Hace aproximadamente un año llegaba Jackson Martínez a China tras una transferencia de 42 millones de euros convirtiéndose en el fichaje más caro del mercado. Un traspaso que comenzó a saltar las alarmas del fútbol europeo y mostró una fotografía muy significativa, el contraste sonriente de los empresarios con la indiferencia del delantero colombiano. Europa despertó ante una realidad que quería ocultar: la inversión china en el fútbol no era un capricho, como podrían haber sido las llegadas de Drogba y Anelka en 2013. Como segunda potencia económica mundial, la capacidad financiera no solo no está en duda sino que es el principal atractivo para impulsar el fútbol en un país donde predominan otros deportes como el tenis de mesa, bádminton, baloncesto, ajedrez o incluso béisbol.
Además de crear afición al fútbol dentro de su extensa población, esto también repercute en la sobrada economía China que ve una buena fuente de ingresos en la televisión. En 2015, China Media Capital adquirió los derechos televisivos para los cinco años siguientes por 1.2 mil millones de euros. Un excelente acuerdo aunque todavía lejano a los 7 mil millones euros que Sky y BT pagan por la Premier League para las próximas tres temporadas.
Es una bola de nieve: el dinero atrae a estrellas, se crea más interés tanto en la propia población como fuera, los derechos televisivos aumentan generando más dinero. Y otra vez a comenzar el bucle.
El problema es que las escuelas de fútbol, por muchos niños que tengan, no funcionan sin buenos educadores. En base a esto muchos entrenadores y formadores europeos están haciendo las maletas hacia Pekín donde ven una oportunidad profesional única: buenas condiciones y buen salario.
Impulsar el fútbol requiere de una relación bilateral constante con proteger el fútbol local. De esta manera a través de la legislación se quiere cuidar el fútbol local, porque el objetivo de este crecimiento no es otro que mejorar el propio fútbol chino. Esto ha provocado que la Liga China de Fútbol modifique la política sobre jugadores extranjeros reduciendo la cifra a tres (antes era cuatro). Si bien hay que especificar que se trata de jugadores extranjeros en el campo y por club.
Pero esta no es la única modificación del nuevo reglamento. Cada club puede inscribir cinco jugadores extranjeros, de los cuales solo podrá utilizar tres simultáneamente como he explicado anteriormente. Además, cada club estará obligado a inscribir, como mínimo, dos jugadores sub23, y además uno de ellos deberá estar obligatoriamente en el once titular.
Pero no solo se están creando reglas, también se han eliminado otras como la obligación de que uno de los jugadores extranjeros fuese de otro país asiático.
Por último, aunque se intente ocultar, los intereses económicos de China y sus acuerdos comerciales también están beneficiando al fútbol chino. A través del dinero se están adueñando de equipos europeos. Por ejemplo Suning compró el 68.55% del histórico Inter de Milán por 270 millones de euros. Pero no es el único: AC Milán, West Bromwich Albion, Wolverhampton, Aston Villa, Granada, Sochaux, OGC Nice, Auxerre, Newcastle Jets o ADO Den Haag son de propietarios chinos mientras que Manchester City, Atlético de Madrid, Espanyol y Slavia de Praga cuentan con participación.
A través de estos acuerdos se está incitando la entrada de jugadores chinos en el fútbol europeo, simulando un erasmus europeo a alto nivel para que los mejores jugadores chinos crezcan. Pero el mejor ejemplo de esta premisa está en Portugal. Primero con Qi Chen, que se convirtió en accionista mayoritario de la SAD de Torreense (Campeonato de Portugal Prio) y el acuerdo comercial entre Ledman y la Liga de Portugal.
Pero no todo es positivo en el crecimiento del fútbol chino. La infraestructura actualmente es caótica, este crecimiento tan rápido sin asentar las bases es peligroso y está ocasionando problemas. Aunque quizás el más grave es la corrupción. En 2013, 33 jugadores y dirigentes fueron sancionados por arreglo de partidos. Y aunque se han hecho esfuerzos por limpiar las organizaciones, sigue siendo una nube negra por encima del fútbol chino. Pero todo esto es teoría y al final solo el tiempo dirá como será el futuro de China.