Pero las curas también se dan en sentidos distintos: el frío e insensible se implicará en la vida de los personajes y aprenderá a ponerse en la piel de los demás, el cansado de su existencia apacible se apasionará con las más grandes aventuras y, finalmente, el que se siente vacío por dentro y no encuentra nada de su interés, hallará obras que lo marcarán profundamente y su vida no volverá a ser igual.
Si, además, las lecturas se comparten en el club del barrio o por Internet, aumenta la interacción con los demás y los intercambios pueden ser una fuente de satisfacción y enriquecimiento personal. Tal vez no tenemos el trabajo que nos gustaría, no podemos darnos todos los caprichos que querríamos y los conflictos familiares nos agobian, pero por un rato tenemos la oportunidad de ser críticos aficionados y llenarnos de todo lo que nos aporta la palabra escrita.
Más allá del análisis de la forma y el contenido, los libros tienen un gran poder: el de provocar una reacción en el lector y, en cierto modo, curar su particular malestar interior. Creo en la capacidad de la narrativa para cambiar el estado de ánimo -y no precisamente mediante publicaciones de autoayuda-, tan solo hay que encontrar la obra adecuada para cada momento... y dejarse llevar.