El poeta y la fantasía por miguel o. menassa

Por Rhenriquez

"Puentes invisibles" de Miguel Oscar Menassa. Óleo sobre lienzo 100x81 cm

EL POETA Y LA FANTASÍA

Todo el mundo podría poetizar, porque poetizar, para Freud, no es más que jugar y no fantasear. ¿Cuál es la diferencia fundamental entre jugar y fantasear? ¿Por qué el que juega es un jugador, alguien que se divierte, y el que fantasea alguien que sufre? En el juego es libre, es decir, no necesita ni mostrárselo a nadie ni ocultarlo a nadie. El neurótico reemplaza el juego por la fantasía. A mi entender en esta línea Freud expone la tesis (y tesis quiere decir que ustedes tienen que trabajar para encontrar la solución), de que el poeta es poeta porque no abandona el juego, no es que nos cuenta sus fantasías, sino que lo que nos cuenta es cómo juega con las palabras.

Lo fundamental entre el juego y la fantasía es que para fantasear no necesito la realidad, por lo tanto, cada vez que fantaseo soy un ser aislado que inventa una realidad nueva que no existe y que no tiene nada que ver con la realidad, por eso que voy a buscar a mi novia y creo que me va a dar un beso y me dice: “Si será desgraciado”.

¿Por qué? Porque no hubo realidad sino fantasía. En cambio, el niño cuando juega siempre toma un elemento de la realidad para jugar. El poeta cuando juega siempre juega con la realidad, es decir, tanto el juego del niño como el juego del poeta son la transformación de una realidad conocida.

El neurótico es capaz de montarse en un palo de escoba y cuando uno le dice: ¿por qué no le das de comer?; el tipo va y le da de comer a la escoba. El niño puede montarse en un palo de escoba creyendo que es un caballo y cuando la mamá le dice: “por qué no le das de comer”; el chico le contesta: “mamá, es un palo de escoba”.

El niño y el poeta transforman la realidad, pero jamás confunden la realidad con la fantasía, jamás confunden la realidad con el juego. Eso es lo que no puede el neurótico, que está permanentemente quitándole espacio a la realidad para poner en ella sus fantasías.

Esto no quiere decir que hacerte escritor te salve de las fantasías.

Freud dice que cuando alguien me cuenta sus fantasías, tengo asco o indiferencia, en cambio, cuando el poeta me cuenta sus fantasías yo tengo placer. Aquí está el por qué yo digo que el placer preliminar es la interpretación. Freud dice que el poeta le da poco al oyente, le da sólo el placer preliminar. El verdadero placer lo obtiene el sujeto porque el poeta con el placer preliminar lo libera.

Yo, en la interpretación, no le digo al sujeto cómo tiene que vivir, le digo qué es lo que no le deja vivir; entonces el sujeto comienza a vivir. ¿Ven que es el mismo efecto que la interpretación?

Es bellísimo cómo lo dice Freud: poco le da el poeta, nada más que el placer preliminar, pero el placer preliminar es el que le permite al sujeto gozar de sus fantasías. Es decir, que el verdadero placer que me produce la obra estética no viene de la obra estética, porque entonces seríamos prekantianos. El verdadero placer de la obra estética proviene del sujeto. Esto es lo que dice Freud en este maravilloso capítulo, cuando todavía no tenía delineada la teoría psicoanalítica, cuando estaba produciendo efectos de sentido, maravillosos efectos de sentido.
Para que no crean que yo tengo un libro que no tienen ustedes, les leo:

“El poeta mitiga el carácter egoísta del sueño diurno por medio de modificaciones y ocultaciones, metáfora, metonimia, y nos soborna con el placer puramente formal, o sea, estético”.
Esto es otra maravilla, esto es decir que el estatuto del psicoanálisis o el estatuto del inconsciente no es ético, sino estético.
Cuando un psicoanalista joven le dice a un paciente que lo que más le gustaba era la teta de la mamá, eso es ético no estético. En realidad estético es como dice Bertolt Brecht cuando estaba con la mujer esa que podía ser la mamá de la cual no recuerda nada, ni siquiera su nombre, sino sólo la nube que pasó por encima de ellos cuando él estaba con la mamá: eso es estético y es también la relación con la madre. Es decir, el estatuto del inconsciente es estético.

Sólo por ese placer estético que me produce es por lo que me animo a gozar de mis producciones propias.

A tal placer, placer preliminar, interpretación, que nos es ofrecido para facilitar la génesis de un placer mayor procedente de fuentes psíquicas más hondas, no de la obra, no de la interpretación, algo que se produce nuevo en el sujeto, lo designamos con el nombre de prima de atracción o placer preliminar. A mi juicio todo el placer estético que el poeta nos procura entraña este carácter de placer preliminar. El verdadero goce de la obra poética procede de la descarga de tensiones dadas en nuestra alma.

Es maravilloso esto que dice porque no es que provenga de la interpretación del analista la curación del paciente. La interpretación del analista abre en el paciente la posibilidad de un nuevo camino que el paciente puede seguir o no seguir. Como pasa con el poema o con el cuadro, no todos sentimos el placer preliminar. A veces tanto miedo tenemos a lo que seríamos capaces de sentir que ni siquiera escuchamos la interpretación o ni siquiera el poeta nos produce el placer estético que abriría en nosotros la posibilidad de un mundo diferente.

Aquello que sostiene el sistema inconsciente es un hecho estético, no es un hecho ético. Por eso, que cuando tengamos que escribir sobre la ética en psicoanálisis, vamos a tener que decir que la ética es según el deseo. Esa es la única ética en psicoanálisis: actuar según el sujeto del deseo.

El deseo no puede tener ninguna ética, porque su estatuto es transformarse permanentemente, repetirse permanentemente diferente; y eso no puede ser una ética, eso es una estética.

Miguel Oscar Menassa
Extensión Universitaria
Revista de Psicoanálisis, Nº 48