El Popol Vuh

Publicado el 24 noviembre 2019 por Carlosgu82

Siempre me han sorprendido ciertos detalles del Popol Vuh. En él, los dioses crean animales, pero como estos no pueden alabarlos, los condenan a devorarse unos a otros (o sea, la muerte no es consecuencia de una acción humana, como en la Biblia, sino que existe desde antes que existieran los humanos, cosa compatible con el registro fósil). Luego crean hombres de barro, seres que se deshacen y no logran alabarlos, por eso son destruidos. Luego aparecen seres de madera, carentes de sentimientos y lenguaje, por eso se extinguen. El libro da un aspecto simiesco a estos seres prehumanos, compatible con el registro fósil. Finalmente son creados los hombres de maíz.

La obra contiene un creacionismo parecido al bíblico: “¡Hágase así! ¡Que se llene el vacío! ¡Que esta agua se retire y desocupe [el espacio], que surja la tierra y que se afirme! Así dijeron. ¡Que aclare, que amanezca en el cielo y en la tierra!… Luego la tierra fue creada por ellos. Así fue en verdad como se hizo la creación de la tierra: — ¡Tierra! — dijeron, y al instante fue hecha”.

Sobre los hombres de madera asegura: “Una inundación fue producida por el Corazón del Cielo; un gran diluvio se formó, que cayó sobre las cabezas de los muñecos de palo… Llegaron entonces los animales pequeños, los animales grandes, y los palos y las piedras les golpearon las caras. Y se pusieron todos a hablar; sus tinajas, sus comales, sus platos, sus ollas, sus perros, sus piedras de moler, todos se levantaron y les golpearon las caras”. Un personaje de una novela de Alejo Carpentier, Los pasos perdidos, asegura que esta es la primera vez en la literatura que se presenta una revolución de los objetos creados por el hombre, contra el hombre mismo.

El libro continúa: “Así fue la ruina de los hombres que habían sido creados y formados, de los hombres hechos para ser destruidos y aniquilados: a todos les fueron destrozadas las bocas y las caras. Y dicen que la descendencia de aquellos son los monos que existen ahora en los bosques; éstos son la muestra de aquellos, porque sólo de palo fue hecha su carne por el Creador y el Formador. Y por esta razón el mono se parece al hombre, es la muestra de una generación de hombres creados, de hombres formados que eran solamente muñecos y hechos solamente de madera”. Aquí los monos descienden del hombre, pero se acepta el parecido entre ambos.

Luego fueron creados hombres de maíz. Al creador, el corazón del cielo, se le pasó la mano. Los hizo demasiado perfectos. Esto recuerda lo que dice el cristianismo sobre los dones preternaturales de Adán y Eva: “Fueron dotados de inteligencia; vieron y al punto se extendió su vista, alcanzaron a ver, alcanzaron a conocer todo lo que hay en el mundo. Cuando miraban, al instante veían a su alrededor y contemplaban en torno a ellos la bóveda del cielo y la faz redonda de la tierra (sabían que la Tierra es esférica)… Pero el Creador y el Formador no oyeron esto con gusto. — No está bien lo que dicen nuestras criaturas, nuestras obras; todo lo saben, lo grande y lo pequeño –dijeron. Y así celebraron consejo nuevamente los Progenitores: — ¿Qué haremos ahora con ellos? ¡Que su vista sólo alcance a lo que está cerca, que sólo vean un poco de la faz de la tierra!¿Acaso no son por su naturaleza simples criaturas y hechuras [nuestras]? ¿Han de ser ellos también dioses?”. Esta es una caída que coincide con la caída bíblica, no hay desobediencia, pero los dioses temen que los igualen. Un pasaje que recuerda a aquel del Génesis: “Entonces el Señor Dios dijo: He aquí, el hombre ha venido a ser como uno de nosotros, conociendo el bien y el mal; cuidado ahora no vaya a extender su mano y tomar también del árbol de la vida, y coma y viva para siempre”. Ambas obras coinciden en que hubo una época en que los humanos se acercaron a la condición divina y se les quitaron dones por eso. Algo semejante a la Edad de Oro de los griegos o Edad de Saturno.

Increíblemente, la primera parte del Popol Vuh, o Libro del Consejo, a pesar de su marco creacionista, coincide con el registro fósil: hay varias creaciones de homínidos menos perfectos: Homo habilis, Hombre de Java, Hombre de Heidelberg, Neanderthal, todos probablemente sin lenguaje o al menos con uno muy primitivo así como con aspecto simiesco, destruidos por un diluvio. La segunda parte coincide con el Génesis: humanos demasiado perfectos que amenazan igualarse con los dioses y sufren una caída por ello.