CARTA DE AMOR
No es fácil expresar lo que has cambiado.Si ahora estoy viva entonces muerta he estado,aunque, como una piedra, sin saberlo,quieta en mi sitio, mi hábito siguiendo.No me moviste un ápice, tampocome dejaste hacia el cielo alzar los ojosen paz, sin esperanza, por supuesto,de asir los astros o el azul con ellos.No fue eso. Dormí: una serpientecomo una roca entre las rocas hiendeel intervalo del invierno blanco,cual mis vecinos, nunca disfrutandodel millón de mejillas cinceladasque a cada instante para fundir se alzanlas mías de basalto. Como ángelesque lloran por la gente tonta hacenlágrimas que se congelan. Los muertostenían yelmos helados. No les creo.Me dormí como un dedo curvo yace.Lo primero que vi fue puro airey gotas que se alzaban de un rocíolímpidas como espíritus. y mirodensas y mudas piedras en tomo a mí,sin comprender. Reluzco y me deshojocomo mica que a sí misma se escancie,igual que un líquido entre patas de ave,entre tallos de planta. Mas no piensesque me engañaste, eras transparente.Árbol y piedra nítidos, sin sombras.Mi dedo, cual cristal de luz sonora.Yo florecía como rama en marzo:una pierna y un brazo y otro brazo.De piedra a nube iba yo ascendiendo.A una especie de dios ya me asemejo,hiende el aire la veste de mi almacual pura hoja de hielo. Es una dádiva.
Sylvia Plath, 1932-1963