¿el poder corrompe o nos dejamos corromper por él?

Publicado el 04 noviembre 2020 por Raude44 @RAUDEENLARED

John Emerich Edward Dalberg-Acton, conocido como Lord Acton, fue un historiador y político inglés del S.XIX que dejó una frase para los anales de la historia: "Power tends to corrupt, and absolute power corrupts absolutely" (El poder tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe absolutamente. "Dictum de Acton") .

Quien busque en este post algo directamente relacionado con la política actual de nuestro país, seguramente se llevará un chasco porque me niego a hablar de ese tipo de temas en mi blog, pero cada cual también puede sacar sus analogías y está en todo su derecho.

La idea del post proviene de un vídeo publicado en "El Rincón de Giorgio" hace escasamente una semana que me dio que pensar y de una circunstancia personal en la que creo se confundió el hecho de tener poder con el de actuar justamente, algo sumamente peligroso y muy presente en la sociedad actual y que tal como está el mundo hoy en día, en la mayoría de los casos queda impune saliendo malparado únicamente la/s persona/s de menor poder ante una decisión injustamente autoritaria.

Me diréis que siempre queda la justicia ordinaria para igualar este desaguisado, pero el dinero que puedes invertir en un juicio o en una demanda, en un alto porcentaje de los casos la persona perjudicada o es una cuantía que no se puede permitir o corres el riesgo que aun ganando pierdas más dinero que lo invertido y además no puedas revertir la situación, ergo, sólo te queda asumir las cosas como llegan e intentar levantarte lo más pronto posible intentando pasar página.

Y llegados a este punto quisiera saber si Acton tenía razón, si es el propio poder el que nos cambia, si son las consecuencias derivadas de tenerlo o si simplemente es que acentúa nuestra forma de ser, quizás reprimida cuando carecíamos de él y demasiado ególatra cuando nos viene. Todo se reduce a una cuestión: Si para conseguir un puesto más alto en tu empresa tanto económicamente como jerárquicamente, tuvieras que jugar con el pan del resto de tus compañeros si o si, ¿lo cogerías sin ni siquiera dudar?. ¿Vendemos nuestros principios tan fácilmente sólo por el hecho de subir escalones?. Ahí lo dejo...

1. EL EXPERIMENTO DE MILGRAM

STANLEY MILGRAM

Todo comenzó con un cartel pegado en una parada de autobús en Florida en 1963. Se buscaban voluntarios para un ensayo sobre "un estudio de la memoria y del aprendizaje" en la Universidad de Yale con una remuneración de 28 dólares para los que resultasen finalmente seleccionados y que en todo momento iban a ser grabados.

El experimento constaba de tres roles bien diferenciados: El investigador (quien daba las órdenes en todo momento), el maestro (quien se dedicaba a formular las cuestiones que previamente le fueron dadas por el investigador y aplicar la sanción correspondiente a los fallosde las mismas) y el alumno (que debía memorizar cada cuestión para poder responder correctamente después y si no recibiría su castigo correspondiente). De los 40 voluntarios que participaron en el experimento, 20 hicieron de maestros y 20 de alumnos elegidos de forma aleatoria.

El investigador y el voluntario 1, cumpliendo la función de maestro, se sentaban en un lado de la habitación y, unidos por un cristal que separaba ambos espacios, el voluntario 2 se encontraba en una habitación adyacente esperando a responder bien las preguntas o recibir una penalización por ello.

La mecánica de la investigación era muy sencilla, varias secuencias de cuatro objetos con un orden concreto, al final de todas las secuencias, se va preguntando de forma aleatoria en qué lugar se encontraba tal objeto en su secuencia y el alumno, sentado en una mesa con 4 botones debe pulsar el acertado y si falla recibirá por parte del maestro una descarga eléctrica que irá aumentando paulatinamente el voltaje desde 15 voltios hasta 450 voltios con cada respuesta errónea. Cuando el alumno reciba tres descargas de 450 voltios, o haya contestado a todo el cuestionario previo, el experimento finalizará.

El maestro es en todo momento el encargado de evaluar las respuestas del alumno, comprobando si son correctas o no, proporcionarle la descarga e ir elevando la misma tras cada error. A ambos voluntarios previamente se les da una descarga real de 45 voltios para que se den cuenta del dolor que va a soportar uno y el que va a ejercer el otro cuando vaya aumentándolo tras cada error.

POSICIONES EN EL EXPERIMENTO

El investigador ejercerá presión sobre el maestro cada vez que este intente parar, ya que llevará unos cascos donde escuchará los alaridos del alumno tras recibir las descargas, percibiendo el dolor que está causando. Cuando quiera parar el experimento, será instigado con frases como: "Continúe, por favor". "El experimento requiere que usted continúe". "Es absolutamente esencial que usted continúe". "Usted no tiene opción alguna. Debe continuar".

Lo único que desconoce el maestro es que el investigador y el alumno han hablado previamente y, aunque tenga que responder correctamente a todo, siempre que falle no recibirá descarga alguna pero si debe parecer que grita (los alaridos son grabaciones previamente registradas) y hacer cada vez aspavientos más exagerados (llorar, mostrar cansancio e incluso no poder más, debilidad extrema...) tras los errores e incluso pedir clemencia en algunos momentos determinados...

El experimento no se centra sobre las respuestas del alumno y su capacidad de retener información, sino hasta qué punto el maestro es capaz de infligir daño desde su posición de poder y a cambio de una cuantía fijada previamente, mientras que siente ese dolor ajeno en los alaridos, muecas e incluso súplicas fingidas del alumno y ha podido comprobar el daño real de una descarga de 45 voltios en su piel y es consciente que debe subir la intensidad hasta diez veces más, en un proceso lento y de muchas descargas que van aumentando con cada fallo.

Si, van a tener ganas de parar en algunos momentos y cuestionarse si merece la pena continuar, pero ahí está la figura del investigador que le ha contratado para hacer ese rol apretándole las tuercas para que continúe y ¡vaya que si lo hicieron la gran mayoría de los maestros sin saber que no estaban causando daño aunque ellos creerían que si!.

Este ensayo fue llevado a cabo por Stanley Milgram un prestigioso psicólogo de la Universidad de Yale en 1963 que estuvo presente en todo el proceso haciendo el rol de Investigador con los diferentes voluntarios durante los años que duró el mismo.

Años después publicaría las conclusiones respecto al mismo en su libro "Los peligros de la obediencia" (1974): "Los aspectos legales y filosóficos de la obediencia son de enorme importancia, pero dicen muy poco sobre cómo la mayoría de la gente se comporta en situaciones concretas. Monté un simple experimento en la Universidad de Yale para probar cuánto dolor infligiría un ciudadano corriente a otra persona simplemente porque se lo pedían para un experimento científico. La férrea autoridad se impuso a los fuertes imperativos morales de los sujetos (participantes) de lastimar a otros y, con los gritos de las víctimas sonando en los oídos de los sujetos (participantes), la autoridad subyugaba con mayor frecuencia. La extrema buena voluntad de los adultos de aceptar casi cualquier requerimiento ordenado por la autoridad constituye el principal descubrimiento del estudio".

Uno de los maestros en aquella participación se declaró objetor de conciencia cuando Estados Unidos le mandó ir a la Guerra de Vietnam y escribió una carta agradeciendo a Milgram que le abriese los ojos: "Fui un participante en 1964, y aunque creía que estaba lastimando a otra persona, no sabía en absoluto por qué lo estaba haciendo. Pocas personas se percatan de cuándo actúan de acuerdo con sus propias creencias y cuándo están sometidos a la autoridad. Permitir sentirme con el entendimiento de que me sujetaba a las demandas de la autoridad para hacer algo muy malo me habría asustado de mí mismo. Estoy completamente preparado para ir a la cárcel si no me es concedida la demanda de objetor de conciencia. De hecho, es la única vía que podría tomar para ser coherente con lo que creo. Mi única esperanza es que los miembros del jurado actúen igualmente de acuerdo con su conciencia".

2. LA CÁRCEL DE STANFORD

PHILIP ZIMBARDO

Philip George Zimbardo, un psicólogo neoyorquino especializado en la investigación del comportamiento, estaba al tanto del experimento social de su amigo Milgram al que conoció cuando daba clases en Yale y quiso llevar el trabajo de éste un paso más allá con una idea que se amoldaba a la formula de Stanley pero con unos modos mucho más radicales donde los castigos iban a ser verdaderos y los roles también. Esto implica de manera directa que el nuevo rol de "maestro" iba a ser consciente del daño real y no se le tenía que obligar a ejercer sus funciones y de manera indirecta se estudiaba el nuevo rol del "alumno" sufriendo en verdad los castigos impuestos, llenos de vejaciones y dolor físico y psicológico, simplemente a cambio de dinero (si renuncias durante el tiempo estimado, no tienes derecho a percibir nada del sueldo acordado previamente).

Con el apoyo de la Universidad de Stanford y con una cuantiosa subvención de la Armada de los Estados Unidos a cambio de obtener todos los datos sobre el estudio, Zimbardo recreó una pequeña cárcel situada en alguna parte de los bajos de la Universidad. Posteriormente puso un anuncio en los periódicos buscando a 24 voluntarios para un experimento social en una prisión simulada, cada uno de ellos percibiría 15 dólares por día (88,5 dólares del 2015) y que dicho experimento duraba 15 días.

Sesenta fueron las personas que respondieron al anuncio y el equipo de Zimbardo se dedicó a hacer la pertinente criba para que quedasen los 24 necesarios. Después se dividió aleatoriamente a estos en dos grupos, uno de "guardias de prisiones" y otros de "convictos" (aunque nadie de los prisioneros creyó lo de la moneda al aire porque los carceleros eran mucho más robustos en general) y les dejó marchar a casa a espera de la notificación pertinente del inicio de la prueba.

El 13 de agosto Philip llamó a los guardias para tener una charla previa de las conductas a seguir durante el experimento enfocadas a "la desorientación, despersonalización y desindividualización de los presos":

"Podéis producir en los prisioneros que sientan aburrimiento, miedo hasta cierto punto, podéis crear una noción de arbitrariedad y de que su vida está totalmente controlada por nosotros, por el sistema, vosotros, yo, y de que no tendrán privacidad... Vamos a despojarlos de su individualidad de varias formas. En general, todo esto conduce a un sentimiento de impotencia. Es decir, en esta situación tendremos todo el poder y ellos no tendrán ninguno".

Recibieron porras y uniformes caquis más propios del ejército para sugestionar más si cabe el rol de ambos grupos y unas gafas de espejo para que los convictos nunca pudieran tener contacto visual con ellos y se les dijo a qué hora debían estar allí al día siguiente.

A los reclusos se les avisó de una manera mucho menos convencional, involucrando a la policía de Palo Alto (Santa Clara, California). Los agentes de policía fueron a sus respectivos domicilios y efectuaron una detención como si hubieran sido presuntos delincuentes reales de un delito a mano armada: se les leyeron sus derechos, fueron esposados, se les tomaron las huellas dactilares y dos fotografías de frente y perfil y se les trasladó a la prisión ficticia.

Allí fueron desnudados y cacheados minuciosamente para después dotarles de su vestimenta carcelaria, una simple bata fina de algodón (nada de ropa interior) y unas botas de goma con tacón para entorpecer sus andares en un inicio de la desorientación pautada por Zimbardo.

CACHEO REAL DE LA POLICIA DURANTE EL EXPERIMENTO

El primer día, 14 de agosto de 1971, fue aburrido para los carceleros, nadie quería ser el primero en mostrar autoridad con los presos y definieron el experimento como anodino y con ganas de terminar el jornal e irse a sus casas, pues a diferencia de los reclusos, tenían sus horarios de trabajo.

Fue el segundo cuando la cosa se descontroló bastante en un intento de motín de los más desfavorecidos que pilló desprevenidos a unos guardias ficticios que no estaban formados para actuar ante una situación de ese tipo. Atacaron a los delincuentes con extintores y empezaron a pasarse de la raya puesto que el equipo de investigación de Philip no se encontraba en esos momentos en las instalaciones y querían que todo estuviese en orden y controlado para cuando llegasen. Tras la revuelta separaron a los reclusos conflictivos de los dóciles (no de buena fe sino para enfrentarlos y que pensaran que había informantes) y acordaron hacer horas extras para que en cada turno hubiese más refuerzos, supervisión y que lo ocurrido no volviese a suceder.

Pero las consecuencias a lo ocurrido se empezaron a ver durante el tiempo restante del experimento, empezando con vejaciones físicas y psicológicas en los constantes recuentos, privación de higiene para los reclusos (un privilegio que de forma continua era denegado hasta para hacer sus necesidades y limpiar el percal, ya sea propio o de los demás, con las manos desnudas). A los que formaron la reyerta, separados del resto de presos, se les privó de colchón obligándolos a dormir sobre el hormigón de la celda y se les quitó la bata, yendo únicamente con las botas, siendo el propio Philip el que aprobó estas medidas propuestas por los carceleros. 

"El primer día que llegaron, era una pequeña prisión instalada en un sótano con celda falsas. El segundo día ya era una verdadera prisión creada en la mente de cada prisionero, cada guardia y también del personal", contaba el propio Zimbardo en el 2011 celebrando el 40 aniversario del experimento. Dave Eshleman, uno de los falsos guardias del estudio lo corrobora: "Después del primer día, noté que no pasaba nada. Fue un poco aburrido, así que tomé la decisión de interpretar el papel de un guardia de prisión muy cruel"

Pese a ello, y a las crecientes medidas de humillación y sadismo de los buenos sobre los malos (sin ejercer la fuerza física, pero destrozándolos psicológicamente y forzándolos a hacer cosas repugnantes bajo su autoridad, no dejándoles apoyarse en ningún momento en las paredes de su celda o estar en contacto con ellas o interrumpir constantemente su sueño de noche cuando creían que no se grababa), seguían pensando que era muy fácil poder escapar si estos se lo proponían y convencieron a Zimbardo para que llamase de nuevo a la policía de Palo Alto para pedirles colaboración, en este caso trasladar el experimento a la cárcel real de la comisaría, gracias a dios estos se negaron porque si ocurría algo en su local no lo cubriría el seguro.

La cosa fue a más y varios prisioneros empezaron a padecer las evoluciones de los traumas psicosomáticos producidos por el cuerpo como sarpullidos, desordenes emocionales e incluso una huelga de hambre del preso 416, tras una burla del propio Philip que pasó de ser el creador del proyecto al intendente de la prisión.... Prometió a los presos que a todo el que quisiese abandonar se le daría la libertad condicional a cambio de no revelar lo sucedido y no cobrar un dólar del experimento. El recluso 416 quiso aceptar dicha proposición pero Zimbardo dijo que era broma y su petición era denegada.

Si es verdad que alguno de los presos, los menos abandonaron el proyecto antes que al sexto día de los quince que en teoría iba a durar, se suspendiese, pero porque entendieron que el daño emocional causado a esas personas era de tal grado que necesitaban ayuda del exterior para volver a estar bien. Este motivo fue también lo que supuso la finalización del experimento el 20 de agosto de 1971, los jefes de Philip Zimbardo entendieron que lo que estaba pasando ahí nada tenía que ver con lo que se había propuesto en un inicio, el caso se agravó cuando la pareja del psicólogo, Christina Maslach otra colega reconocida en el gremio, al saber de sus investigaciones pidió que lo concluyera por el daño que pudiera llegar a causar.

Pese a ello el psicólogo no fue reprendido y sacó muchos apuntes sobre el estudio del comportamiento humano y como la mayoría de los reclusos aceptaron su rol ficticio por quince dólares diarios e incluso alguno llegó a pensar que aquello era la vida real. Muchos necesitaron tratamiento psicológico e incluso físico para recobrar su estado normal e incluso a alguno le quedaron secuelas de por vida, tras seis días de vejación extrema y tortura psicológica, mientras que los carceleros se marcharon pensando que habían hecho un gran trabajo para el experimento.

Todas las conclusiones sacadas de este estudio fueron adquiridas por los organismos militares y diferentes altos cargos penitenciarios, para poder conocer más cosas sobre los efectos que puede causar un exceso de autoridad ante prisioneros. El cómo empleara cada ellos las enseñanzas de Zimbardo, lo dejo a la suposición de quien está leyendo este post: ¿recibirían mejor trato o buscarían desequilibrarlos emocionalmente?.

Sobre eso trata uno de sus mejores libros, "El efecto Lucifer: Entendiendo como la gente buena se vuelve mala", en donde analiza los paralelismo entre el experimento de la cárcel de Stanford y los maltratos de la prisión iraquí de Abu Ghraib, donde soldados estadounidenses abusaron física y sexualmente de los presos en el 2004.

Como curiosidad se han realizado cuatro películas basadas en los hechos ocurridos en el experimento de la cárcel de Stanford: "Das Experiment" película alemana del director Olivier Hirchsbiegel del 2001, "The black box"remake estadounidense de la anterior dirigido por Anthony S. Beukas en el 2005, "The experiment" la más conocida al ser protagonizada por Adrien Brody en el 2010 y "The Stanford Prison Experiment"la más fiel a los hechos dirigida por Kyle Patrick Álvarez en el 2015.

2.1 CONCLUSIONES DEL EXPERIMENTO: LA TEORÍA DE LA DISONANCIA COGNITIVA Y EL PODER DE LA AUTORIDAD

LA ZORRA Y LAS UVAS

Vamos a dejar claro que el estudio de "la cárcel de Stanford" no inventó ninguno de los términos anteriores mencionados en este subtitulo, pero abrió nuevos caminos e investigaciones en estos campos.

La teoría de la disonancia cognitiva hace referencia a la tensión o desarmonía interna del sistema de ideas, creencias y emociones (cogniciones) que percibe una persona que tiene al mismo tiempo dos pensamientos que están en conflicto, o por un comportamiento que entra en conflicto con sus creencias. Es decir, el término se refiere a la percepción de incompatibilidad de dos cogniciones simultáneas, todo lo cual puede impactar sobre sus actitudes.

Muchos ponen como ejemplo para comprenderla la fábula del griego Esopo (aunque algunos la conocen por la readaptación de Samaniego) "La zorra y las uvas", donde el animal encuentra la fruta y estando con hambre, la desea ingerir. Pero las uvas están demasiado altas y sus intentos por conseguirlas son vanos y por ello la zorra se marcha del lugar despreciando las uvas como si no las quisiera. La moraleja es simple: Los humanos muchas veces despreciamos lo que secretamente anhelamos, una contradicción o dicotomía ilógica, pero muy común en nuestra manera de ser.

Zimbardo produjo esa disonancia cognitiva entre los individuos de su experimento y tanto los carceleros, dotados con poder ilegítimo, llegaron a convertirse en seres que posiblemente las mismas personas rechazarían antes del experimento, como los presos, que antes de entrar a la cárcel seguramente no hubiesen aceptado el dinero si supieran todo lo que les iba a pasar, salieron con muchas secuelas emocionales que tardarían en sanar y pese a ello, la mayoría aceptó el rol y lo normalizó hasta que lo clausuraron. este nuevo frente abierto por el experimento de Philip ha sido muy estudiado en psicología desde entonces.

El otro punto a tener en cuenta es el poder de autoridad, desde que nacemos hasta el final de nuestros días estamos a merced de diferentes autoridades (padres, profesores, gobierno, justicia, policía, trabajo...) y sabemos a grandes rasgos cual es nuestro rol y que derechos y deberes tenemos ante ellos. Pero el experimento de la cárcel de Stanford fue mucho más allá no poniendo límites (salvo el maltrato físico) en el experimento a unas personas que seguramente nunca hubieran soñado con ese poder, luego disfrutaron de su función al máximo aunque eso supusiera maltratar a la otra parte. También es curioso que gente que simplemente aceptó ser parte de un experimento del que no se les dio demasiados detalles, salvo saber su rol de reclusos, aceptaran a rajatabla ese maltrato de un poder corrompido de personas que no conocían y siendo conscientes que simplemente estaban jugando un rol como ellos dentro del propio experimento. Sólo unos pocos no acabaron el mismo a sabiendas que la raya del poder de autoridad se había sobrepasado con creces. ¿Somos los humanos tan sumamente cobardes de aceptar todo nos viene encima a sabiendas que están quebrantando todos nuestros derechos y sobrepasándose con nuestros límites de deberes por miedo a salir más perjudicados ya sea económica o legalmente?

3. EL SÍNDROME BURNOUT

CHRISTINA MASLACH

Y llegamos a la tercera pata del banco de psicólogos, Milgram fue el primero en demostrar cómo afecta el poder en las personas, Zimbardo se pasó de la raya y demostró como quedan ambos bandos tras un abuso de poder y Christina Maslach, la que ayudo a clausurar el experimento de Philip (y con el que se casó un año después), se convirtió a posteriori en una de las grandes investigadoras del síndrome Burnout.

El síndrome de desgaste profesional (en inglés, occupational burnout, del trabajador quemado​) es un padecimiento que se caracteriza por una respuesta prolongada de estrés ante los factores estresantes emocionales e interpersonales en el trabajo, que incluye fatiga crónica, ineficacia y negación de lo ocurrido.

Según las propias palabras de Christina: "Lo que definimos como burnout es un síndrome psicológico de ciertas experiencias interrelacionadas: primero es el agotamiento, como una respuesta al estrés. Pero además, en segundo lugar, es también un cambio, un cambio negativo sobre cómo se siente uno con el trabajo y las demás personas, cuando hablamos de ellas con indiferencia (cinismo), y tercero; cuando las personas se empiezan a sentir negativas sobre sí mismas, sobre su competencia, su capacidad, sus deseos y su motivación para trabajar. Así que juntando todo esto, el burnout es cuando comienza a sucederle a las personas. Hay un número importante de resultados en consecuencia; en términos de su desempeño laboral, qué tan bien hacen su trabajo, si asisten al trabajo, problemas de salud, problemas en el ámbito familiar que resulta por el estrés que llevan a casa, etc. Así que sin duda alguna es algo que está relacionado con las diferentes respuestas al estrés de las personas. Lo que entendemos es que es un tipo de respuesta mediadora entre los diferentes tipos de estresores en el ambiente y diferentes consecuencias; y además qué tan bien enfrentan las personas los elementos estresantes, cómo los cambian, cómo los enfrentan y pueden modificar, y cuánto les afectan de manera negativa. Esencialmente los elementos estresantes afectan a los individuos, a su ambiente, y la manera en la cual comprenden y enfrentan todo eso, y tienen un efecto tanto personal como social. Así que creo que lo importante del burnout es que no lo podemos ver de una manera simple y unidimensional. Lo que también creo que es importante es que en el burnout el enfoque se ha dirigido a cómo afecta a la habilidad de la persona para desempeñar su trabajo, para trabajar bien con otras personas. Estamos observando los resultados en el comportamiento a diferencia del pasado cuando creo que la mayor parte el trabajo sobre el estrés laboral se enfocó en la «salud» (biológica) como un resultado y no digo que no sea un resultado sin importancia, pero hay mucho más que eso. Es difícil hacer investigación en este sentido, lo que intentamos decir realmente es: ¿Cuándo empiezan las personas a experimentar esto?, ¿cómo cambia esto la manera en que desarrollan sus actividades diarias y como afecta de manera negativa? Por ejemplo: no se presentan al trabajo, el ausentismo, hacen su trabajo pero lo hacen muy rápido, no ponen atención en si están cometiendo errores, son groseros con las demás personas, con sus colegas, con sus clientes, no los tratan bien, la calidad cambia. Es ese tipo de comportamiento: cómo las personas interactúan en realidad con otras personas en el lugar de trabajo afectados por el burnout, y eso es en lo que estamos intentando enfocarnos".

La psicóloga no cree que sea a ciencia cierta una enfermedad, aunque puede llegar a serlo y por eso sus estudios sobre el mismo se encuentran dentro de un baremo entre "un mal día en el trabajo" hasta un estrés irracional en muchos sentidos que si que puede considerar como enfermedad y necesita ser tratado por expertos. Este baremos está dividido en diferentes fases y una vez sabemos clasificar al individuo en el punto en que se encuentra tras una encuesta previa, le pueden atender acorde a esa fase y en eso radica su investigación, la MBI (Maslach Burnout Inventory).

Obviamente el Burnout es mucho más complejo que la interrelación entre el jefe o persona que tiene el poder, y el empleado que es quien debe hacer frente en el trabajo a las directrices del mismo, pero un grandísimo porcentaje de trabajadores que han sufrido algún tipo de abuso de poder terminan padeciendo este síndrome. 

4. EL EXPERIMENTO DE NATHANAEL FAST

NATHANAEL FAST

En el 2011 se realizó otro estudio interesante sobre el poder, en este caso participaron tres universidades estadounidenses y las conclusiones fueron publicadas en la revista Journal of Experimental Social Psychology. En este trabajo se quisieron desmarcar de la frase de Acton con pruebas, analizando la relación entre la categoría y el nivel de autoridad en el puesto de trabajo. El principal precursor de este trabajo fue Nathanael Fast, profesor de la Escuela Marshall de Negocios de la Universidad de California del Sur y coautor del proyecto.

Para el experimento se escogieron a diferentes alumnos de las tres universidades implicadas y se les asignó aleatoriamente los puestos de "productores de ideas" (que ejercían de gran poder) y los puestos de "trabajadores" (que debían llevar a cabo las actividades propuestas por los primeros).A los productores de ideas se les pidió seleccionar de una lista una serie de actividades para que el grupo de trabajadores realizara, estás debían entrar en una escala de menos humillantes a más y posteriormente elegir que trabajador debe realizar cada una de ellas. 

El tipo de pruebas eran desde humillaciones como gritar delante de toda la clase frases("soy mugriento" o "no valgo nada", ladrar como un perro), pruebas un poco complejas como contar hacia atrás desde el número 500 pero de siete en siete, escribir una redacción de 50 palabras exactas o pruebas sencillas como aplaudir X veces, hacer 5 lagartijas o saltar 10 veces a la pata coja.En los resultados quisieron discernir entre las palabras "poder" y "categoría", creyendo que esta última depende del tipo de persona que seas y que si a ella le sumamos la primera, sólo proyectará de forma más clara tu forma de ser. Si tu categoría es baja (no tienes principios, careces de empatía o sigues sólo tus propias normas), al otorgarte poder demostrarás ser más despreciable, pero si tus valores son altos (alta categoría), al recibirlo seguirás siendo consecuente con tus actos y tu forma de pensar.

"Los individuos con roles de alto poder y baja categoría eligieron actividades más humillantes para sus compañeros. Los sujetos con alto grado de poder y categoría alta eran, sin embargo, mucho más agradables a la hora de elegir las actividades de la lista. Nuestros hallazgos señalan que la experiencia de tener poder sin categoría, ya sea como miembro del ejército o como un estudiante universitario que participa en un experimento, puede desencadenar comportamientos que humillan a los demás. Los resultados muestran que el hecho de tener un poder que no corresponde a tu estatus, ya seas un soldado o un estudiante que participa en un experimento, puede ser un catalizador de comportamientos denigrantes ajenos a la buena voluntad”.

La conclusión fue clara, el poder no corrompe, demuestra la pasta de la que estás hecho, si saca lo peor de ti, es que ya tenías esas cualidades antes de tenerlo. Así que antes de otorgar poder, hay que tener muy claro a qué clase de personas se lo acabaremos dando, no todo el mundo puede ser jefe... Fast también quiere ser justo en las conclusiones y dice que las personas de baja categoría que hacen bien su trabajo y quieren promocionar a puestos más altos, tienen derecho a percibir mejores retribuciones y dejarles claro su importancia dentro de la empresa, incluso ascensos en los que no se incremente su poder frente a otros compañeros.

5. EL ESTUDIO DE TORONTO: “EL PODER CORROMPE”

KATHERINE DECELLES

La profesora de Administración y Comportamiento Organizacional, en la Universidad de Toronto, Katherine A. DeCelles, fue la principal cara visible del estudio “¿El poder corrompe? ¿Cuándo y por qué el poder facilita comportamientos de interés personal?” que terminó siendo publicado en la revista de la Asociación Americana de Psicología.

El experimento contó con la colaboración de 173 trabajadores adultos y 102 estudiantes universitarios en una serie de pruebas sobre la importancia de atributos éticos. Fueron divididos en dos grupos: unos escribieron una redacción sobre un día ordinario, y los otros narraron un incidente en el que se sintieron poderosos.

Los que redactaron su escrito de modo neutro tuvieron resultados parecidos en las pruebas, independientemente de su bagaje ético, pero aquellos cuyo poder había sido resaltado en la redacción previa mostraron conducta muy distinta: aquellos con un bajo bagaje ético se comportaban peor que el resto, los otros, con sólidos valores éticos, se comportaban notablemente mejor.

La principal conclusión fue que todo depende de la identidad moral de cada persona, ya que el poder no corrompe, sino que hace aflorar los valores éticos ya preexistentes.

En el momento que a una persona se le otorga un poder sobre otros, es cuando realmente podremos ver su verdadero carácter en todo su esplendor, porque sus virtudes y defectos quedan expuestos.

Según la propia DeCelles: el poder sólo corrompe a la gente que, de antemano, tiene una moral laxa. Por el contrario, enfatiza los buenos valores de la gente que previamente tiene fuertes convicciones morales. El poder no nos transforma, sólo amplifica nuestra identidad moral. Si somos egocéntricos o egoístas, acceder a una posición de poder lo agravará, pero si somos compasivos y generosos, subir un escalafón social o político también potenciará esos rasgos. E, incluso en la cima, seguiremos pensando más en un bien común que en nuestro propio beneficio. Otro hecho indiscutible es que, una vez que empiezas a pecar de corrupto, resulta difícil parar.” 

Al final algunos pensarán como Actón y otros serán más de los estudios de DeCelles, lo único que queda claro es que hay que tener cuidado a quién otorgamos el poder y, si lo tenemos, pensar en las consecuencias que pueden tener nuestros actos.