EL PESO DE LA PERSONALIDAD¿Es tan magnífico vivir solo? Mònica Lapeyra, psicóloga, experta en programación neurolingüística (PNL) y risoterapia, explica que le parece curioso, creativo y divertido encontrarse con personas entre los 40 y los 50 que, después de una ruptura sentimental y de vivir solas un tiempo, deciden buscar un compañero de piso, aunque bien es cierto que en ocasiones es por necesidad a consecuencia de la crisis. “En la juventud compartimos piso frecuentemente por motivos económicos. En este nuevo fenómeno social también puede haber motivos económicos, pero también causas que no lo son. Por ejemplo, según cuentan los implicados, se trata de tener compañía y divertirse. Cuando no hay un imperativo dinerario y tampoco se trata de encontrar alguien con quien mantener una relación sentimental, el casting de los candidatos es más fácil. Las condiciones están definidas desde el principio”. Pero esta experta pone sobre la mesa otro aspecto que influye en la decisión de compartir piso o no. “Hay variables relacionadas con la estructura de personalidad de cada persona que influyen en que para unas sea más agradable vivir solas y para otras lo sea vivir acompañadas. En el Eneagrama (tradición sufí que describe nueve tipos de personalidad) podemos ver las diferencias entre los tipos de personalidades (eneatipos). Por ejemplo, el eneatipo Cinco, que se define como ‘el Observador’ y cuyo rasgo principal es la avaricia, es un personaje que disfruta de estar solo, en especial aquel en el que predomina el instinto de conservación o supervivencia, al que se denomina ‘Cueva’. En cambio, el eneatipo Seis, en el que predomina el miedo, a menudo está solo porque no se atreve a pedir por timidez, aunque a menudo le gustaría estar acompañado. No todo aquel que vive solo lo hace por elección propia”. Mònica Lapeyra también explica que en muchas ocasiones se suele relacionar el vivir solo con ser independiente, “y eso puede ser cierto en algunos casos, pero también es cierto que hay personas que viven solas porque no encuentran compañía, porque no saben convivir y prefieren aislarse antes que tener que esforzarse, o porque no se atreven a cambiar su situación por la de vivir acompañados porque les parece que no sabrán hacerlo, que es más complicado que vivir solo. Y aunque eso puede tener una gran parte de verdad, también es cierto que las personas que viven solas pueden volverse hurañas, tiranas y maniáticas con el tiempo”. Esta experta señala que compartir es una experiencia que brinda la oportunidad de crecer como personas porque hay alguien, el otro, que pone límites, “que nos señala qué les gusta y qué no de nosotros, que nos pide y que nos da feedback a través de sus acciones o de las conversaciones que se mantienen de facetas propias que no se desarrollan viviendo solo”.También hay ciclos vitales y de vida. “Hay temporadas en las que una persona necesita vivir solo para encontrar una parte de sí que no encuentra acompañado. Algunas personas deciden vivir solas en etapas de crisis existencial, porque eso favorece la reflexión, la concentración, a veces la práctica de la meditación, el autocuestionamiento, la introspección. Yo conmigo, y nadie más. Considero que es muy interesante para cualquier persona, con o sin crisis, pasar una etapa de la vida sola, porque facilita el encuentro con uno mismo”. Y para acabar propone una reflexión: “¿Por qué, si vivir solo se supone que es tan interesante, se vive desde la independencia y no hay que dar explicaciones a nadie, hay tantas personas que no ponen fin a su relación de pareja por miedo a estar solos, o ponen fin cuando han encontrado a otra persona?”.
EL PESO DE LA PERSONALIDAD¿Es tan magnífico vivir solo? Mònica Lapeyra, psicóloga, experta en programación neurolingüística (PNL) y risoterapia, explica que le parece curioso, creativo y divertido encontrarse con personas entre los 40 y los 50 que, después de una ruptura sentimental y de vivir solas un tiempo, deciden buscar un compañero de piso, aunque bien es cierto que en ocasiones es por necesidad a consecuencia de la crisis. “En la juventud compartimos piso frecuentemente por motivos económicos. En este nuevo fenómeno social también puede haber motivos económicos, pero también causas que no lo son. Por ejemplo, según cuentan los implicados, se trata de tener compañía y divertirse. Cuando no hay un imperativo dinerario y tampoco se trata de encontrar alguien con quien mantener una relación sentimental, el casting de los candidatos es más fácil. Las condiciones están definidas desde el principio”. Pero esta experta pone sobre la mesa otro aspecto que influye en la decisión de compartir piso o no. “Hay variables relacionadas con la estructura de personalidad de cada persona que influyen en que para unas sea más agradable vivir solas y para otras lo sea vivir acompañadas. En el Eneagrama (tradición sufí que describe nueve tipos de personalidad) podemos ver las diferencias entre los tipos de personalidades (eneatipos). Por ejemplo, el eneatipo Cinco, que se define como ‘el Observador’ y cuyo rasgo principal es la avaricia, es un personaje que disfruta de estar solo, en especial aquel en el que predomina el instinto de conservación o supervivencia, al que se denomina ‘Cueva’. En cambio, el eneatipo Seis, en el que predomina el miedo, a menudo está solo porque no se atreve a pedir por timidez, aunque a menudo le gustaría estar acompañado. No todo aquel que vive solo lo hace por elección propia”. Mònica Lapeyra también explica que en muchas ocasiones se suele relacionar el vivir solo con ser independiente, “y eso puede ser cierto en algunos casos, pero también es cierto que hay personas que viven solas porque no encuentran compañía, porque no saben convivir y prefieren aislarse antes que tener que esforzarse, o porque no se atreven a cambiar su situación por la de vivir acompañados porque les parece que no sabrán hacerlo, que es más complicado que vivir solo. Y aunque eso puede tener una gran parte de verdad, también es cierto que las personas que viven solas pueden volverse hurañas, tiranas y maniáticas con el tiempo”. Esta experta señala que compartir es una experiencia que brinda la oportunidad de crecer como personas porque hay alguien, el otro, que pone límites, “que nos señala qué les gusta y qué no de nosotros, que nos pide y que nos da feedback a través de sus acciones o de las conversaciones que se mantienen de facetas propias que no se desarrollan viviendo solo”.También hay ciclos vitales y de vida. “Hay temporadas en las que una persona necesita vivir solo para encontrar una parte de sí que no encuentra acompañado. Algunas personas deciden vivir solas en etapas de crisis existencial, porque eso favorece la reflexión, la concentración, a veces la práctica de la meditación, el autocuestionamiento, la introspección. Yo conmigo, y nadie más. Considero que es muy interesante para cualquier persona, con o sin crisis, pasar una etapa de la vida sola, porque facilita el encuentro con uno mismo”. Y para acabar propone una reflexión: “¿Por qué, si vivir solo se supone que es tan interesante, se vive desde la independencia y no hay que dar explicaciones a nadie, hay tantas personas que no ponen fin a su relación de pareja por miedo a estar solos, o ponen fin cuando han encontrado a otra persona?”.