Luis Olmedo Calleja es un bloguero de altos vuelos. Ha dedicado gran parte de su vida al mundo de al aviación, sin olvidar su faceta culinaria. Su bagaje viajero se nota en su blog, My European Cakes, donde comparte recetas de toda Europa y América. Sobre todo se centra en repostería y pastelería, pero de vez en cuando, hay algún plato salado.
¿Queréis saber un poco más sobre Luis Olmedo? Pues leed la Entrevista Cocinista de a continuación.
En mi cocina sólo caben las cosas que son necesarias de verdad, no por el tamaño de las mismas, sino porque desde muy pequeño me acostumbre a realizar todas las elaboraciones muy a mano, como las hacían mis padres (los dos cocinan de maravilla) y mi abuela materna, sin ayuda de máquinas ultramodernas. El placer de la cocina handmade es incomparable.
¿Qué prepararías ante una visita inesperada?
En mi casa siempre tengo alguna botella de champagne guardada, que no dudo en sacar para acompañar con unos aperitivos improvisados. Por supuesto, si es con jamón de bellota mejor aún si cabe. ¡Es la perfecta bienvenida!
¿Sal o azúcar?
Ambos ingredientes me gustan a partes iguales. De hecho en la repostería siempre echamos una pizca de sal a las elaboraciones más dulces.
¿El mejor sitio para cocinar?
Cada vez que voy a la cocina de la casa de mis padres y me pongo a cocinar, siento que la comida toma unos matices de sabor y colores distintos. Debe ser por los olores y las sensaciones que he vivido años atrás cuando vivía allí, pero sin duda todo me sabe mejor.
¿Una canción para cocinar?
Me gusta estar concentrado cuando elaboro algún postre, pero cuando lo tengo acabado, me encanta escuchar música clásica (Verdi, Wagner, etc..).
¿El mejor ingrediente de Europa?
De Europa me quedo con algunas especias de la cuenca mediterránea: el azafrán, el romero, el tomillo… Suelo hacer muchos experimentos pasteleros con estas hierbas y darles un nuevo aire menos tradicional.
¿Y de América?
El cacao. Imagínate la cantidad de cosas que elaboramos hoy en día con esta fruta. Hasta cosméticos y medicamentos son obtenidos de la transformación del cacao. Es una maravilla de la naturaleza.
¿En qué película te infiltrarías para probar su comida?
Sin duda en la película Julie & Julia. Yo me he criado en Francia y ver en la película el desfile culinario de gastronomía francesa à l’ancienne (a la antigua usanza) en esas cocinas del Elysée (El Elisio) me encantó. De hecho había un plato en la película que preparaba mi abuela que era un repollo relleno de salmón y que cuando lo vi en pantalla me transmitió todos los perfumes de aquel plato que se preparaba en casa en algún día especial. Fue emocionante.
¿Con quién te gustaría compartir mesa?
Me agradaría mucho conocer a Christophe Adam, el gran maestro de los éclairs en París y consagrado pastelero. Y si pudiese compartir un día en su obrador ni te cuento. Le admiro de mucho antes de que estuviera al mando de las cocinas de Fauchon en Paris.
¿A qué país viajarías para probar su gastronomía?
Soy un fanático de la comida asiática. Mi anterior profesión en una compañía aérea, me dio la posibilidad de conocer prácticamente las cocinas más conocidas de todo el mundo. He de reconocer que la que más me gusta es la tailandesa y en más de una ocasión he organizado un viaje a Tailandia, no sólo para descansar sino para disfrutar de la infinidad de platos aromáticos y coloridos que tienen allí. Es todo un espectáculo.
Mójate… Recomienda un blog y una cuenta de Twitter.
Para los franco-italo parlantes recomiendo Un Déjeuner de soleil, un blog de una cocinera italiana residente en Francia y que nos regala un sin fin de recetas, consejos, trucos, bases de cocina, etc, siempre con un toque mediterráneo. Una cuenta de twitter que me sigo a diario es la de @KikoCasals, un cocinero español afincado en República Dominicana.
¿Un restaurante que nunca olvidarás? ¿Por qué?
La Tour d´Argent o la Torre de plata (traducido) en París. Fue uno de esos restaurantes que siempre recordaré. La primera vez que lo visité fue hace unos 25 años. Por aquel entonces contaba con 3 estrellas de la guía Michelín y recuerdo las vistas sobre Notre Dâme, el salón vestido a la francesa y un pato especialidad de la casa con una salsa de trufa del Périgord que jamás olvidaré. Mi primer restaurante en toda regla como manda los cánones.