El placer del surfero

Publicado el 09 abril 2014 por Oscar Ercilla Herrero @geologoentuvida

Hace unos pocos días, en el norte de Chile, entre las ciudades de Arica, casi fronteriza con Perú, e Iquique, se ha producido un terremoto de 8,2 y una réplica importante posterior de 7,4, además de varias decenas de más de 5,0. Ambos terremotos se esperaban, sobre todo el grande, donde los sismólogos llevaban anunciando que se produciría desde el que aconteció el 27 de febrero de 2010, que hizo temblar el centro del país, incluida su enorme capital, Santiago.

Entre ambos terremotos ha pasado poco más de cuatro años, tiempo suficiente para que el país y sobre todo sus autoridades supieran actuar con las medidas oportunas para que las desgracias personales no fueran tan dramáticas como en el ocurrido en 2010.

Ya hablé sobre lo preparado que se encuentra Chile frente a estos eventos geológicos que desde siempre han hecho moverse el suelo que pisan de forma ocasional. A veces solo son un movimiento sexy, como bien apuntó una vez un veterano geólogo chileno con el que tengo el gusto de trabajar. El miedo llega con los grandes y que no te pille en una planta alta.

Como diferencia principal entre 2010 y 2014 ha sido los niveles de alerta por tsunami. En 2010, aún con la memoria reciente por el tsunami que arrasó Sumatra en la Navidad de 2004, la red de alerta sísmica del Pacífico se empezó a incrementar a todos los países que comparten sus costas con el mayor océano del planeta, pero en Chile algo fallo.

El terremoto con epicentro cerca de la ciudad Concepción, pilló a muchos chilenos en la cama, otros tantos disfrutando de una noche entre amigos de una madrugada de sábado en las postrimerías del verano austral. Su magnitud fue de 8,8 y Santiago se despertó alterada. El frente de ondas llegó del sur, chocó con la base de la cordillera de los Andes y regresó, produciendo un movimiento circular en el terreno. Largos segundos, eternos. Todo el mundo queriendo que aquello parara. Y paró. Se acabó en tierra. Ahora solo había que saber si los nuestros estaban bien. Evaluar si el jarrón de la suegra al fin se había hecho añicos en el suelo o si los cuadros seguían colgados en la pared.

A unos cientos de kilómetros de allí, otros chilenos no sabían lo que había pasado. Se trataba de los habitantes del Archipiélago de Juan Fernández, donde está la isla de Robinsón Crusoe. Nadie les avisó de que el terremoto había producido un tsunami y que se aproximaba veloz a sus costas y a sus casas. Era de noche y nadie estaba alerta sobre el mar.

Las sirenas no sonaron y una niña, la hija de un carabinero, la policía del país, alerto tocando una sirena de un megáfono y con esa acción tan pequeña logró salvar la vida de muchos de sus paisanos, pero más de 500 personas no tuvieron la misma suerte y perecieron.

En 2014 las cosas han cambiado. Las sirenas sonaron a lo largo de toda la costa chilena. 5.300 Km desde Arica a Puerto Williams y las islas de Juan Fernández, que hacían un llamamiento a la población para que abandonaran las costas y fueran a lugares elevados. Hasta el parlamento, situado en la ciudad portuaria de Valparaiso, evacuó a todos los diputados que en aquel momento se encontraban en sesión, una de las primeras de la nueva legislatura.

Las cosas se aprendieron bien. La población reaccionó tanto por las medidas como el miedo que supone el recuerdo de lo ya vivido. Solo seis personas murieron, la mayor parte por paros cardiacos.

Todo esto me ha servido como introducción para explicar qué es lo que produce un tsunami. Esta palabra viene del japonés y se puede traducir algo así como ola de la bahía o del puerto, aunque también se puede llamar maremoto, nada que ver con la creencia de que un terremoto en el mar es un maremoto. Un terremoto en el mar sigue siendo un terremoto, pero que puede causar un maremoto.

Un tsunami es una ola que no es producida por la acción del viento, que es como se forman normalmente, sino por un evento puntual que provoca un desplazamientos brusco de una gran masa de agua cuya principal causa suele ser un terremoto.

Al producirse el terremoto en un punto cuyo epicentro es corteza oceánica, provoca que la mayor liberación de energía sea en esta zona, con movimiento de las fallas inversas de estas zonas de subducción. Esto hace que la masa de agua que cubre la corteza se desplace con ella, pero no subduzca, lo que provoca un alzamiento de las aguas en un punto determinado que es el punto de inicio del tsunami.

Con terremotos pequeños, hay desplazamientos pequeños y por lo tanto tsunamis pequeños. Pero en este caso la energía descargada fue mayor y la posibilidad de tsunami era real. El primer rasgo para determinar la llegada de un tsunami no es que los animales huyan, sino que el mar se contrae. Las playas aumentan su extensión rápidamente debido al desplazamiento del frente de onda que actúa succionando el agua con mayor ímpetu a medida que se aproxima a zonas donde la profundidad del suelo oceánico es cada vez más pequeña, ya que necesita rellenar el hueco dejado en su aproximación y al existir un menor volumen de agua necesita traerla de zonas más alejadas. Esto es lo que hace que los tsunamis sean tan destructivos, ya que al llegar a un punto donde no hay más agua que tomar, el agua arrastrada por la ola se debe liberar creando un torrente que corre a gran velocidad y con una energía tremenda.

Pero no todos los terremotos localizados en el mar provocan tsunamis. Si el terremoto produce el deslizamiento de una falla transgresiva, como la falla de San Andrés, es probable que no se produzca un tsunami. Pero también no todos los tsunamis son producidos directamente por terremotos. Otros eventos pueden provocarlos, como son derrumbamientos de laderas con gran desplazamiento de material, una erupción explosiva como fue el Krakatoa o Santorini (Mediterraneo) y muy circunstancial la caída de un meteorito en el mar.

Sea cual sea la causa los tsunamis son peligrosos y bien los saben los creadores de la palabra, cuyos puertos se encuentran preparados para estas olas que pueden llegar a ser más devastadoras que Godzilla a su llegada a Tokio. Por lo que si estáis en la costa, se produce un fuerte terremoto, no lo penséis dos veces, corre a zonas elevadas.