La primera secuencia de El Planeta de los Simios: Confrontación (Dawn of the Planet of the Apes, EU, 2014) se conecta de manera directa con El Planeta de los Simios (R)Evolución (Wyatt, 2011), el primer episodio en esta nueva saga. Después de una ágil secuencia de créditos en las que se nos informa que durante el segundo periodo de Obama se desató la gripe simia -la enfermedad propiciada por los efectos secundarios provocados por el ALZ-113, la sustancia que convirtió a César en un simio inteligente-, vemos que han pasado diez años de esos acontecimientos, que buena parte de la población humana ha desaparecido -¿de plano se ha extinguido?- y que César y su colonia de cientos de changos -chimpances, bonobos, orangutanes, gorilas- viven en los bosques de San Francisco. Ahí, en ese bello escenario natural, vemos a César y a sus huestes simiescas organizar una actividad milenariamente humana: cazar. Así pues, las secuencias iniciales de las dos primeras cintas de la nueva saga, resultan perversamente especulares. (R)Evolución inicia con un grupo de seres humanos cazando y capturando a un grupo de simios, entre los que se encuentra la madre de César. En Confrontación, los cazadores son ahora los changos: César (Andy Serkis, convertido ya en el actor protagónico), su resentida mano derecha Koba (Toby Kebbell) y su fiel compañero Rocket (Terry Notary), entre muchos otros. En pocas palabras: César y sus simios son ya demasiado humanos para ser buenos.Aunque la cacería tiene éxito -logran matan a un ciervo-, César y compañía se enfrentan a un enorme depredador, un oso grizzly que deja marcado en el pecho a Ojos Azules (Nick Thurston), el hijo adolescente de César, para luego toparse con otro depredador mucho más peligroso, un ser humano, quien le dispara al hijo de Rocket. Este será el inicio de la inevitable e interminable confrontación del título en español. Los también guionistas de (R)Evolución, Rick Jaffa y Amanda Silver, más el recién llegado Mark Bomback, han creado en esta segunda parte de la nueva saga simiesca una fatalista y pesimista historia de confrontaciones sin fin. Aunque al inicio parece que los bandos están bien definidos -humanos vs. simios- la realidad es que el asunto, como en cualquier guerra que uno analice, es mucho más complejo. Hay enfrentamientos inter-especies, por supuesto, pero también en el interior de las mismas, pues mientras hay humanos razonables y pacificistas como Malcolm y su mujer Ellie (Jason Clarke y Keri Russell), hay otros cuyo temor, desprecio y odio por los simios es tal que están dispuestos a la auto-inmolación con tal de vencer a su enemigo (Gary Oldman). Entre los simios el panorama no es mejor: aunque nadie osa desafiar de frente el liderazgo de César, el maquiavélico Koba -no por nada el apodo de Stalin- planea cuidadosamente un gope de Estado, usando además el nombre del propio César para iniciar el ataque. Todo este polígono de enfrentamientos en el interior y exterior de los dos grupos sostiene el interés en el filme de principio a fin, por más que los personajes humanos salgan tan mal parados, pues no hay nadie entre ellos que logre crear una relación tan genuinamente emotiva con César como la que vimos en (R)Evolución entre él y su "padre" (James Franco) y "abuelo" (John Lithgow) humanos. Incluso, da la sensación que el personaje interpretado por Oldman fue recortado en la sala de edición o, en todo caso, fue escrito de forma tan torpe que el actor no tiene una sola oportunidad de lucimiento en toda la cinta. Tal vez era inevitable: frente al extraordinario trabajo actoral de Serkis y Kebbell filtrado a través de la teconología de la captura de movimiento, Clarke y Oldman -y ni hablar de Russell, que está de mero adorno-, no tenían manera de competir. Pero si el guión falla con los personajes humanos y los actores no-digitalmente-capturados tampoco dan el ancho, en el aspecto visual, el director Matt Reeves y su equipo -el diseñador de producción James Chinlund, su cinefotógrafo Michael Seresin, los encargados de F/X, et al- no merecen más que elogios. La creación de la ciudad de simios -empotrada entre las montañas, las cañadas y los árboles de los bosques de Marin County- es un triunfo de la imaginación, la secuencia de la batalla final -con todo y una virtuosa toma extendida en el centro del caos- es tan horrorosa como emocionante, y el enfrentamiento climático entre César y Koba es un inmejorable ejemplo de que no todos los cineastas hollywoodenses han olvidado cómo usar el espacio en una pelea (¿te fijas cómo se hace, Nolan?). En suma, al lado de Al Filo del Mañana (Liman, 2014), El Planeta de los Simios: Confrontación nos hace mantener la esperanza de que, después de todo, Hollywood todavía sabe hacer blockbusters inteligentes... cuando quiere hacerlos.
La primera secuencia de El Planeta de los Simios: Confrontación (Dawn of the Planet of the Apes, EU, 2014) se conecta de manera directa con El Planeta de los Simios (R)Evolución (Wyatt, 2011), el primer episodio en esta nueva saga. Después de una ágil secuencia de créditos en las que se nos informa que durante el segundo periodo de Obama se desató la gripe simia -la enfermedad propiciada por los efectos secundarios provocados por el ALZ-113, la sustancia que convirtió a César en un simio inteligente-, vemos que han pasado diez años de esos acontecimientos, que buena parte de la población humana ha desaparecido -¿de plano se ha extinguido?- y que César y su colonia de cientos de changos -chimpances, bonobos, orangutanes, gorilas- viven en los bosques de San Francisco. Ahí, en ese bello escenario natural, vemos a César y a sus huestes simiescas organizar una actividad milenariamente humana: cazar. Así pues, las secuencias iniciales de las dos primeras cintas de la nueva saga, resultan perversamente especulares. (R)Evolución inicia con un grupo de seres humanos cazando y capturando a un grupo de simios, entre los que se encuentra la madre de César. En Confrontación, los cazadores son ahora los changos: César (Andy Serkis, convertido ya en el actor protagónico), su resentida mano derecha Koba (Toby Kebbell) y su fiel compañero Rocket (Terry Notary), entre muchos otros. En pocas palabras: César y sus simios son ya demasiado humanos para ser buenos.Aunque la cacería tiene éxito -logran matan a un ciervo-, César y compañía se enfrentan a un enorme depredador, un oso grizzly que deja marcado en el pecho a Ojos Azules (Nick Thurston), el hijo adolescente de César, para luego toparse con otro depredador mucho más peligroso, un ser humano, quien le dispara al hijo de Rocket. Este será el inicio de la inevitable e interminable confrontación del título en español. Los también guionistas de (R)Evolución, Rick Jaffa y Amanda Silver, más el recién llegado Mark Bomback, han creado en esta segunda parte de la nueva saga simiesca una fatalista y pesimista historia de confrontaciones sin fin. Aunque al inicio parece que los bandos están bien definidos -humanos vs. simios- la realidad es que el asunto, como en cualquier guerra que uno analice, es mucho más complejo. Hay enfrentamientos inter-especies, por supuesto, pero también en el interior de las mismas, pues mientras hay humanos razonables y pacificistas como Malcolm y su mujer Ellie (Jason Clarke y Keri Russell), hay otros cuyo temor, desprecio y odio por los simios es tal que están dispuestos a la auto-inmolación con tal de vencer a su enemigo (Gary Oldman). Entre los simios el panorama no es mejor: aunque nadie osa desafiar de frente el liderazgo de César, el maquiavélico Koba -no por nada el apodo de Stalin- planea cuidadosamente un gope de Estado, usando además el nombre del propio César para iniciar el ataque. Todo este polígono de enfrentamientos en el interior y exterior de los dos grupos sostiene el interés en el filme de principio a fin, por más que los personajes humanos salgan tan mal parados, pues no hay nadie entre ellos que logre crear una relación tan genuinamente emotiva con César como la que vimos en (R)Evolución entre él y su "padre" (James Franco) y "abuelo" (John Lithgow) humanos. Incluso, da la sensación que el personaje interpretado por Oldman fue recortado en la sala de edición o, en todo caso, fue escrito de forma tan torpe que el actor no tiene una sola oportunidad de lucimiento en toda la cinta. Tal vez era inevitable: frente al extraordinario trabajo actoral de Serkis y Kebbell filtrado a través de la teconología de la captura de movimiento, Clarke y Oldman -y ni hablar de Russell, que está de mero adorno-, no tenían manera de competir. Pero si el guión falla con los personajes humanos y los actores no-digitalmente-capturados tampoco dan el ancho, en el aspecto visual, el director Matt Reeves y su equipo -el diseñador de producción James Chinlund, su cinefotógrafo Michael Seresin, los encargados de F/X, et al- no merecen más que elogios. La creación de la ciudad de simios -empotrada entre las montañas, las cañadas y los árboles de los bosques de Marin County- es un triunfo de la imaginación, la secuencia de la batalla final -con todo y una virtuosa toma extendida en el centro del caos- es tan horrorosa como emocionante, y el enfrentamiento climático entre César y Koba es un inmejorable ejemplo de que no todos los cineastas hollywoodenses han olvidado cómo usar el espacio en una pelea (¿te fijas cómo se hace, Nolan?). En suma, al lado de Al Filo del Mañana (Liman, 2014), El Planeta de los Simios: Confrontación nos hace mantener la esperanza de que, después de todo, Hollywood todavía sabe hacer blockbusters inteligentes... cuando quiere hacerlos.