El título de esta nota de Carlos Salinas publicada en El País con motivo del festival de poesía de Granada, Nicaragua debiera ser suficiente para que esos poetas catrachos que todavía ven la poesía como un arma cargada de futuro empiecen a abrir los ojos. Pero si no, aquí va la nota completa:Ernesto Cardenal apretó el puño y sacudiendo el brazo en el aire gritó al público que lo escuchaba: "¡Viva Sandino!"La noche era fresca en la colonial ciudad nicaragüense de Granada, sede anual del Festival Internacional de Poesía más grande América Latina. Corrientes de aire provenientes del Gran Lago de Nicaragua zigzagueaban entre la gente, levantando sombreros, erizando los pelos de la piel. Decenas de personas se congregaron para homenajear al poeta revolucionario, posiblemente el último de una casta de creadores latinoamericanos comprometidos con el cambio político en la región. “Soy poeta, sacerdote y revolucionario”, se definió el hombre que en Nicaragua usó la cultura para enfrentarse a la dictadura de Somoza. Cardenal obtuvo el año pasado el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. La poesía de Cardenal sigue inspirando a la nueva generación de poetas latinoamericanos, pero la lírica de la región ha experimentado una transformación radical. A decir de escritores y editores, la poesía latinoamericana se ha vuelto individualista, minimalista, nihilista. Los poetas jóvenes han dejado atrás el compromiso político, que caracterizaba a vates como Mario Benedetti o Pablo Neruda, para cantar historias más personales. “La poesía ya no es un instrumento del cambio político como hace 30 años, al menos no de la misma manera”, explicó la escritora Gioconda Belli, también poeta, y quien en abril presentará en España su nuevo libro de poesía, En la avanzada juventud. “Ahora los cambios políticos van a ser mucho más lentos, ya no son procesos románticos, porque las revoluciones eran procesos románticos, heroicos, épicos”, dijo Belli. “La poesía comprometida coincidió con el auge de las revoluciones de los setenta, ochenta; esa poesía tuvo un eco enorme porque estaba identificada con lo que la gente estaba viviendo. Ahora la poesía es más nihilista, es más preciosista, cultiva más la creatura verbal, que es más de consumo entre poetas. Ha habido una desconexión entre la poesía y la gente, lo que tiene que ver con una poesía más individual, más hermética, más cerrada”, dijo Belli. En América Latina los poetas alzaron su voz para ayudar a los movimientos revolucionarios que hace treinta, cincuenta años, germinaron en la región. La revolución cubana inspiró a decenas de poetas, que con sus versos apoyaron la caída de Fulgencio Batista. Luego vino la revolución nicaragüense, quedó la épica del Che Guevara, la lucha guerrillera en El Salvador. Ahí estaban los poetas para mover a la gente, para hinchar, sobre todo en los más jóvenes, la idea del compromiso con el cambio político armado. Pero el deterioro de los regímenes revolucionarios, su involución y la llegada de la democracia a Latinoamérica cambiaron la forma de hacer poesía en la región.