Decimos: "Las palabras se las lleva el viento". Y puede que sea cierto... Pero antes de llevárselas, las palabras ejercen su poder y causan su efecto sobre quien las recibe.
Hoy os traigo el cuento de la rana sorda, una fábula oriental que me encanta.
Comenzaron a gritarles diciéndoles que desistieran, que se dieran por muertas, que no lo iban a conseguir, que se ahorraran los esfuerzos porque sería imposible salir del hoyo.
Sin embargo, la otra rana continuó saltando cada vez más fuerte, cada vez con más ímpetu y más precisión. El resto de ranas le gritaron que ya no sufriera intentando salir, que dejara de saltar.
La rana saltó más y más alto hasta que finalmente salió.
Esta rana era sorda y no había escuchado las palabras de sus compañeras.