El poder de leer, animación a la lectura por Robert Gloton

Por Ismael_parras

La lección difícil
William-Adolphe Bouguereau
(1825-1905)

Puesto que nacemos “no lectores”, puesto que todos los hombres poseen ese apetito de conocer, tan vivo en los niños, que la lectura satisface en gran medida, debemos convertirnos en lectores.
Está privado del placer de leer aquel que no ha aprendido a dominar el sistema gráfico que permite, al mismo tiempo, codificar por medio de la escritura y descodificar por medio del desciframiento de los mensajes transmitidos. Ese poder instrumental es necesario, especialmente, como condición de esa lectura rápida sin la cual no hay lectura inteligente; pero dista de ser suficiente, ya que, entre nosotros, la cantidad de analfabetos es ínfima aunque exista tanta gente que no sabe leer.


Está privado del poder de leer el que no dispone del poder de comunicarse con el otro en un diálogo auténtico aunque implícito, ya que en el caso de la lectura de un texto el interlocutor está ausente. Ese diálogo, posibilitado por la identidad de los lenguajes, es indispensable para la comprensión del mensaje.
También está privado del poder de leer el que no sabe comprender un texto con una actitud espiritual especialmente crítica.
O sea que el poder de leer le está dado sólo al que al que sabe hacer de la lectura una operación eminentemente activa, al que sabe adoptar esa actitud a la vez de espera y de interrogación con relación al otro, actitud de recreación de un pensamiento ajeno que supone que sabe escuchar -y escucharse-.
Sartre tiene razón al ver en la lectura la síntesis de la percepción y la creación. Quien posea ese poder de compromiso total en la búsqueda del diálogo tendrá necesariamente el gusto por la lectura; y la riqueza de la creación literaria será para su deseo una excitación permanente. Quien no haya adquirido esta actitud a la vez intelectual y sensible no sabrá leer. La ausencia del poder de leer implica necesariamente la del placer de la lectura.


Robert Gloton. El poder de leer

Os recomiendo este interesante articulo publicado por ElPaís en 1978, titulado el poder de leer