El poder menos democrático: el judicial

Publicado el 01 septiembre 2024 por ArÍstides

En el sistema democrático se dice que hay tres poderes. El legislativo, el ejecutivo y el judicial. Los dos primeros se eligen por los ciudadanos y se somenten cada cierto tiempo a su voluntad. El judicial, por aquello de la independencia, campa por sus fueros. A uno le preocupa, porque además de antidemocrático oye cómo reclaman que ellos se elijan a sí mismos. Es igual que si los policías se elijieran a ellos mismos o que los políticos no se sometieran a las urnas y se nombraran entre ellos. Pues muy bien.

Entiendo, y considero normal, que los jueces tengan un sesgo ideológico y espero que lo tengan presente en el momento de dictar sentencias. En cambio, veo con preocupación cómo hay resoluciones con moralina que no viene a cuento. O sea, es aquello de poner la pena y justificarla según su visión de la ética o de la moral. Los jueces están para dictar resoluciones en función de unas leyes sin tener presente sus convicciones ideológicas. En ocasiones, parece que el servicio público al que están llamados es quien somete su ingerencia en el resto de los poderes.

Se supone que la Justicia mana del pueblo, y para ello establece cauces de participación (jurado y acción popular) y que con ello se legitima. Pues bravo y muy bien. Uno piensa que en el sistema democrático son las urnas y los elegidos por ellas los únicos que pueden actuar en representación; y por tanto legitimizar. Así que, mientras no se sometan a beredicto popular, tendrán que entender que su poder está controlado por otros. Y lo siento porque tampoco me parece bien, pero es así.

Por otra parte, su corporativismo es exacerbante. Hay resoluciones que no entienden ni ellos o que son manifiestamente de parte y que quedan en el olvido. Los secretos de sumario se vulneran constantemente por ellos mismos o por el personal a su cargo sin que pase nada. Hay actuaciones judiciales con claro matiz político y ningún compañero interviene, y si lo hace es para pedir respeto. En fin, que parece que para ser juez basta con cantar con buena entonación los temas y punto; después los dioses ya proveerán.