El poema de cada día. Hoy, Pies de vidrio, de José Carlos Rosales

Por Harendt

PIES DE VIDRIO

Hay demasiada gente perdida en la parada,

una parada de autobús,

una mañana fría,

gente que calla y mueve la cabeza,

miran al suelo, alzan la vista

para seguir las nubes o los pájaros,

cielo lacrado, niebla móvil,

los brazos que se encogen,

el cuerpo que se mece de un lado para el otro,

vacilan, titubean,

quisieran alejarse,

tiritan:

que venga un autobús con plazas libres,

cualquier autobús sirve,

que llegue pronto el autobús vacío:

el movimiento entrecortado

de los brazos, vaivén o balanceo,

no dejan de moverse,

movimientos que son los movimientos

del que no tiene a dónde ir,

aquel que nunca se detuvo,

mecánica imparable, temblor aleatorio,

las manos ateridas,

los pies de vidrio opaco,

los labios que ahora son de madera o de cobre,

la soledad del mundo concentrada en un ángulo,

todo está enrarecido, todo está enrareciéndose,

todo el mundo se va,

nadie regresa a ningún sitio:

hay demasiada gente parada en la parada,

y una nube de vaho les difumina el rostro,

hace frío, impenetrable frío,

empezará a llover dentro de poco,

no habrá refugio, escondite o defensa,

nada está donde debe, todo empieza a borrarse

y alguien lleva una piedra escondida en la ropa.

José Carlos Rosales (1952)

poeta español