La toma de decisiones es uno de los procesos cognitivos más complejos a los que nos tenemos que enfrentar como seres humanos. Tomamos decisiones, tanto grandes como pequeñas, durante todos los días de nuestra vida. ¿Qué quiero desayunar? ¿Cuántos hijos quiero tener? Al tomar una decisión, realizamos una elección entre diferentes opciones a través de procesos mentales que están influenciados por emociones, prejuicios, razón y recuerdos. Cada persona afronta la resolución de problemas de una forma diferente, siempre basándose en su historia de reforzamiento y su experiencia. El problema es que una decisión implica una o varias pérdidas, por lo que gestionar la toma de decisiones de una forma eficiente es fundamental para la adaptación a las diversas situaciones y la consecución de los objetivos.
El simple hecho de decidir entre diferentes opciones respalda la idea de que tenemos libre albedrío, de manera que somos dueños absolutos de todas nuestras decisiones. Sin embargo, existen distintos factores que limitan nuestra capacidad de tomar buenas decisiones, como por ejemplo la información incompleta. Es por este motivo que el póker se parece tanto a la toma de decisiones en la vida real. En la década de 1920, John von Neumann, uno de los grandes eruditos del siglo XX, decidió que averiguaría cómo ganar en el póker. El matemático húngaro-estadounidense, que participó en el Proyecto Manhattan (un proyecto de investigación llevado a cabo durante la Segunda guerra mundial por los Estados Unidos para el desarrollo de la bomba atómica), consideraba el póker como el mejor juego para aproximarse a los desafíos estratégicos de la vida.
Von Neumann veía el juego de cartas como un punto de partida hacia el desarrollo de una matemática de la vida misma. El póker inspiró al húngaro-estadounidense conocimientos brillantes sobre la toma de decisiones humana. Unos conocimientos que desembocaron en la teoría de juegos. En 1944, el matemático y el economista Oskar Morgenstern publicaron el libro La teoría de los juegos y el comportamiento económico, cuya esencia era el modelado matemático de una interacción estratégica entre adversarios racionales, donde las acciones de cada uno dependerían de lo que probablemente haría el otro. La teoría del juego estudia la elección de la conducta óptima de un individuo cuando los beneficios y los costes de cada opción dependen de las elecciones de otros individuos.
El póker es una de las mejores herramientas que existen para tomar decisiones. Este juego de cartas tiene un elemento de azar, pero la mayoría de las personas subestiman la habilidad involucrada, ya que piensan que con las mejores cartas siempre pueden ganar. Sin embargo, los jugadores de póker pueden ganar con la peor mano y pueden perder con la mejor mano. Esto no ocurre en otros juegos de información completa (ambos jugadores conocen el estado de juego completo en cualquier turno) como el ajedrez o el GO, donde simplemente hay que tener lo mejor para ganar. No hay otra forma posible. En pocas palabras, esta es la razón por la que el póker es un juego de habilidad en lugar de un juego de azar.
Información imperfecta, oportunidad y engaño
Más allá del a habilidad, el póker cuenta con tres elementos que lo convierten en un modelo ideal de toma de decisiones humanas: información imperfecta, oportunidad y engaño. Cuando la información está incompleta, no sabemos qué información parcial conocen los otros jugadores, no sabemos los factores que intervienen en la resolución de la partida, ni siquiera de una sola mano, especialmente porque no conocemos las cartas de los oponentes. Esta situación crea un incentivo para el engaño, ya que los jugadores tienen la oportunidad de manipular la información que tienen los oponentes para alcanzar sus objetivos. Al fin y al cabo, pueden tomar decisiones que lo benefician, y viceversa.
Imaginemos dos jugadores en una mesa de póker. Cuando se reparten las cartas, cada jugador debe mirar sus cartas y decidir si las cartas solas son los suficientemente buenas para apostar. Si desea jugar la mano, debe igualar la ciega grande, es decir, colocar tanto el bote como la apuesta más alta que ya exista en la mesa. También tiene la posibilidad de retirarse o subir, apostar más que la ciega grande. E n esta decisión entran en juego muchos factores, como la mano de cartas, las observaciones que ha hecho de los oponentes, la posibilidad de realizar un farol, etc. Por su parte, los oponentes observan la acción y reaccionan en consecuencia. Pueden apostar porque tienen una buena mano, o simplemente pueden farolear con una mala. En cualquier caso, la mayoría de las veces no es la mejor mano la que gana la partida, sino el mejor jugador.
El póker mejora la toma de decisiones
La conclusión es que jugar al póker online mejora nuestro estilo de vida. Este juego de cartas nos obliga a apostar por la incertidumbre, que es una de las cosas que más miedo, angustia y ansiedad nos provoca. Todos intentamos dar una respuesta rápida a las preguntas que nos hacemos diariamente, especialmente aquellas que tienen un contenido confuso y ambiguo. Por este motivo, cuando no encontramos una respuesta entre todas las opciones posibles entramos en un estado de ansiedad. Saber manejar la incertidumbre es vital para adaptarnos a las distintas situaciones de la vida. Es en este punto en el que el póker nos puede ayudar, ya que se trata de una de las mejores formas de superar las trampas de nuestros procesos de decisión en casi cualquier aspecto.
Cada día tomamos decisiones sin razonar, simplemente por dar una respuesta rápida a nuestras preguntas, y reaccionamos emocionalmente. Además, nos cuesta admitir que hay veces que nos equivocamos en nuestras certezas, ya que es más fácil culpar a otras personas. Al jugar al póker podemos comprender que debemos sentirnos cómodos con el hecho de que nunca existe una segunda segura en la vida. Nunca tendremos la información que deseamos y, a pesar de ello, tendremos que actuar y tomar decisiones de todos modos. Tenemos que dejar la certeza aparcada y aprender a vivir con la incertidumbre. Esta es la única solución que tenemos para mejorar las decisiones que tomamos en la vida.