El poder (V) y la aritmética

Publicado el 27 octubre 2010 por Romanas
La Cospedal confiesa que gana 250.000 euros en números redondos y que, además, percibe ni más ni menos que 30.000 más en concepto de dietas y gastos de desplazamiento ya que dice que, cuando está en Madrid, se halla en comisión de servicio por situarse fuera de su residencia.O sea que esta señora inseminada, a pesar de ser una de las ultradefensoras de su Santa Madre la SICAR, percibe casi 30 veces lo que yo, que soy un jubilado mileurista percibo mensualmente, sólo por desplazarse, casi todos los días, de Toledo, en donde dice que vive, hasta Madrid, en donde dice también que trabaja.O sea que esta señora tiene la desvergüenza de cobrar 280.000 veces más que yo, que me he pasado los 82 años de mi vida trabajando, algunas veces en 5 empleos a la vez, hasta las 5 de la mañana, en que me acostaba para estar, a las 9 de la misma, en las oficinas de la Telefónica.Y el problema es que la fuente de donde mana el dinero que esta señora percibe y el que cobro yo es la misma, los impuestos que pagamos todos los españoles, todos menos algunos, claro, porque no debemos olvidar el sarcasmo de Rato cuando un diputado de la izquierda le reprochaba que había hecho una ley para que sus amigos no pagaran impuestos:-Se equivoca usted, Señoría, yo no he podido hacer esa ley para que mis amigos no paguen impuestos porque ninguno de mis amigos los paga.Y Rato tenía toda la razón porque ni él, ni Aznar ni nadie de los prohombres del PP paga impuestos ni los pagará porque ya se han encargado ellos de que sea así de un modo semejante a como Berlusconi, el capo de otro partidos fascista, se ha preocupado, en Italia, de que no se le pueda juzgar, derogando, por otras, les leyes que lo permitían.Éste es el problema, éste es nuestro problema, que, en España, no ha habido que promulgar nuevas leyes derogatorias de su hermanas penales para que a los prohombres de la derecha no se les juzgue y condene nunca porque es imposible que nadie se juzgue penalmente a sí mismo y los jueces, en nuestro país, no es que formen parte de la derecha es que son la derecha en sí misma, por lo que nuestra ultraderecha cumple mucho mejor el axioma del príncipe de Lampedusa que sus hermanos italianos, de modo que es allí, precisamente allí, donde, mal que le pese a aquel famoso presidente de la República italiana que la pronunció refiriéndose a Felipe González que le visitó sin corbata y con traje de pana, “manca finezza”, falta finura.Del mismo modo, es imposible que una derecha, que lleva 20 siglos gobernándonos, promulgue leyes que igualen fiscalmente a los parias de la tierra, o sea, a nosotros, todos los que nos ganamos la vida trabajando con el sudor de nuestra frente o con la sangre de nuestras venas, y a los que se limitan a poner el cazo para que el Estado, ese Estado del que a fuer de buenos  liberales tanto abominan, se los llene de cientos de miles de euros, o concretamente, para que se entienda mejor: 47 millones de pesetas anuales, o sea, casi 4 millones de pesetas mensuales, lo que no es que sea una barbaridad, es mucho más que eso, es un robo a todos los españoles, incluso a ésos gilipollas que los votan sabiendo, como saben, que las arcas del Estado es un fondo común y limitado en donde, como en los vasos comunicantes, lo que se llevan unos, los suyos, los dirigentes del PP, el partido que ellos votan, es algo que se detrae forzosamente del dinero que se debería dedicar a pagar más hospitales, más juzgados, más escuelas, más subsidios para los parados, mejores sueldos para ellos mismo si son funcionarios, mejores pensiones para nosotros los jubilados, etc.Es por eso que la gran pregunta, sin aparente respuesta, es ¿cómo es posible que la mayor parte de esos 10 millones de votos de la derecha se recojan precisamente entre las víctimas de la política depredadora y ladrona de la derecha?Uno de los mayores motivos es el odio visceral que determinadas mentes débiles, como la de mi pobre madre, educada en la más acérrima y católica derecha, sienten por todo lo que huele, aunque sea a mucha distancia, a izquierda, aquella izquierda que cometió el imperdonable pecado de atar una cuerda al cuello de las imágenes de sus iglesias y hacerlas caer al suelo contra el que se destrozaron, a mi madre, a mi pobre madre, educada en un catolicismo feroz, fuera del cual sólo había demonios perversos que  buscaban la perdición de la gente, las cuestiones fundamentales de una civilidad bien entendida, la igualdad, la libertad, la justicia social, sólo eran los malditos cantos de sirena de los comunistas para perder, para pervertir a la buena, a la honrada, a la hermosa gente, de modo que hagan lo que hagan los de derechas, por muy execrables que sean sus delitos, sus peores crímenes, no son nada con lo que, en las misma circunstancias, harán esos demonios emplumados de los comunistas, si alguna vez gobiernan.Estos son los poderes de la sr. Cospedal, gracias a los cuales ya puede embolsarse sin ninguna clase de justificación honrada casi 50 millones anuales de las antiguas pesetas, aunque ello suponga, por aquello de los vasos comunicantes, que los 5 millones de parados y los otros 10 que intentan sobrevivir por debajo del nivel de la más absoluta pobreza, se mueran de hambre y de frío y vean como sus hijos agonizan en sus propios brazos, porque si eso es así es porque así lo ha determinado su Dios y Él siempre sabe muy bien lo que hace.
Así pensaba mi madre, que no era una pobre analfabeta o inculta, todo lo contrario, era maestra de escuela, pero de derechas.Y, luego, están los que llamamos miembros de las clases medias, ésos que han traicionado a sus orígenes, que han olvidado de dónde provienen y que son tan egoístas que ni siquiera piensas en sus propios hijos para cuyo porvenir ni siquiera pretenden luchar, postulando lo necesario para que perviva un Estado de bienestar si ello supone unos impuestos que mermen los ingresos que ellos ahora perciben.Ésta es la gente que llena los bolsillos de la sra. Cospedal y de su marido, que estoy seguro que se embolsa, más o menos, lo mismo que ella, que ya se habrán preocupado ambos de que así sea.