El pincel encerrado, Marie Bracquemond (1840-1916)

Por Sandra @sandraferrerv
Marie Bracquemond soñó con ser pintora. Fue una niña nacida en una familia humilde que un día se convirtió en pintora, se enamoró del movimiento impresionista e inició una carrera pictórica que prometía ser tan prometedora como la de otras mujeres de la talla de Mary Cassatt. Pero resultó que su marido, un grabador de prestigio no aceptó que su esposa se uniera al grupo de pintores abanderados por Monet, Renoir o Cézanne. Fue su esposo quien cortó sus alas y la recluyó en el hogar, donde debían estar las mujeres. Ella, que había soñado con ser pintora, que salió a los jardines de Sèvres para inmortalizar el mundo, se rindió, agotada de luchar contra los estereotipos de género y dejó de pintar.

Marie Anne Caroline Quivoron nació el 1 de diciembre de 1840 en Angenton-en-Landunvez, una localidad situada en un rincón de la costa atlántica de Francia. Allí se ganaba la vida un padre al que no llegó a conocer, un capitán de barco que se había casado en un matrimonio concertado con su esposa y que falleció poco después de nacer Marie. Su madre se volvió a casar e inició una vida itinerante por varias ciudades hasta que la nueva familia, con una nueva hermana para Marie, se asentó en Étampes, al sur de París. 

Tenía unos diez años cuando Marie empezó a recibir clases de pintura y pronto su talento salió a la luz. En 1857 el Salón de París exponía su obra en la que había retratado a su madre, su hermana y su profesor. Poco después conoció al pintor Dominique Ingres e inició su aprendizaje en su estudio parisino. 

Autorretrato, Marie Bracquemond

La fama de Bracquemond empezó a crecer hasta llegar a los salones del palacio imperial. La emperatriz Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III, le encargó que pintara un cuadro, Cervantes en prisión, mientras que el director de museos de Francia, el conde de Nieuwerkerke la contrató para que copiara algunas de las principales obras maestras del Museo del Louvre. Fue entonces cuando Marie conoció al que se convertiría en su esposo, el pintor y grabador Félix Bracquemond. 

En la terraza de Sèvres. Museo del Petit Palais, Ginebra (1880)

Después de dos años de noviazgo, la pareja contrajo matrimonio en 1869. Un año después nacía su único hijo, Pierre, quien con los años se convertiría en el principal defensor de su madre y de su obra y escribiría una biografía de sus padres, La vida de Félix y Marie Bracquemond

Tres damas con parasol (o las Tres Gracias) (1880)

El matrimonio Bracquemond trabajó durante unos años en un estudio de arte en el que Marie diseñaba vajillas y paneles de loza, algunos de los cuales fueron expuestos en la Exposición Universal de 1878. Su marido le enseñó la técnica del aguafuerte con la que realizó varias obras expuestas en las Galerías Durand-Ruel en 1890. Marie no dejó nunca sus lienzos y por aquella época fue exponiendo varias obras en el Salón de París.

Fue por aquellos años cuando Marie Bracquemond conoció la obra que los impresionistas estaban realizando y su estilo empezó a cambiar. Salió del estudio y empezó a pintar al aire libre, en los jardines de Sèvres, con mentores de la talla de Monet o Degas. 

La merienda (1880)

Marie Bracquemond iba a seguir el camino de otras pintoras como Berthe Morisot o Mary Cassat, pero su marido no aprobó el nuevo giro artístico que tomaba su esposa, quien llegó a exponer en exhibiciones impresionistas. Su obra se expuso también en La Vie Moderne y en la Dudley Gallery de Londres. Hasta que la presión conyugal acabó dando sus frutos. En la década de 1890, cansada de las recriminaciones de su marido y las continuas trabas que le ponía a su trabajo, Marie Bracquemond dejó de pintar. Solamente realizó alguna pieza esporádica para algún amigo. Fallecía el 17 de enero de 1916 en París.