Mucho me temo que el nuevo reinado de la derecha española ha empezado mal. No entienden que muchos de los votos recibidos no no son votos de adhesión sino de venganza contra el PSOE. Cada vez que uno de sus candidatos ganadores hablaba diciendo que el pueblo ha confiado en ellos y les ha encomendado el poder, cometían un terrible error de bulto. Una parte importante del pueblo que les ha votado no lo han hecho por confiar en ellos, sino por vengarse de un Zapatero al que odiaban e identificaban como el culpable de la actual postración de España. Y la mejor forma de hacerlo que encontraron era dar el voto a sus principales adversarios.
Si el PP no asume el poder que se le ha otorgado con espíritu de humildad, con el deseo de ganarse a los ciudadanos que les han votado y con el propósito inquebrantable de reforzar la democracia y abandonar la sucia senda de la partitocracia, entonces estarán avanzando ya, con paso firme, hacia su próxima y no lejana derrota.
El grito que pronunciaban los militantes y simpatizantes del PP en la celebración nocturna de la victoria, aquel "¡La democracia está aquí, no en So!l", aludiendo a las acampadas de los jóvenes que exigían "Democracia real ya", fue todo un grito suicida porque, realmente, la democracia está en las calles y plazas, en los sentimientos populares que exigen cambios profundos, que manifiestan estar hartos de injusticia, de privilegios políticos, de partidos políticos y de abuso de poder. La victoria del PP, contrariamente a lo que ellos creen, no deslegitima ni un gramo la protesta ciudadana desatada en España contra la partitocracia, la corrupción, la injusticia y el abuso de los políticos profesionales.
¿Cómo puede ser demócrata un partido, como el PP, que se parece al PSOE como dos gotas de agua? Ambos nombran a dedo a jueces y magistrados, violando la imprescindible separación e independencia de los poderes básicos del Estado; ambos se financian del mismo modo; ambos mienten, ambos conviven fácilmente con la corrupción; unos y otros presentan a imputados en sus listas; los dos entienden la democracia como un cheque en blanco que los ciudadanos entregan al vencedor; unos y otros marginan al ciudadano, ambos adoran la partitocracia, ninguno de los dos practica la democracia interna y los dos pecan de arrogancia, obsesión por el poder y adhesión al dinero , a los privilegios y al elitismo.
La diferencia entre unos y otros es sólo cuantitativa, pues los populares son menos mentiros, menos chorizos y menos déspotas, pero, una vez alcanzado el poder, sufrirán el típico deterioro (El poder corrompe) y pronto, si no cambian radicalmente de rumbo, serán tan despreciados por la ciudadanía como lo es hoy el infausto Zapatero.
Si no reconocen que el sistema español está herido y que la democracia que ellos defienden es un verdadero asco, necesitado de reformas, ya están muertos y los españoles asistiremos, en los próximos años, a la agonía de la derecha, un proceso que culminará dentro de cuatro u ocho años, cuando los errores y abusos del PP conviertan de nuevo al PSOE, aunque parezca increíble, en una esperanza.