Ayer mismo terminé de leer este libro del que fue dramaturgo, disidente durante el control comunista, último presidente de Checoslovaquia y primero de la República Checa: Václav Havel, recientemente fallecido.
No esperéis las memorias de un perseguido. Se trata de un ensayo sobre la manera en su opinión ideal de oponerse a lo que él llamaba postotalitarismo (el régimen construido en la mentira colectiva, cuya coartada es un elaborado ordenamiento jurídico, con un aparato represivo temible y temido), mediante la vida en la verdad, actuando desde el contexto prepolítico de la sociedad (la vida y la existencia de cada uno, y de los que le rodean). Es un tanto filosófico, sin duda.
El libro empieza con el ejemplo de un frutero que cuelga en los cristales de su negocio, junto a los precios del producto, un gran cartel con el eslogan "¡ Proletarios de todo el mundo, unío s!". ¿Por qué lo hace? ¿Para demostrar un sentimiento propio? ¿Porque realmente cree en lo que dice el eslogan y en el efecto que pueda tener, desde una frutería cualquiera de la Praga de los años setenta? Más bien lo hace porque así lo tiene que hacer, porque así lo ha hecho siempre, porque así lo hacen todos y para ahorrarse problemas. Dice Havel:
La ideología -como coartada-puente entre el sistema y el hombre- llena el abismo entre los planes del sistema y los planes de la vida [de cada individuo]; da a entender que las pretensiones del sistema derivan de las necesidades de la vida: es una especie de mundo de la "apariencia" que se expande como realidad.
Nos dice que el eslógan que las autoridades entregan al frutero junto a sus frutas y verduras es un signo y transmite un mensaje preciso aunque secreto, que diría como sigue: " yo, tendero de verduras XY, estoy aquí y sé lo que tengo que hacer; mi comportamiento es el esperado, soy de fiar y no se me puede reprochar nada; obedezco y, por lo tanto, tengo derecho a una vida tranquila". Un mensaje que se dirige a "la cúpula", a los superiores de los tenderos de verduras, y a los posibles delatores. Aunque no sin riesgos, aquel que practicase la vida en la verdad sería aquel que no cumpliera con este mundo de la apariencia que es la ideología que mana desde el sistema, en su vida diaria, en sus relaciones... Aquel músico que compusiese letras de canciones que escapasen a la ortodoxia del régimen, aquel profesor que enseñase a sus alumnos según su propia conciencia, aquel que ante un juicio exigiese el cumplimiento de cada punto de la legalidad del sistema (muy elaborada, pues éste se justifica a través de un complejo ordenamiento jurídico) a rajatabla, o el frutero que no colgase el eslogan del cartel sin reflexionar ante lo que esa acción significa.
Pues bien, el libro desarrolla todo este argumento, esta crítica al sistema de las "democracias populares"; y la que es su forma favorita para minar, con constancia y sin sobresaltos ni violencias, la mentira del sistema.
Havel escribió este ensayo en 1978, al poco de firmar junto a otros la Carta 77(varias veces mencionada en el libro), en protesta por la detención de los miembros del grupo underground " Plastic People of the Universe"; bastanteantes de surgir Foro Cívico o las "revoluciones de terciopelo".
Si los libros con un fondo filosófico no son de vuestro agrado, no os lo recomiendo; pero si no os importa (o aun os gusta), y buscáis un documento que refleje el ambiente post Primavera de Praga y pre "revoluciones de terciopelo", desde la pluma de uno de sus principales protagonistas, echarle un vistazo.
No puedo cerrar esta entrada sin hacer referencia a unas cuantas frases (hacia el final del libro, pp.119-120) que me han llamado la atención por su actualidad, como me ha pasado en entradas anteriores, pese a que las separen de nuestros días más de 30 años.
Tras mencionar a Ortega y Gasset y su " Rebelión de las masas" (otra obra muy recomendable, con ecos de actualidad pese a que fue escrita en la época final de Primo de Rivera), Havel nos deja reflexiones como estas:
El sistema postotalitario es sólo un aspecto -drástico y por eso más iluminador sobre su verdadero origen- de esta incapacidad general del hombre moderno para ser "dueño de la situación"; (...) la mentira, de la que es su espejo, es sólo una de las variantes de la mentira esencial del hombre moderno. La crisis planetaria de la condición humana afecta tanto al mundo occidental como al nuestro (...). Heidegger habla explícitamente de 'crisis de la democracia'. [...] No parece que las democracias parlamentarias tradicionales sean capaces de proponer el modo de hacer frente (...) a la autocinesis de la civilización tecnológica y de la sociedad industrial de consumo; también a ellas les arrastra su torbellino (...); sólo que el modo con que manipulan al individuo es infinitamente más sutil y refinado que el brutal del sistema postotalitario. Pero todo ese complejo estático de los partidos políticos de masas, esclerotizados, llenos de verborrea y cuya finalidad política acaba en ellos mismos, que dominan con su aparato de profesionales y vacían a los ciudadanos de cualquier responsabilidad concreta y personal; (...); todo el omnipresente 'diktat' del consumo, de la producción, de la publicidad, del comercio, de la cultura consumista (...), todo esto (...) difícilmente puede ser considerado como la vía futura que llevará al individuo a reencontrarse a sí mismo.Havel buscaba -o esperaba- encontrar esa vía alternativa para su propio país, para cuando las "democracias populares" hubiesen llegado a su fin, pero no creía que la alternativa mejor fuese nuestro sistema, como habéis visto arriba. "Considero el viraje de la atención política hacia el individuo concreto como algo sustancialmente más profundo que la simple vuelta a los mecanismos habituales de la democracia occidental o -si se quiere- burguesa". Aun así, fue presidente de una de estas democracias "al uso", se opuso a la secesión de Eslovaquia, promovió el ingreso en la OTAN de la República Checa y de los demás países del antiguo Pacto de Varsovia... Se conformó en resumen con los "mecanismos habituales" de las democracias, aunque tal vez no tuvo más remedio. No conozco suficientemente la historia checoslovaca ni la biografía de Havel como para emitir un juicio sobre todo esto. En cualquier caso su obra, su pensamiento y su actuación durante las "revoluciones de terciopelo" quedan ahí; ya forman parte de nuestra historia reciente.