Sin embargo, la verdad es otra: los ciudadanos les rechazan, comienzan a odiarles y se han vengado con dureza en las urnas. Si hay algo que ha quedado grabado en la mente de los españoles, a fuego y sin que se olvide en algunas décadas, es que el PSOE y el PP son los dos grandes culpables del desastre de España.
El PSOE se ha dado cuenta de esa tragedia y se propone cambiar y renacer, aunque el difícil que lo consiga porque el partido está demasiado podrido y alienado. Por lo pronto, Rubalcaba, su secretario general, se ha hecho el harakiri y ha convocado un congreso extraordinario para dotar al partido de debate y de nuevos líderes. Pero el PP solo repite como un autómata estúpido que ellos han ganado, que en España y en Alemania es donde únicamente han ganado los partidos que gobiernan, negándose a admitir que los ciudadanos les señalan con el dedo y les acusan de ser un partido demasiado antidemocrático, arrogante y corrompido para gobernar una nación de hombres y mujeres dignos y libres, que quiere resurgir.
Con su actitud obtusa y arrogante, el PP, cuyo miedo se refleja en cada uno de sus gestos y palabras, está fortaleciendo a "Podemos", el partido radical que ha sorprendido por su éxito en las recientes elecciones. Si se repitieran las elecciones el próximo domingo, "Podemos", por culpa de los Maruhenda, los Arriola y otros acojonados, obtendría por lo menos dos millones de votos.
Los fracasados del PP y del PSOE deberían empezar por reconocer que su brutalidad con el pueblo y su inmenso déficit de ética, democracia y decencia son los padres y promotores de "Podemos" y de cuanta ruta radical transite en el futuro próximo la vapuleada y empobrecida sociedad española.
Otra lección que se extrae de las recientes elecciones es que los ciudadanos, cansados de soportar la injusticia, el abuso y la arrogancia de los partidos gobernantes, han decidido castigarlos y cambiar un sistema que ya apesta, que se ha tornado injusto y vil y que avergüenza a la ciudadanía. Los demócratas son cada día mas y los esclavos sometidos a los grandes partidos son cada día menos, lo que hace que el actual sistema, una sucia oligocracia de partidos políticos que se hace pasar por democracia, esté herido de muerte.
Los españoles han olido la sangre de los culpables en estas elecciones y quieren mas. Ya hay muchos millones de españoles frustrados por la pobreza, el desempleo, el despilfarro, la corrupción, la injusticia y el abuso que están agazapados en espera de que de nuevo se abran las urnas para hacer morder el polvo a los que han arruinado y envilecido la nación española.
La gente quiere ver sangre nueva en la política y quiere sustituir al modelo actual de político profesional, atiborrado de privilegios, incapaz de servir al ciudadano, habituado a convivir con la corrupción y convencido de que los intereses propios y los del partido son mas importantes que los del ciudadano y el bien común, por gente mas decente, preparada y capaz de entender la política como un servicio a la comunidad y al ciudadano, que es el soberano en democracia.
Hay millones de españoles que mas que rechazar odian a sus políticos y que no soportan al frente de la nación a partidos políticos que se han convertido en refugio protector de delincuentes y en hábitat de gente sin controles éticos, que no sabe lo que es democracia y que no puede justificar su abultado y sucio patrimonio.
El Partido Popular, mas necesario que nunca en una España que, hastiada de abusos y mentiras, se desliza con peligro hacia la extrema izquierda, se siente muy a gusto en el poder y se cree blindado frente al pueblo, bien rodeado de jueces domesticados, de periodistas sometidos, de empresas cómplices y de policías bien armados y entrenados para defenderles si el pueblo soberano, cansado de sufrir y de ser ser marginado y explotado, decidiera rebelarse. Ese enfermizo "gusto" por el poder le impide reconocer que su forma de gobernar es incompatible con la democracia y que los ciudadanos están dispuestos a expulsarles. La única forma de evitar el drama es cambiar, darse un baño de humildad, aprender a ser demócratas y pedir perdón a los ciudadnaos por sus abusos y miserias, pero esas recetas son ajenas e incompatibles con la arrogancia que les domina.