la tecnología sacarnos de esta? Al fin y al cabo, se puede pensar, siempre hemos innovado.
Hay una cierta incapacidad de comprender que la Naturaleza nos marca límites y que la Ciencia, en realidad, nos recuerda contínuamente la presencia de tales límites, como por ejemplo a través de las Leyes de la Termodinámica. Hay un cálculo muy gracioso hecho por Tom Murphy en el blog Do the math! que pone en evidencia lo absurdo de pretender un crecimiento exponencial, del tipo buscado generalmente por nuestros gestores.
Murphy toma como base el consumo energético anual y asume que se pretende incrementarlo a un ritmo del 2,5% anual. Aparte de que en pocos siglos necesitaríamos intentar recoger toda la energía de nuestra galaxia, mucho antes habríamos aniquilado nuestro planeta: de acuerdo con el Primer y el Segundo Principio de la Termodinámica, la energía después de usada se disiparía en nuestro medio ambiente. En 200 años la temperatura sería lo suficientemente alta como para hacer hervir nuestros océanos; en 700 años como para fundir el acero.
La abundancia eterna sólo puede llegar por la vía de no necesitar, no por la de producir más. Cualquier otro punto de vista es tecno-optimista (tecno-narcisista, en realidad) y alejado del mundo real. El actual sistema de explotación capitalista y el consumismo nos han hecho creer que la tecnología siempre lo soluciona todo, cuando si se mira bien lo que hemos conseguido es una prosperidad relativa asociada al incremento tecnológico y del consumo energético. No tenemos infinita energía solar disponible, la que nos llega está muy dispersa y su rendimiento es muy bajo, y siempre lo será, es mera termodinámica.
En la otra charla, Paul Gilding, ofrecía la visión contraria, que realmente nos estamos enfrentando a un escenario de crisis total, que puede tener consecuencias muy feas. En parte coincide con tu visión, ¿crees este escenario más probable? ¿por qué?
Este escenario no sólo lo veo como el más probable, sino como el único posible y realista, por todas las razones que he expuesto arriba. Es muy bonito ensoñarse con tecno-fantasías de ayer y hoy, pero la realidad muestra que nunca acaban de llegar. ¿Dónde está el coche volador que debía transportarnos, decían en 1950, ya en los años 80? ¿Dónde están las colonias de la Luna, y de Marte, que tendrían que ser comunes hacia el 2000? Soñar es barato; ser sensato y planificar con realismo cuesta más. Es ridículo seguir soñando con Marte cuando con los pies en tierra tienes 5.300.000 parados en este país, y posiblemente nos situemos alrededor de los 6.000.000 a finales de este año, con todos los problemas de exclusión e inestabilidad social que eso genera.
En tu opinión, ¿qué deberían hacer los gobiernos para enfrentarse a este problema? ¿hay salida en el sistema político, económico y financiero actual?
Mientras no se comprenda que no hay posibilidad de crecer de manera duradera, sino que más bien la tendencia de base es al decrecimiento forzado con breves pausas, etapas de anémico repunte, no se hará nada coherente ni positivo. Mientras se anteponga el pago de la deuda, misión imposible en una economía que decrece (por eso nuestros dirigentes no quieren oír hablar de decrecimiento), a la preparación para una economía de la gestión eficaz y la austeridad, sufriremos cada vez más e innecesariamente, con un riesgo creciente de estallido social y de colapso.
No es fácil proponer una solución efectiva, y no me corresponde a mí el proponer tales alternativas, pero al menos sabemos por qué camino no vamos a ninguna parte.
En alguno de tus posts, apuntas a un futuro más local, menos dependiente de factores externos, como por ejemplo importación de alimentos, precisamente por el coste que tendrán los combustibles, ¿crees que podemos y/o debemos “volver al campo”? Y si es así, ¿sería sostenible dado el número de habitantes actuales del planeta?
Por cada habitante de este planeta hay ahora mismo unos 1.600 metros cuadrados de tierra cultivable. No es mucho, pero bien gestionado debería dar para alimentar suficientemente, incluso con cierta holgura.
Sin embargo, la gestión del campo tiene que volverse más sostenible, ya que nosotros hemos incrementado el rendimiento de los campos inyectándoles energía por medio de maquinaria, fertilizantes y pesticidas, de forma no sostenible y degradando el suelo. Posiblemente mucha gente deberá “volver al campo” pero probablemente no la mayoría; seguirán siendo necesarios tantos oficios y tantas profesiones. Lo ideal sería gestionar adecuadamente las necesidades y planificar lo mejor posible esta difícil transición. Yo no tengo la solución mágica a este dilema.
Muchos científicos, e incluso algunos ecologistas, afirman que la solución es la energía nuclear, ¿es así?
No, desde luego, con la tecnología actualmente a nuestra disposición, ya que, como hemos dicho, tenemos el pico productivo del uranio a la vuelta de la esquina. Los defensores de la energía nuclear dicen que con los reactores regeneradores, rápidos y térmicos, de la cuarta generación seremos capaces de re-aprovechar enormemente nuestras reservas de uranio y de combustible ya usado y tener energía para miles de años más; la realidad es que esta tecnología se está experimentando desde hace 60 años y no ha pasado de plantas de prototipo, un par de ellas cerradas por problemas de fugas de las sales fundidas usadas como refrigerante o moderador, y no por razones políticas como tantas veces se suele decir.
Para complicar más la situación, la TRE de las centrales nucleares está en entredicho, en buena medida porque no se suelen considerar los costes de gestión de residuos más allá de 60 años, que es el estándar de la industria, y los costes de desmantelamiento suelen estar subestimados ya que pocas veces se ha desmantelado ya una central completa; algunos estudios afirman que la TRE de la nuclear actual está por debajo de 10 y así sería límite o quizá inusable. Y para terminarlo de agravar, las centrales nucleares sólo producen electricidad, pero resulta muy difícil electrificar muchos usos de la energía, comenzando por el transporte privado (el coche eléctrico es una quimera, y ni siquiera los más osados hablan de alternativas reales de camiones eléctricos, excavadoras eléctricas o barcos eléctricos). Ni siquiera la energía de fusión parece una solución practicable, no desde luego durante esta década en la que deberemos pilotar la parte más dura de la transición. La opción nuclear no es más que otra tecno-fantasía, una promesa eterna que nunca acaba de cumplir.
Un problema que apuntas en tu blog, es que toda la energía que desde este mismo instante, no se esté empleando en hacer la transición a otro modelo, la echaremos de menos el futuro, ¿cómo se puede cambiar esta dinámica?
Pues usándola, claro está. Deberíamos reservar la abundancia actual para hacer la transición a un sistema de producción de alimentos y de agua potable que no se apoye tanto sobre los combustibles fósiles mientras vamos redefiniendo la sociedad y el sistema productivo por el camino. La única manera de implementar un cambio así, o empezar a implementarlo, ha de ser por una demanda social clara en ese respecto. De ahí la importancia de nuestra actividad de concienciación.
¿Podemos hacer algo como individuos realmente efectivo?
Por supuesto que sí, y a diversos niveles. A nivel personal, disminuyendo la exposición: reduciendo deudas, reduciendo gastos, redefiniendo expectativas, siendo más austeros, adquiriendo nuevas habilidades más útiles para una sociedad en regresión… Si nos vamos al paro, comprendiendo que quizá ya no saldremos de él y reorientando nuestra vida para hacerla más autosuficiente y sostenible, contando tanto como sea necesario con la ayuda de los demás y de redes de apoyos (cosa difícil en esta sociedad de individuos aislados pero absolutamente fundamental).
A nivel social, el asociacionismo es importante, porque da resiliencia (capacidad adaptativa de resistir los cambios). Se ha de influir en la ejecución de políticas que den sostenbilidad. Es mejor olvidarse de construir más aeropuertos, autopistas, carreteras, AVEs… y apostar por incrementar la producción local, las redes locales de distribución, la autosuficiencia…
En este informe, Carbon Free Nuclear Free, el científico Arjun Makhijani afirma que sí es posible ese cambio, ¿cuál es tu opinión? Si conoces el informe.
He visto informes semejantes, éste en concreto no. En todo caso, por lo que he dicho arriba sí que creo que este cambio es posible y sé que en realidad los ciudadanos tienen mucho más poder del que a veces creen tener.
Cuál sería la primera medida que debería tomar un gobierno para atacar este problema? ¿Y un ciudadano?
En cuanto al Gobierno, es complicado. Primero de todo informarse bien, sin sesgos, sin dejarse influir por lobbies y economistas “de cabecera”, sin pensar en el ciclo político sino en evitar un desastre. Después, aquí viene la acción política: empezar a diseñar un nuevo sistema y explicar su plan a la población, para hacer entender la necesidad de la cooperación de todos. ¿Cómo en concreto? Yo tengo mis ideas, pero no soy un experto sobre el tema.
En cuanto al ciudadano, lo dicho arriba: intentar ser lo más resiliente posible: evitar deudas, reducir gastos, prepararse para los cambios, adquirir nuevas habilidades, integrarse en una economía de cercanía más robusta que cubra sus necesidades, exigir cambios a escala política…
Te voy a plantear 3 escenarios de cara al futuro de las energías, me gustaría que asignaras cuál es la probabilidad que tiene cada uno de hacerse realidad. UNO, no hay tal peak oil, aún quedan muchos recursos por explotar, y la tecnología irá encontrando la forma de explotarlos. La economía mundial se recuperará tras la crisis y volveremos a crecer todos DOS, el peak oil está ahí, pero habrá una transición suave hacia nuevas fuentes de energía, y podremos seguir creciendo y viviendo como hasta ahora, gracias a nuevos avances tecnológicos en renovables. TRES. El peak oil se nos ha echado ya encima, y no habrá forma técnica de evitarlo. Nos espera un futuro con menos recursos, y la economía pasará a un modo de decrecimientos.
No hay ninguna duda posible, por más que algunos economistas clásicos intenten empañar el debate, que nuestra situación es la tercera. El consumo de productos petrolíferos en España ha caído ya más de un 15% desde el comienzo de la crisis, el de la electricidad cae como un 5% desde 2008, el paro aumenta, la producción de petróleo del mundo está estancada, más de 30 países productores en todo el mundo llevan décadas en declive terminal y nada indica que ese no sea el destino de todos los demás, las exportaciones de petróleo decrecen rápidamente desde 2005, la producción es inelástica… realmente, se ha de ser muy obcecado para negar todos estos datos fácilmente contrastables, y muy crédulo para buscar múltiples y cambiantes explicaciones ad hoc para justificar todos estos síntomas fácilmente explicables sacando el factor común que todos explica: la llegada del peak oil
Por supuesto, puedes añadir, también otro escenario posible.
Deseo que nuestro escenario sea el tres. Por supuesto que hay otros peores, incluyendo el colapso y la extinción, pero no tenemos por qué transitar esas vías.
Respecto a la movilidad. Nuestra sociedad está construida alrededor de los transportes, ya sea coche, avión, tren o barcos. En un escenarios de menos energía y recursos disponibles, ¿cómo crees que afectará a nuestro modo de vida?
La movilidad infinita es otra cara más de la necesidad de tener un consumo ilimitado y creciente. Sin energía nuestra movilidad será más reducida y más lenta, y nuestro ámbito de vida más local por fuerza. Eso implicará también una tendencia al decrecimiento de las grandes ciudades y un repoblamiento del campo y las ciudades pequeñas.
Muchas gracias por tu tiempo Antonio. Junto con la entrevista, si me lo permites, pondré a disposición de los lectores, tu presentación sobre el peak oil para que la tengan de referencia.
No faltaba más. A mandar.