LA PUERTA
Ábrenos pues la puerta y veremos los vergeles,
Beberemos su agua fría donde la luna dejó su huella.
La larga ruta quema enemiga a los extranjeros.
Erramos sin saber y no encontramos lugar alguno.
Aquí la sed está sobre nosotros. Queremos ver flores.
Esperando y sufriendo, aquí estamos ante la puerta.
Si es necesario romperemos esta puerta a golpes.
Presionamos y empujamos, pero la barrera es demasiado fuerte.
Hay que languidecer, esperar y mirar vanamente.
Miramos la puerta; está cerrada, inquebrantable.
Fijamos en ella los ojos; lloramos bajo el tormento;
La vemos todavía; el peso del tiempo nos abruma.
La puerta está ante nosotros; ¿de qué nos sirve querer?
Vale más irse abandonando la esperanza.
No entraremos jamás. Estamos hartos de verla…
La puerta al abrirse dejó pasar tanto silencio
Que ni los vergeles surgieron ni flor alguna;
Solo el espacio inmenso donde habitan el vacío y la luz
De pronto se presentó de un lado al otro, colmó el corazón,
Y lavó los ojos casi ciegos bajo el polvo.
Simone Weil (1909-1943)
Escritora francesa